/ jueves 23 de abril de 2020

El virus de la desinformación

Por: Daniela Mendoza Luna

La situación de emergencia internacional ante la pandemia del COVID-19 ha trastocado todos los aspectos de la vida pública, con consecuencias económicas y sociales que estamos lejos de dimensionar ante su presencia aun contundente en la mayoría de los países del mundo.

En este escenario, el papel que jugamos quienes integramos un medio de comunicación es clave no solo en la propagación de la información veraz y útil, sino en la actitud que la población tome hacia las medidas de mitigación en la trasmisión del virus.

Recientemente la Organización Panamericana de la Salud emitió un documento en el que enumera una serie de “Consejos para Informar” sobre el tema, para coadyuvar en la publicación de información clara y precisa que ayude a la ciudadanía a tomar decisiones responsables sobre su salud. Señala que: “Al diseminar información veraz, los medios también reducen los rumores y la desinformación, lo que permite que pueda disminuir en el público tanto la ansiedad como los miedos ante una amenaza que nunca se ha visto”. Sin embargo, el periodismo en México, como muchas otras de las áreas esenciales, se enfrentan a ciertos obstáculos internos y externos en el desarrollo de su encomienda.

En primera instancia, nos encontramos ante la urgencia de entender temas específicos que no son de la cobertura típica en un medio de comunicación tradicional o digital. En nuestro país, hablar de ciencia se reduce generalmente a una nota esporádica o una sección en la edición dominical. Hay pocos espacios mediáticos para la difusión de la ciencia y en consecuencia el número de periodistas especializados es mínimo. La Red Mexicana de Periodistas de Ciencia alcanza apenas 145 integrantes.

Aleida Rueda, actual presidenta de esta organización explica que son pocas las y los profesionales, cuya formación les permite la comprensión de que la ciencia no es un área de resultados absolutos, que los procesos son largos, y los resultados variables. El otro gran problema tiene que ver con las fuentes de información, los artículos científicos requieren un tiempo de lectura considerable y además de la orientación profesional.

Otro tema relevante es la monopolización de la cobertura de la pandemia que tienen periodistas de la nota diaria o de política, cuya formación les exige sacar cada día el dato más elevante, el número más importante, y en muchas ocasiones dejan de lado los procesos y las explicaciones. Mucha de las desinformación sobre el COVID-19 proviene de esta interpretación errónea, sin entenidmeinto del conocimiento científico, lo cual reviste gravedad porque el resultado de su trabajo le dice a la gente cosas importantes sobre cómo se propaga el virus, qué medidas tomar, si hay o no cura o tratamiento.

Agregamos a ello el consumo tan elevado de la información que tiene nuestro país y tenemos una combinación atómica. Un estudio reciente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, realizado por Luis Ángel Hurtado, señaló que México es el segundo país que más información falsa genera, solo detrás de Turquía.

El reto del periodismo en México ante la pandemia del COVID-19 es reconocer que no entiende todo y ceder el espacio a quienes son especialistas. En caso de no contar con estas personas, hacer coaliciones estratégicas como la que Verificado ha realizado a través de la Alianza #CovidConCiencia, con la mencionada Red de Periodistas, pero también con #CientificasMexicanas, La Bombilla y el Editor de la Semana.

La nuestra es una iniciativa de colaboración para identificar contenidos que aparezcan en los medios de comunicación que estén aportando información científica incorrecta, confusa o incompleta sobre COVID-19 y otros temas relacionados.

Pasar del protagonismo de la exclusiva, al trabajo en equipo que nos permita cumplir la misión esencial que tenemos y colaborar efectivamente en la toma de decisiones informadas, reducir riesgos y con ello, salvar vidas.


Directora General de Verificado.

Por: Daniela Mendoza Luna

La situación de emergencia internacional ante la pandemia del COVID-19 ha trastocado todos los aspectos de la vida pública, con consecuencias económicas y sociales que estamos lejos de dimensionar ante su presencia aun contundente en la mayoría de los países del mundo.

En este escenario, el papel que jugamos quienes integramos un medio de comunicación es clave no solo en la propagación de la información veraz y útil, sino en la actitud que la población tome hacia las medidas de mitigación en la trasmisión del virus.

Recientemente la Organización Panamericana de la Salud emitió un documento en el que enumera una serie de “Consejos para Informar” sobre el tema, para coadyuvar en la publicación de información clara y precisa que ayude a la ciudadanía a tomar decisiones responsables sobre su salud. Señala que: “Al diseminar información veraz, los medios también reducen los rumores y la desinformación, lo que permite que pueda disminuir en el público tanto la ansiedad como los miedos ante una amenaza que nunca se ha visto”. Sin embargo, el periodismo en México, como muchas otras de las áreas esenciales, se enfrentan a ciertos obstáculos internos y externos en el desarrollo de su encomienda.

En primera instancia, nos encontramos ante la urgencia de entender temas específicos que no son de la cobertura típica en un medio de comunicación tradicional o digital. En nuestro país, hablar de ciencia se reduce generalmente a una nota esporádica o una sección en la edición dominical. Hay pocos espacios mediáticos para la difusión de la ciencia y en consecuencia el número de periodistas especializados es mínimo. La Red Mexicana de Periodistas de Ciencia alcanza apenas 145 integrantes.

Aleida Rueda, actual presidenta de esta organización explica que son pocas las y los profesionales, cuya formación les permite la comprensión de que la ciencia no es un área de resultados absolutos, que los procesos son largos, y los resultados variables. El otro gran problema tiene que ver con las fuentes de información, los artículos científicos requieren un tiempo de lectura considerable y además de la orientación profesional.

Otro tema relevante es la monopolización de la cobertura de la pandemia que tienen periodistas de la nota diaria o de política, cuya formación les exige sacar cada día el dato más elevante, el número más importante, y en muchas ocasiones dejan de lado los procesos y las explicaciones. Mucha de las desinformación sobre el COVID-19 proviene de esta interpretación errónea, sin entenidmeinto del conocimiento científico, lo cual reviste gravedad porque el resultado de su trabajo le dice a la gente cosas importantes sobre cómo se propaga el virus, qué medidas tomar, si hay o no cura o tratamiento.

Agregamos a ello el consumo tan elevado de la información que tiene nuestro país y tenemos una combinación atómica. Un estudio reciente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, realizado por Luis Ángel Hurtado, señaló que México es el segundo país que más información falsa genera, solo detrás de Turquía.

El reto del periodismo en México ante la pandemia del COVID-19 es reconocer que no entiende todo y ceder el espacio a quienes son especialistas. En caso de no contar con estas personas, hacer coaliciones estratégicas como la que Verificado ha realizado a través de la Alianza #CovidConCiencia, con la mencionada Red de Periodistas, pero también con #CientificasMexicanas, La Bombilla y el Editor de la Semana.

La nuestra es una iniciativa de colaboración para identificar contenidos que aparezcan en los medios de comunicación que estén aportando información científica incorrecta, confusa o incompleta sobre COVID-19 y otros temas relacionados.

Pasar del protagonismo de la exclusiva, al trabajo en equipo que nos permita cumplir la misión esencial que tenemos y colaborar efectivamente en la toma de decisiones informadas, reducir riesgos y con ello, salvar vidas.


Directora General de Verificado.