/ lunes 7 de mayo de 2018

Empresarios y el proceso electoral

Entre los elementos con los que el siglo XXI posicionó a la democracia mexicana, como una de las más plurales de América, es el hecho de la disolución del corporativismo posrevolucionario que dio origen al “tripartismo” como modelo de gobernanza y pactos de actuación entre gobierno, trabajadores y empresarios para enfrentar los retos del desarrollo.

Esto se debe a la emergencia de la denominada “sociedad civil”, concepto vago e impreciso, ya que todos somos sociedad civil o ciudadanía, y este concepto se ve limitado para poder expresar la diversidad de intereses y sectores que lo engloban.

Es entonces que surge con fuerza, el concepto de “grupos de interés”, el cual si expresa la diversidad, el poder económico y el origen de diversos grupos que participan en la gobernanza económica, más allá de empresarios, gobierno y trabajadores. De hecho, tanto organizaciones financieras internacionales, como oficinas de planeación económica, exigen el mapeo de los grupos de interés y su influencia en los proyectos de inversión.

Es mandatorio pera cualquier crédito sindicado contar con certificaciones y análisis de riesgos que involucran a los grupos de interés y su poder de influencia en dichos proyectos. El Banco Interamericano de Desarrollo, la Cooperación Andina de Fomento y el Banco Mundial exigen sendos estudios de impacto social y ambiental de las inversiones para poder autorizar sus créditos.

En la Guía de Responsabilidad Social de ISO (ISO 26000), también se establece la obligatoriedad de revisar las posiciones de los grupos de interés en donde se incluye a los gobiernos, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, proveedores, vecinos, consumidores y comunidades en esta definición. Por tanto, no es de extrañar que el diálogo social se haya enriquecido y que las estructuras corporativas disminuyan su peso específico como sector de negociación y/o contrapeso.

Los organismos empresariales han perdido espacio y liderazgo, se afanan por organizar eventos que influyan en el proceso electoral mediante la difusión de las propuestas de la y los candidatos a la presidencia de la república, según esto, para contrastar las ideas, para perfilar favoritos y para comprometer a los mismos con premisas básicas de su sector, como la libertad económica, la defensa de la propiedad privada, la importancia de la inversión pública como palanca de crecimiento, la desregulación como oportunidad de mejora y productividad, así como en otros temas de interés, como los tratados comerciales, la estabilidad macroeconómica, el control de la inflación, la autonomía del Banco de México, la competitividad de los sectores y la seguridad de las inversiones.

Las Cámaras y confederaciones son instituciones privadas de interés público, reguladas por la Ley de Cámaras y sus Confederaciones que expresamente les prohíbe participar en política partidista y en las elecciones. Su papel tiene que ver más con el despliegue de las políticas económicas y la gobernanza de los instrumentos de promoción industrial, y su contrapeso específico, se da en dos ámbitos, en la mesa de negociación sobre planes y proyectos dedesarrollo, pero también de manera mediática, expresando posturas sobre diferentes materias. Otros organismos empresariales son asociaciones civiles a las cuales, no sólo se les limita para participar en política partidista y elecciones, sino que también se les limita para actividades que busquen modificar la ley.

Por ambos lados, por asociaciones civiles o por cámaras y confederaciones, la incidencia empresarial en las campañas políticas está limitada por la ley electoral, la ley de Cámaras y otros ordenamientos. Es así como hemos visto distintos protagonismos empresariales que enfatizan su postura liberal y comprometida con la inversión y el empleo, pero también en contraposición de propuestas o ideas de campaña que lesionan esta visión y que siembra la duda, la incertidumbre y el miedo en este sector en particular.

Es muy claro el porqué, los grupos de interés ven limitado su accionar en la gobernanza y más aún en la política, ya que la narrativa de las campañas obliga a los candidatos a proponer, instigar y argumentar sobre diversos aspectos de la vida pública y de la política económica. Sin embargo, establecer un diálogo adversarial con la y los candidatos, puede ser claramente visto como una intervención “interesada” en el proceso electoral y mediáticamente ser manipulada, para bien o para mal de sus proponentes.

Por ejemplo, resaltan los diálogos con candidatos del CCE, CMIC, ANTAD, CMN, la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión y con la Asociación de Banqueros de México, que lejos de poner una cancha neutral para la y los candidatos, establecieron las bases y la plataforma para poner ideas y propuestas incómodas o francamente riesgosas para los grupos de interés económico y polemizar ampliamente con el candidato puntero en las preferencias.

