Para el momento de la publicación de esta columna, lo más probable es que ya sepamos el nombre del presidente de los Estados Unidos, a menos de que exista un margen tan cerrado que alguno de los candidatos opte por ir por el camino legal, en una de las elecciones más cerradas de nuestros vecinos. Su resultado tendrá implicaciones de corto y mediano plazo en nuestro país y en el mundo.
Mucho se ha discutido sobre cuál candidato conviene más en término de la implicación para México. Lo que parece un hecho es que ambos candidatos ofrecen un tipo de relación diferenciada con nuestro país. Con la vicepresidenta Harris, en caso de ganar, la relación al parecer tendería a ser más institucional, si bien no tersa, sí se esperaría que se llevara a cabo por los canales diplomáticos tradicionales.
De ganar el expresidente Trump, el escenario base es que gran parte de la política se lleve a cabo a través de una negociación más agresiva, muy similar a lo que vivimos en su periodo de administración previo. Basta revisar su postura de hace algunos días en la que amenaza con subir los aranceles un 25% a todos los productos de origen mexicano en caso de que el gobierne no frene el flujo migratorio y de estupefacientes. Si bien es un periodo electoral y posteriormente se suelen ajustar estos dichos, esta manera de hacer política, sin duda, será un reto para las autoridades mexicanas.
Los tres ejes de mayor impacto en la economía mexicana están relacionados a la migración comercio y seguridad. Todos ellos tienen un efecto directo en la economía por las implicaciones en el gasto público, crecimiento y deuda.
Por ejemplo, en caso de que existan mayores exigencias en temas migratorios, la consecuencia obvia se traduce en un mayor gasto en los controles migratorios en el sur de la frontera, en donde en algún momento se ha incluido incluso el despliegue del Ejército y la Guardia Nacional; pero también esos gastos —dependiendo de los escenarios— se extenderían en el manejo, cuidado y manutención de flujos migratorios provenientes de la frontera norte.
En temas comerciales, ambos candidatos se han mostrado firmes en torno a la participación de productos asiáticos, en particular de origen chino, y en cómo se podría estar usando a nuestro país como un trampolín hacia Estados Unidos. En el caso comercial, este eje se extiende a una serie de vertientes que van desde las relacionadas al comercio de maíz transgénico y reglas de importación hasta diferencias en términos de derechos laborales derivadas de las recientes privatizaciones, y un largo etcétera.
En temas de seguridad, uno de los aspectos más delicados está relacionado con el trasiego de estupefacientes y la posible coordinación o no de temas de seguridad entre ambos países, los cuales han subido de tono durante los últimos meses.
Todos estos fenómenos tienen un impacto en diversas métricas en el soberano, ya sea a nivel de balance por el lado del gasto, impactos por volatilidad en el tipo de cambio, factores que se traducen rápidamente en el crecimiento en general del país y, por lo tanto, en la trayectoria de deuda en un contexto de desaceleración y de intento de consolidación fiscal. Son varios temas que provocarán que las siguientes semanas empiecen a ser definitorias sobre muchos aspectos, incluyendo la trayectoria de la calificación soberana de México. Al tiempo.
*Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings