/ lunes 16 de julio de 2018

El tsunami del 1 de julio y la teoría de los partidos

Los resultados de las elecciones del pasado 1 de julio han provocado numerosas opiniones acerca del impacto que tendrán sobre los partidos y el sistema mexicano de partidos. Es natural que así sea y a nadie le debe extrañar que haya muchos pareceres. Sólo que en esta ocasión hay datos significativos, de alguna manera inesperados, que no sólo desconciertan sino que se prestan a la formulación de hipótesis que hace apenas unas semanas hubieran parecido descabelladas. Como la bajísima votación obtenida por el PRI y la escasa representación que alcanzará en ambas Cámaras del Congreso. Amén de que no ganó una sola de las gubernaturas en disputa y el número de las que ahora detenta baja dramáticamente. Increíble, pero es cierto. Nunca la imaginación dio para tanto.

El tsunami del 1 de julio, que así se le ha dado en llamar a los comicios de esta fecha, hizo que el PRI se convirtiera, prácticamente de un día para el otro, de partido oficial, que por más de una razón lo era de nuevo, en partido marginal con tendencia a ser un partido más de la chiquillada.

De esa chiquillada con altas posibilidades incluso de desaparecer, pues si se aplica de manera estricta lo que la Constitución y la ley establecen como requisito para conservar el registro de partido político nacional, es decir, que obtengan cuando menos el tres por ciento de la votación nacional en cada una de las tres elecciones celebradas (para presidente de la República, senadores y diputados), perderán entonces su registro y saldrán del sistema de partidos cinco de los nueve que había al inicio del proceso electoral 2018. Una poda tan gigantesca como ésta nadie jamás la imaginó hace apenas nueve meses.

Y lo más curioso del caso, como de risa loca, está en el hecho de que uno de los cuatro partidos que en rigor son –de los nueve iniciales- los únicos que deben conservar el registro, es el Partido del Trabajo, el PT, que hace tres años ya estaba muerto y literalmente lo sacaron de la tumba para que volviera a la vida. Ahora no sólo seguirá vivo sino además coleando.

Este caso del PT es increíble. Se recordará que hace tres años, al celebrarse las elecciones intermedias de 2015, que en el ámbito federal fueron sólo para diputados, este partido quedó a unos cuantos miles de votos de alcanzar el umbral del tres por ciento de la votación nacional para seguir conservando el registro. Y ocurrió entonces que el Tribunal Electoral anuló la elección en un distrito de Aguascalientes, que en rigor no debió haberse anulado. Incluso la elección extraordinaria la volvió a ganar el candidato panista, a quien se pretendía despojar de su triunfo. Pero esos comicios extraordinarios abrieron la puerta para que el PT, ya con el registro cancelado, volviera a participar y llegara al umbral del tres por ciento de la votación nacional, pues en solidaridad con éste varios partidos se abstuvieron de participar, a fin de que el PT salvara el pellejo. Ahora, en 2018, el resucitado PT estará presente en el funeral de aquéllos.

Cosas increíbles provocó el llamado tsunami del 1° de julio. Entre otras, que echará por tierra la famosa ley de Maurice Duverger acerca de la relación que hay entre régimen electoral y sistema de partidos. Don Maurice removiéndose en su tumba, como veremos en algún próximo artículo.

Los resultados de las elecciones del pasado 1 de julio han provocado numerosas opiniones acerca del impacto que tendrán sobre los partidos y el sistema mexicano de partidos. Es natural que así sea y a nadie le debe extrañar que haya muchos pareceres. Sólo que en esta ocasión hay datos significativos, de alguna manera inesperados, que no sólo desconciertan sino que se prestan a la formulación de hipótesis que hace apenas unas semanas hubieran parecido descabelladas. Como la bajísima votación obtenida por el PRI y la escasa representación que alcanzará en ambas Cámaras del Congreso. Amén de que no ganó una sola de las gubernaturas en disputa y el número de las que ahora detenta baja dramáticamente. Increíble, pero es cierto. Nunca la imaginación dio para tanto.

El tsunami del 1 de julio, que así se le ha dado en llamar a los comicios de esta fecha, hizo que el PRI se convirtiera, prácticamente de un día para el otro, de partido oficial, que por más de una razón lo era de nuevo, en partido marginal con tendencia a ser un partido más de la chiquillada.

De esa chiquillada con altas posibilidades incluso de desaparecer, pues si se aplica de manera estricta lo que la Constitución y la ley establecen como requisito para conservar el registro de partido político nacional, es decir, que obtengan cuando menos el tres por ciento de la votación nacional en cada una de las tres elecciones celebradas (para presidente de la República, senadores y diputados), perderán entonces su registro y saldrán del sistema de partidos cinco de los nueve que había al inicio del proceso electoral 2018. Una poda tan gigantesca como ésta nadie jamás la imaginó hace apenas nueve meses.

Y lo más curioso del caso, como de risa loca, está en el hecho de que uno de los cuatro partidos que en rigor son –de los nueve iniciales- los únicos que deben conservar el registro, es el Partido del Trabajo, el PT, que hace tres años ya estaba muerto y literalmente lo sacaron de la tumba para que volviera a la vida. Ahora no sólo seguirá vivo sino además coleando.

Este caso del PT es increíble. Se recordará que hace tres años, al celebrarse las elecciones intermedias de 2015, que en el ámbito federal fueron sólo para diputados, este partido quedó a unos cuantos miles de votos de alcanzar el umbral del tres por ciento de la votación nacional para seguir conservando el registro. Y ocurrió entonces que el Tribunal Electoral anuló la elección en un distrito de Aguascalientes, que en rigor no debió haberse anulado. Incluso la elección extraordinaria la volvió a ganar el candidato panista, a quien se pretendía despojar de su triunfo. Pero esos comicios extraordinarios abrieron la puerta para que el PT, ya con el registro cancelado, volviera a participar y llegara al umbral del tres por ciento de la votación nacional, pues en solidaridad con éste varios partidos se abstuvieron de participar, a fin de que el PT salvara el pellejo. Ahora, en 2018, el resucitado PT estará presente en el funeral de aquéllos.

Cosas increíbles provocó el llamado tsunami del 1° de julio. Entre otras, que echará por tierra la famosa ley de Maurice Duverger acerca de la relación que hay entre régimen electoral y sistema de partidos. Don Maurice removiéndose en su tumba, como veremos en algún próximo artículo.