/ martes 24 de diciembre de 2019

Elogio de la tolerancia (II)

El creador artístico en muchas ocasiones es un adelantado a su tiempo y actúa como activista de causas sociales o políticas. El cuadro de Zapata no es el primer caso de iconoclasia en México. Recuerdo hace unos 30 años, se presentó en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, una obra en la que se exhibía la imagen de la virgen de Guadalupe con los senos desnudos y la cara de Marilyn Monroe.

Entonces la reacción de protesta fue enorme, y la obra se retiró del museo. Los tiempos han cambiado pero las emociones no, de modo que los enfrentamientos por la expresión artística irreverente y el rechazo a su contenido, siguen vigentes y en una sociedad que, como señaló el presidente, requiere diálogo y entendimiento, es indispensable conocer las implicaciones de las obras. En su tiempo, el creador de lo que parecía un atentado a las creencias religiosas quería poner de relieve la hipocresía respecto al sexo.

Alguna vez sostuvo en un medio de comunicación: “Estoy muy orgulloso de todo lo que logré con la Virgen Marilyn, porque es una obra que entendieron en todo el mundo influenciado por Occidente, porque Marilyn es un símbolo de la sexualidad y el otro de la virginidad, y yo los uní. Eso todo mundo lo entendió. Si no veías la obra, te la platicaban y en tu cabeza la veías perfectamente. La Virgen de Guadalupe con la cara de Marilyn Monroe y los senos descubiertos. Fue un acontecimiento muy importante para México, salió en todo el mundo, en América, Europa, Asia, África y Oceanía”. De modo que el artista que quiere transmitir una idea o un sentimiento busca precisamente agitar las conciencias de quienes ven, escuchan o degustan su obra.

En este contexto, la parte más interesante de la pintura que hoy causa polémica es la sugerencia de una relación zoofílica entre el jinete y su montura. El tema es de alta sensibilidad. La cuestión es si si se trata de una referencia simbólica a lo que podría ser considerado como una preferencia sexual al estilo atribuido a Catalina La Grande, y si la aberración que esto constituye desde los parámetros morales actualmente vigentes, podría eventualmente ser superada como otras conductas que en el pasado eran estigmatizadas como desviaciones y hasta prohibidas jurídicamente.

¿Deberá agregarse una “Z” a las iniciales de la comunidad LGTBI? No se trata de un cuestionamiento sarcástico, sino de la necesidad de poner sobre la mesa todo lo que haya que debatir en estas materias. En una sociedad democrática ningún asunto puede estar exento de analizarse con apertura y claridad. La zoofilia está ya en el ámbito de la discusión en otras latitudes planteándose, por un lado el tema de la soledad y de la preferencia individual y, por otro, los derechos de los animales y la imposibilidad de obtener su consentimiento para estos fines y, por lo tanto, exigir el respeto a tales derecho. Estoy totalmente en contra de la zoofilia, pero a favor de que cualquier asunto por escabroso que sea, pueda debatirse públicamente. Que quien proponga un tema, por escandalizante que sea, tenga el derecho de discutirlo públicamente con seriedad, pero también la obligación de escuchar a quienes no están de acuerdo. Yo estaría, en esa discusión totalmente en contra del añadido de la “Z”, pero no se puede dejar de reconocer que las posiciones contra la diversidad sexual han sido consistentemente derrotadas. En otros tiempos, discutir la despenalización de la homosexualidad parecía impensable. Hasta hace pocas décadas, lo que era considerado como una aberración, hoy es generalmente admitido como normal.

Una vez que estas cuestiones han entrado a la discusión pública es insoslayable admitir sus implicaciones trascendentales, así como la creciente crispación entre defensores de determinadas causas y quienes opinan o actúan distinto. Ejemplos no faltan: aborto, diversidad sexual, corridasde toros o daño ambiental, principalmente. Están ahora sometidos a examen asuntos como la frontera entre libertad de expresión y el empleo antijurídico de la misma; las formas y límites de la libertad de manifestación pública; los parámetros con los que se mide el uso de ciertas expresiones y la preservación de la convivencia pacífica en una sociedad plural. Este último elemento es toral. Si admitimos que la pluralidad es una característica de nuestra sociedad, la cual valoramos positivamente, la consecuencia inevitable es que tenemos que respetar y tolerar la más amplia libertad de manifestación de esa pluralidad. El respeto recíproco a todas las expresiones es garantía de tranquilidad social. Ello no implica aceptarlas o no combatirlas a través de la expresión de nuestro propio sentir, pero eso no autoriza a nadie a pretender suprimirlas o enfrentarlas violentamente. Vale la pena, en consecuencia, reflexionar sobre la naturaleza de la “ofensa”, que está en el centro de la reacción individual o colectiva frente a la conducta de otro. (Continuará)

El creador artístico en muchas ocasiones es un adelantado a su tiempo y actúa como activista de causas sociales o políticas. El cuadro de Zapata no es el primer caso de iconoclasia en México. Recuerdo hace unos 30 años, se presentó en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, una obra en la que se exhibía la imagen de la virgen de Guadalupe con los senos desnudos y la cara de Marilyn Monroe.

