/ jueves 21 de enero de 2021

El T-MEC no es una panacea, la tecnología sí

Por Raquel Macías


Con la investidura de Joe Biden como presidente de Estados Unidos y con la entrada en vigor del T-MEC el año pasado, se abre un nuevo capítulo de la relación bilateral entre México y nuestro vecino del norte. Si bien, estos hechos en sí mismos no serán la panacea que solucione los diferentes desafíos que tenemos, sí serán un catalizador que nos demandará redefinir y mejorar ciertos procesos. La verdadera panacea para el país es la adopción tecnológica, la cual, por su capacidad habilitadora, nos permitirá responder de mejor manera tres retos importantes en la agenda bilateral con nuestro socio comercial más importante: la gestión de talento en el marco del capítulo laboral del T-MEC, la competitividad de las cadenas de suministro y la últimamente rezagada, agenda medioambiental.

Debemos generar ventajas competitivas, no sólo para acelerar el crecimiento económico y social apalancado de estas oportunidades, contribuyendo a la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que a nivel mundial nos fijamos en 2015. Concretamente, el capítulo 23 del tratado es bastante claro al buscar garantizar condiciones laborales inclusivas que promuevan el cierre de brechas en términos de igualdad de oportunidades. Sin embargo, el país presenta un rezago importante en la materia. De acuerdo con el Reporte Global de Competitividad 2020 del Foro Económico Mundial, México se ubicó en el penúltimo lugar de 36 posiciones en inversión en innovación y en la creación de los “trabajos del futuro”. Sobre esta línea, el reporte señala la importancia de mejorar el uso de las nuevas tecnologías en la gestión de una nueva ola de talento humano.

Para que se puedan atender estas condiciones, las organizaciones en el país deben agilizar y mejorar la gestión de su capital humano, permitiendo que éste se mantenga competitivo a través de la adopción continua de nuevas habilidades, contando con las herramientas digitales adecuadas para que tengan un óptimo desempeño, al tiempo que se avanza en el cierre de brechas de adopción digital. Para esto, las áreas de Recursos Humanos pueden tomar ventaja de dichas tecnologías para gestionar de forma más eficiente el talento, generando filtros de contratación libres de sesgo, e incrementando las oportunidades laborales para los grupos subrepresentados. Esto no sólo aumentaría la competitividad, sino que le permitiría al país responder correctamente a los compromisos en materia laboral que adquirimos Canadá y Estados Unidos.

De igual forma, existe un gran potencial para las empresas mexicanas, sobre todo aquellas pequeñas y medianas, para incursionar o fortalecer su presencia en las cadenas de valor de nuestros vecinos del norte; esto a través de una estrategia resiliente de cadena de suministro. Aplicando las lecciones aprendidas que la pandemia nos dejó, debemos contar con herramientas digitales que permitan tener una planeación flexible y que se anticipe a riesgos ágilmente. En este sentido, el apalancamiento tecnológico de las empresas para el aprovechamiento del tratado, puede ser una dupla ganadora en la reinvención de industrias modernas, competitivas y sostenibles en México.

Por otra parte, una de las principales políticas impulsadas por Biden tiene que ver con la generación de energías limpias y “justicia medioambiental”. Ante esto, cobra mayor relevancia el capítulo 24 del T-MEC el cual tiene como objetivo promover políticas y prácticas que protejan el medio ambiente, así como mejorar las capacidades de los actores para abordar asuntos ambientales relacionado con el comercio en la búsqueda de un desarrollo sostenible.

Sobre esta línea, las organizaciones en México deben diseñar e implementar con mayor urgencia que antes modelos de negocios que contribuyan al desarrollo sostenible. La concepción de estas estrategias de negocio debe contemplar una visión integral de los procesos de diseño, abastecimiento, producción y comercialización de bienes y servicios. Para alcanzar este objetivo -al ritmo que el medio ambiente nos demanda- se requiere de la incorporación de plataformas y herramientas tecnológicas que permitan medir y reducir la huella ambiental de carbono en cada uno de estos procesos. Esta visión tendría que ser la piedra angular del desarrollo de nuestras organizaciones, independientemente de su sector.

Una nueva administración en Estados Unidos siempre conlleva nuevos desafíos para México. No obstante, este momento también representa una oportunidad para que las organizaciones mexicanas aceleren el ritmo de su digitalización y estén en mejores condiciones para aprovechar las ventajas que se abren con la relación bilateral. Debemos tomar la “llave maestra” que significa el desarrollo tecnológico y avanzar exitosamente ante el T-MEC, aprovechándolo como una plataforma para impulsar nuestras industrias, ayudar a reducir las brechas que limitan la competitividad y continuar avanzando hacia la sostenibilidad.

