/ miércoles 19 de junio de 2019

¿Empresarios de rodillas?

Por el contrario. A pesar de la “cordialidad” que se vio en la firma del acuerdo para inversiones -entre el presidente López Obrador y el Consejo Mexicano de hombres de negocios-, son muchos los que prefieren seguir con la cartera cerrada.

Según un buen amigo, con acceso a fuertes empresarios, a la mayoría, el que se dijera que van a invertir 600 y tantos millones de pesos –en plan mancuerna con el gobiernolos tomó por sorpresa. Insisten en que llegaron a la reunión sin conocer el dato y que los números se los sacó el tlatoani de la manga.

Cierto o no, la realidad es que la incertidumbre campea y la desconfianza en quien cambia de ideas de la noche a la mañana, resulta disfuncional. La cancelación del Aeropuerto de Texcoco, a nivel nacional e internacional, prendió focos rojos a la perspectiva de meter dinero en obras que, de acuerdo al humor de las mañaneras, podrían condenarse al fracaso.

Alfonso Romo, el regiomontano que se decidió a seguir a AMLO hasta la ignominia –así lo ha tratado-, ni es tan querido entre un sector de los ricachones nacionales, ni se pueden creer sus ofertas, desde el momento en que, cuando se las transmite al jefe, se lleva un descolón.

No hay que olvidar que se comprometió con algunos millonarietas, a que Texcoco podría seguir, a cargo de ellos. Una “consulta” amañada y vergonzosa, fue el pretexto del tabasqueño para clausurarlo y dejar en ridículo a su jefe de gabinete.

Él persiste y maniobra para convencer a los señores del dinero, de las bondades de cooperar con la 4T. Otro que lo intenta es el recién nombrado Presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar. De súbito se ha transformado en jilguero del Régimen, a extremos de que, muchos de los afiliados lo ponen en tela de juicio y dudan de una gestión en la que no se sienten representados.

Su discurso en Tijuana enrojeció a muchos. Se entiende el que haya diálogo con la máxima autoridad, con respeto y guardando las formas, pero de eso a convertirse en lamebotas, hay un abismo. Se dice que, el exdirector de una de las más conocidas empresas de Nuevo León -Femsa-, tiene el beneplácito de AMLO para acceder a la gubernatura, bajo el membrete de Morena. ¡Se vende por un plato de lentejas y ni siquiera está hambreado!

Romo también es nativo de la entidad y pudiera tener aspiraciones similares, aunque en su caso debería ocupar el primer lugar, desde el momento en que fue afín a López Obrador, desde hace varios años.

A diferencia de los dimes y diretes de Salazar, otro dirigente, Gustavo de Hoyos -Coparmex-, se lleva las simpatías de sus agremiados y de los tantos opuestos a las políticas erráticas del sexenio.

De Hoyos rechaza la cancelación del NAIM y se adhiere a las muchas peticiones de Amparo, de distintos grupos sociales, para que se evite que se cubran con agua, los trabajos realizados y que se construya Santa Lucía.

Un grupo de ciudadanos acudió a los tribunales -# No más derroches- y ya cuentan con siete Amparos, a favor de que se detenga Santa Lucía, de la que no hay estudio de Impacto Ambiental, ni de seguridad aeronáutica y no se inunde lo hecho en Texcoco.

En su monólogo matutino, AMLO los hostilizó y agredió incluso, a un Colegio de Abogados, que se quejaron por su afirmación de que, “con Amparos va a haber obra” (Las Instituciones al diablo).

Sin inversión no hay crecimiento; sin certidumbre no habrá inversión, para desgracia de los mexicanos.

Por el contrario. A pesar de la “cordialidad” que se vio en la firma del acuerdo para inversiones -entre el presidente López Obrador y el Consejo Mexicano de hombres de negocios-, son muchos los que prefieren seguir con la cartera cerrada.

Según un buen amigo, con acceso a fuertes empresarios, a la mayoría, el que se dijera que van a invertir 600 y tantos millones de pesos –en plan mancuerna con el gobiernolos tomó por sorpresa. Insisten en que llegaron a la reunión sin conocer el dato y que los números se los sacó el tlatoani de la manga.

Cierto o no, la realidad es que la incertidumbre campea y la desconfianza en quien cambia de ideas de la noche a la mañana, resulta disfuncional. La cancelación del Aeropuerto de Texcoco, a nivel nacional e internacional, prendió focos rojos a la perspectiva de meter dinero en obras que, de acuerdo al humor de las mañaneras, podrían condenarse al fracaso.

Alfonso Romo, el regiomontano que se decidió a seguir a AMLO hasta la ignominia –así lo ha tratado-, ni es tan querido entre un sector de los ricachones nacionales, ni se pueden creer sus ofertas, desde el momento en que, cuando se las transmite al jefe, se lleva un descolón.

No hay que olvidar que se comprometió con algunos millonarietas, a que Texcoco podría seguir, a cargo de ellos. Una “consulta” amañada y vergonzosa, fue el pretexto del tabasqueño para clausurarlo y dejar en ridículo a su jefe de gabinete.

Él persiste y maniobra para convencer a los señores del dinero, de las bondades de cooperar con la 4T. Otro que lo intenta es el recién nombrado Presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar. De súbito se ha transformado en jilguero del Régimen, a extremos de que, muchos de los afiliados lo ponen en tela de juicio y dudan de una gestión en la que no se sienten representados.

Su discurso en Tijuana enrojeció a muchos. Se entiende el que haya diálogo con la máxima autoridad, con respeto y guardando las formas, pero de eso a convertirse en lamebotas, hay un abismo. Se dice que, el exdirector de una de las más conocidas empresas de Nuevo León -Femsa-, tiene el beneplácito de AMLO para acceder a la gubernatura, bajo el membrete de Morena. ¡Se vende por un plato de lentejas y ni siquiera está hambreado!

Romo también es nativo de la entidad y pudiera tener aspiraciones similares, aunque en su caso debería ocupar el primer lugar, desde el momento en que fue afín a López Obrador, desde hace varios años.

A diferencia de los dimes y diretes de Salazar, otro dirigente, Gustavo de Hoyos -Coparmex-, se lleva las simpatías de sus agremiados y de los tantos opuestos a las políticas erráticas del sexenio.

De Hoyos rechaza la cancelación del NAIM y se adhiere a las muchas peticiones de Amparo, de distintos grupos sociales, para que se evite que se cubran con agua, los trabajos realizados y que se construya Santa Lucía.

Un grupo de ciudadanos acudió a los tribunales -# No más derroches- y ya cuentan con siete Amparos, a favor de que se detenga Santa Lucía, de la que no hay estudio de Impacto Ambiental, ni de seguridad aeronáutica y no se inunde lo hecho en Texcoco.

En su monólogo matutino, AMLO los hostilizó y agredió incluso, a un Colegio de Abogados, que se quejaron por su afirmación de que, “con Amparos va a haber obra” (Las Instituciones al diablo).

Sin inversión no hay crecimiento; sin certidumbre no habrá inversión, para desgracia de los mexicanos.

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