Entonces la reacción de protesta fue enorme, y la obra se retiró del museo. Los tiempos han cambiado pero las emociones no, de modo que los enfrentamientos por la expresión artística irreverente y el rechazo a su contenido, siguen vigentes y en una sociedad que, como señaló el presidente, requiere diálogo y entendimiento, es indispensable conocer las implicaciones de las obras. En su tiempo, el creador de lo que parecía un atentado a las creencias religiosas quería poner de relieve la hipocresía respecto al sexo.

Alguna vez sostuvo en un medio de comunicación: “Estoy muy orgulloso de todo lo que logré con la Virgen Marilyn, porque es una obra que entendieron en todo el mundo influenciado por Occidente, porque Marilyn es un símbolo de la sexualidad y el otro de la virginidad, y yo los uní. Eso todo mundo lo entendió. Si no veías la obra, te la platicaban y en tu cabeza la veías perfectamente. La Virgen de Guadalupe con la cara de Marilyn Monroe y los senos descubiertos. Fue un acontecimiento muy importante para México, salió en todo el mundo, en América, Europa, Asia, África y Oceanía”. De modo que el artista que quiere transmitir una idea o un sentimiento busca precisamente agitar las conciencias de quienes ven, escuchan o degustan su obra.

En este contexto, la parte más interesante de la pintura que hoy causa polémica es la sugerencia de una relación zoofílica entre el jinete y su montura. El tema es de alta sensibilidad. La cuestión es si si se trata de una referencia simbólica a lo que podría ser considerado como una preferencia sexual al estilo atribuido a Catalina La Grande, y si la aberración que esto constituye desde los parámetros morales actualmente vigentes, podría eventualmente ser superada como otras conductas que en el pasado eran estigmatizadas como desviaciones y hasta prohibidas jurídicamente.

¿Deberá agregarse una “Z” a las iniciales de la comunidad LGTBI? No se trata de un cuestionamiento sarcástico, sino de la necesidad de poner sobre la mesa todo lo que haya que debatir en estas materias. En una sociedad democrática ningún asunto puede estar exento de analizarse con apertura y claridad. La zoofilia está ya en el ámbito de la discusión en otras latitudes planteándose, por un lado el tema de la soledad y de la preferencia individual y, por otro, los derechos de los animales y la imposibilidad de obtener su consentimiento para estos fines y, por lo tanto, exigir el respeto a tales derecho. Estoy totalmente en contra de la zoofilia, pero a favor de que cualquier asunto por escabroso que sea, pueda debatirse públicamente. Que quien proponga un tema, por escandalizante que sea, tenga el derecho de discutirlo públicamente con seriedad, pero también la obligación de escuchar a quienes no están de acuerdo. Yo estaría, en esa discusión totalmente en contra del añadido de la “Z”, pero no se puede dejar de reconocer que las posiciones contra la diversidad sexual han sido consistentemente derrotadas. En otros tiempos, discutir la despenalización de la homosexualidad parecía impensable. Hasta hace pocas décadas, lo que era considerado como una aberración, hoy es generalmente admitido como normal.

Una vez que estas cuestiones han entrado a la discusión pública es insoslayable admitir sus implicaciones trascendentales, así como la creciente crispación entre defensores de determinadas causas y quienes opinan o actúan distinto. Ejemplos no faltan: aborto, diversidad sexual, corridasde toros o daño ambiental, principalmente. Están ahora sometidos a examen asuntos como la frontera entre libertad de expresión y el empleo antijurídico de la misma; las formas y límites de la libertad de manifestación pública; los parámetros con los que se mide el uso de ciertas expresiones y la preservación de la convivencia pacífica en una sociedad plural. Este último elemento es toral. Si admitimos que la pluralidad es una característica de nuestra sociedad, la cual valoramos positivamente, la consecuencia inevitable es que tenemos que respetar y tolerar la más amplia libertad de manifestación de esa pluralidad. El respeto recíproco a todas las expresiones es garantía de tranquilidad social. Ello no implica aceptarlas o no combatirlas a través de la expresión de nuestro propio sentir, pero eso no autoriza a nadie a pretender suprimirlas o enfrentarlas violentamente. Vale la pena, en consecuencia, reflexionar sobre la naturaleza de la “ofensa”, que está en el centro de la reacción individual o colectiva frente a la conducta de otro. (Continuará)