/ martes 20 de octubre de 2020

El servicio público está en la soledad

El Estado mexicano tiene una burocracia federal, local y municipal. Estos mexicanos son los encargados de hacer una realidad las políticas públicas, los planes de desarrollo, además de que llevan sobre sus hombros las tareas cotidianas del gobierno para hacer funcionar al Estado . Ellos son los médicos del IMSS que nos atienden, los policías que cuidan el tránsito y previenen delitos, las personas que le dan cauce a nuestra solicitud de pasaporte, los profesores que nos impartieron clase en las escuelas públicas o los visitadores de PROFECO que revisan que las gasolineras vendan litros de a litro. En esta administración la han pasado mal por todas partes. Veamos:

La Ley de Remuneraciones tenía un propósito muy noble, a saber: que ninguna persona ganara más que el presidente de la República. Sin embargo, la ley estaba tan mal hecha que acabó afectando a todos. La ley incidía sobre aquel que ganaba 10 mil -o- él que ganaba 120 mil. Varias partes de esa ley se declararon inconstitucionales, y vamos (en menos de dos años) por la tercer Ley de Remuneraciones para regular las percepciones de los servidores públicos.

Este gobierno señala que sus empleados son corruptos una y otra vez. Sin duda, hubo decenas o cientos de altos funcionarios que afectaron el erario público. Miles de fortunas que se hicieron al amparo de un puesto, pero son los menos y no son todos. Sin embargo, el discurso no distingue y señala que todos son corruptos por acción y por omisión. El médico del IMSS, del ISSSTE, los deportistas, los que hacían películas como la Ley de Herodes. Todos son corruptos en la retorica de los últimos dos años. Eso no es cierto. El Estado mexicano camina (en medida de lo posible) gracias a miles de personas que se levantan temprano y se acuestan tarde por sacar la chamba. Un tema tan delicado se debe llevar con el bisturí de un cirujano, y no con las tijeras de un jardinero.

El Estado mexicano recortó el 75% del gasto corriente de sus empleados federales centralizados. Imagine que usted tiene diez pesos para pagar la renta, el agua, la luz, el internet y otros. Y, un día amanece con la noticia de que solo tiene dos pesos con cincuenta centavos para pagar lo mismo. Se antoja titánica la tarea, si no imposible. La próxima vez que alguien quiera una mejora en el servicio de PROFECO, que se imagine cómo se podría hacer con semejante recorte presupuestal.

El último golpe a los servidores públicos es la propuesta de extinción de los fideicomisos. La simplificación de los debates complejos y los reduccionismos no nos han permitido discutir este tema a profundidad. Lo que es un hecho, es que una herramienta que permitía solventar necesidades del Estado mexicano se está extinguiendo. Querido lector, imagine: Usted es un servidor público comprometido con la protección de los derechos humanos. Por ello, usted está a cargo de su protección en la Secretaría de Gobernación. Allí usted cuenta con un dinero seguro y un método rápido para proteger a un periodista en peligro. Ahora usted no tiene el dinero a su disposición inmediata, depende de los fondos que le otorgue la Secretaría de Hacienda cada dos o tres meses, y de miles de trámites. La verdad está complicado hacer un trabajo tan delicado en esas condiciones. Es atípico que el empleador hable mal de sus empleados, y más raro aún, que los trate mal. Ojalá que el estado de la cuestión se rencauce en favor del Estado mexicano con debates más reflexivos.

Doctor en Derecho

@jangulonobara

El Estado mexicano tiene una burocracia federal, local y municipal. Estos mexicanos son los encargados de hacer una realidad las políticas públicas, los planes de desarrollo, además de que llevan sobre sus hombros las tareas cotidianas del gobierno para hacer funcionar al Estado . Ellos son los médicos del IMSS que nos atienden, los policías que cuidan el tránsito y previenen delitos, las personas que le dan cauce a nuestra solicitud de pasaporte, los profesores que nos impartieron clase en las escuelas públicas o los visitadores de PROFECO que revisan que las gasolineras vendan litros de a litro. En esta administración la han pasado mal por todas partes. Veamos:

La Ley de Remuneraciones tenía un propósito muy noble, a saber: que ninguna persona ganara más que el presidente de la República. Sin embargo, la ley estaba tan mal hecha que acabó afectando a todos. La ley incidía sobre aquel que ganaba 10 mil -o- él que ganaba 120 mil. Varias partes de esa ley se declararon inconstitucionales, y vamos (en menos de dos años) por la tercer Ley de Remuneraciones para regular las percepciones de los servidores públicos.

Este gobierno señala que sus empleados son corruptos una y otra vez. Sin duda, hubo decenas o cientos de altos funcionarios que afectaron el erario público. Miles de fortunas que se hicieron al amparo de un puesto, pero son los menos y no son todos. Sin embargo, el discurso no distingue y señala que todos son corruptos por acción y por omisión. El médico del IMSS, del ISSSTE, los deportistas, los que hacían películas como la Ley de Herodes. Todos son corruptos en la retorica de los últimos dos años. Eso no es cierto. El Estado mexicano camina (en medida de lo posible) gracias a miles de personas que se levantan temprano y se acuestan tarde por sacar la chamba. Un tema tan delicado se debe llevar con el bisturí de un cirujano, y no con las tijeras de un jardinero.

El Estado mexicano recortó el 75% del gasto corriente de sus empleados federales centralizados. Imagine que usted tiene diez pesos para pagar la renta, el agua, la luz, el internet y otros. Y, un día amanece con la noticia de que solo tiene dos pesos con cincuenta centavos para pagar lo mismo. Se antoja titánica la tarea, si no imposible. La próxima vez que alguien quiera una mejora en el servicio de PROFECO, que se imagine cómo se podría hacer con semejante recorte presupuestal.

El último golpe a los servidores públicos es la propuesta de extinción de los fideicomisos. La simplificación de los debates complejos y los reduccionismos no nos han permitido discutir este tema a profundidad. Lo que es un hecho, es que una herramienta que permitía solventar necesidades del Estado mexicano se está extinguiendo. Querido lector, imagine: Usted es un servidor público comprometido con la protección de los derechos humanos. Por ello, usted está a cargo de su protección en la Secretaría de Gobernación. Allí usted cuenta con un dinero seguro y un método rápido para proteger a un periodista en peligro. Ahora usted no tiene el dinero a su disposición inmediata, depende de los fondos que le otorgue la Secretaría de Hacienda cada dos o tres meses, y de miles de trámites. La verdad está complicado hacer un trabajo tan delicado en esas condiciones. Es atípico que el empleador hable mal de sus empleados, y más raro aún, que los trate mal. Ojalá que el estado de la cuestión se rencauce en favor del Estado mexicano con debates más reflexivos.

Doctor en Derecho

@jangulonobara

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