Asociada COMEXI

Por Raquel Macías


Con la investidura de Joe Biden como presidente de Estados Unidos y con la entrada en vigor del T-MEC el año pasado, se abre un nuevo capítulo de la relación bilateral entre México y nuestro vecino del norte. Si bien, estos hechos en sí mismos no serán la panacea que solucione los diferentes desafíos que tenemos, sí serán un catalizador que nos demandará redefinir y mejorar ciertos procesos. La verdadera panacea para el país es la adopción tecnológica, la cual, por su capacidad habilitadora, nos permitirá responder de mejor manera tres retos importantes en la agenda bilateral con nuestro socio comercial más importante: la gestión de talento en el marco del capítulo laboral del T-MEC, la competitividad de las cadenas de suministro y la últimamente rezagada, agenda medioambiental.

Debemos generar ventajas competitivas, no sólo para acelerar el crecimiento económico y social apalancado de estas oportunidades, contribuyendo a la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que a nivel mundial nos fijamos en 2015. Concretamente, el capítulo 23 del tratado es bastante claro al buscar garantizar condiciones laborales inclusivas que promuevan el cierre de brechas en términos de igualdad de oportunidades. Sin embargo, el país presenta un rezago importante en la materia. De acuerdo con el Reporte Global de Competitividad 2020 del Foro Económico Mundial, México se ubicó en el penúltimo lugar de 36 posiciones en inversión en innovación y en la creación de los “trabajos del futuro”. Sobre esta línea, el reporte señala la importancia de mejorar el uso de las nuevas tecnologías en la gestión de una nueva ola de talento humano.

Para que se puedan atender estas condiciones, las organizaciones en el país deben agilizar y mejorar la gestión de su capital humano, permitiendo que éste se mantenga competitivo a través de la adopción continua de nuevas habilidades, contando con las herramientas digitales adecuadas para que tengan un óptimo desempeño, al tiempo que se avanza en el cierre de brechas de adopción digital. Para esto, las áreas de Recursos Humanos pueden tomar ventaja de dichas tecnologías para gestionar de forma más eficiente el talento, generando filtros de contratación libres de sesgo, e incrementando las oportunidades laborales para los grupos subrepresentados. Esto no sólo aumentaría la competitividad, sino que le permitiría al país responder correctamente a los compromisos en materia laboral que adquirimos Canadá y Estados Unidos.

De igual forma, existe un gran potencial para las empresas mexicanas, sobre todo aquellas pequeñas y medianas, para incursionar o fortalecer su presencia en las cadenas de valor de nuestros vecinos del norte; esto a través de una estrategia resiliente de cadena de suministro. Aplicando las lecciones aprendidas que la pandemia nos dejó, debemos contar con herramientas digitales que permitan tener una planeación flexible y que se anticipe a riesgos ágilmente. En este sentido, el apalancamiento tecnológico de las empresas para el aprovechamiento del tratado, puede ser una dupla ganadora en la reinvención de industrias modernas, competitivas y sostenibles en México.

Por otra parte, una de las principales políticas impulsadas por Biden tiene que ver con la generación de energías limpias y “justicia medioambiental”. Ante esto, cobra mayor relevancia el capítulo 24 del T-MEC el cual tiene como objetivo promover políticas y prácticas que protejan el medio ambiente, así como mejorar las capacidades de los actores para abordar asuntos ambientales relacionado con el comercio en la búsqueda de un desarrollo sostenible.

Sobre esta línea, las organizaciones en México deben diseñar e implementar con mayor urgencia que antes modelos de negocios que contribuyan al desarrollo sostenible. La concepción de estas estrategias de negocio debe contemplar una visión integral de los procesos de diseño, abastecimiento, producción y comercialización de bienes y servicios. Para alcanzar este objetivo -al ritmo que el medio ambiente nos demanda- se requiere de la incorporación de plataformas y herramientas tecnológicas que permitan medir y reducir la huella ambiental de carbono en cada uno de estos procesos. Esta visión tendría que ser la piedra angular del desarrollo de nuestras organizaciones, independientemente de su sector.

Una nueva administración en Estados Unidos siempre conlleva nuevos desafíos para México. No obstante, este momento también representa una oportunidad para que las organizaciones mexicanas aceleren el ritmo de su digitalización y estén en mejores condiciones para aprovechar las ventajas que se abren con la relación bilateral. Debemos tomar la “llave maestra” que significa el desarrollo tecnológico y avanzar exitosamente ante el T-MEC, aprovechándolo como una plataforma para impulsar nuestras industrias, ayudar a reducir las brechas que limitan la competitividad y continuar avanzando hacia la sostenibilidad.

Asociada COMEXI