La polémica está sobre la mesa, la narrativa y las posiciones polarizantes también. Las instituciones empresariales deben ser muy cuidadosas en estas arenas movedizas y servir de coadyuvantes al proceso electoral con llamados al voto, a la tolerancia, al contraste de ideas, así como de un espacio representativo para obtener compromisos claros de la y los candidatos para enriquecer la agenda pública. Querer imponer su propia agenda como sector empresarial puede llevar, no sólo a desencuentros, sino a respuestas directas y como dice el dicho, “el que se lleva se aguanta”.

Entre los elementos con los que el siglo XXI posicionó a la democracia mexicana, como una de las más plurales de América, es el hecho de la disolución del corporativismo posrevolucionario que dio origen al “tripartismo” como modelo de gobernanza y pactos de actuación entre gobierno, trabajadores y empresarios para enfrentar los retos del desarrollo.

Esto se debe a la emergencia de la denominada “sociedad civil”, concepto vago e impreciso, ya que todos somos sociedad civil o ciudadanía, y este concepto se ve limitado para poder expresar la diversidad de intereses y sectores que lo engloban.

Es entonces que surge con fuerza, el concepto de “grupos de interés”, el cual si expresa la diversidad, el poder económico y el origen de diversos grupos que participan en la gobernanza económica, más allá de empresarios, gobierno y trabajadores. De hecho, tanto organizaciones financieras internacionales, como oficinas de planeación económica, exigen el mapeo de los grupos de interés y su influencia en los proyectos de inversión.

Es mandatorio pera cualquier crédito sindicado contar con certificaciones y análisis de riesgos que involucran a los grupos de interés y su poder de influencia en dichos proyectos. El Banco Interamericano de Desarrollo, la Cooperación Andina de Fomento y el Banco Mundial exigen sendos estudios de impacto social y ambiental de las inversiones para poder autorizar sus créditos.

En la Guía de Responsabilidad Social de ISO (ISO 26000), también se establece la obligatoriedad de revisar las posiciones de los grupos de interés en donde se incluye a los gobiernos, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, proveedores, vecinos, consumidores y comunidades en esta definición. Por tanto, no es de extrañar que el diálogo social se haya enriquecido y que las estructuras corporativas disminuyan su peso específico como sector de negociación y/o contrapeso.

Los organismos empresariales han perdido espacio y liderazgo, se afanan por organizar eventos que influyan en el proceso electoral mediante la difusión de las propuestas de la y los candidatos a la presidencia de la república, según esto, para contrastar las ideas, para perfilar favoritos y para comprometer a los mismos con premisas básicas de su sector, como la libertad económica, la defensa de la propiedad privada, la importancia de la inversión pública como palanca de crecimiento, la desregulación como oportunidad de mejora y productividad, así como en otros temas de interés, como los tratados comerciales, la estabilidad macroeconómica, el control de la inflación, la autonomía del Banco de México, la competitividad de los sectores y la seguridad de las inversiones.

Las Cámaras y confederaciones son instituciones privadas de interés público, reguladas por la Ley de Cámaras y sus Confederaciones que expresamente les prohíbe participar en política partidista y en las elecciones. Su papel tiene que ver más con el despliegue de las políticas económicas y la gobernanza de los instrumentos de promoción industrial, y su contrapeso específico, se da en dos ámbitos, en la mesa de negociación sobre planes y proyectos dedesarrollo, pero también de manera mediática, expresando posturas sobre diferentes materias. Otros organismos empresariales son asociaciones civiles a las cuales, no sólo se les limita para participar en política partidista y elecciones, sino que también se les limita para actividades que busquen modificar la ley.

Por ambos lados, por asociaciones civiles o por cámaras y confederaciones, la incidencia empresarial en las campañas políticas está limitada por la ley electoral, la ley de Cámaras y otros ordenamientos. Es así como hemos visto distintos protagonismos empresariales que enfatizan su postura liberal y comprometida con la inversión y el empleo, pero también en contraposición de propuestas o ideas de campaña que lesionan esta visión y que siembra la duda, la incertidumbre y el miedo en este sector en particular.

Es muy claro el porqué, los grupos de interés ven limitado su accionar en la gobernanza y más aún en la política, ya que la narrativa de las campañas obliga a los candidatos a proponer, instigar y argumentar sobre diversos aspectos de la vida pública y de la política económica. Sin embargo, establecer un diálogo adversarial con la y los candidatos, puede ser claramente visto como una intervención “interesada” en el proceso electoral y mediáticamente ser manipulada, para bien o para mal de sus proponentes.

Por ejemplo, resaltan los diálogos con candidatos del CCE, CMIC, ANTAD, CMN, la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión y con la Asociación de Banqueros de México, que lejos de poner una cancha neutral para la y los candidatos, establecieron las bases y la plataforma para poner ideas y propuestas incómodas o francamente riesgosas para los grupos de interés económico y polemizar ampliamente con el candidato puntero en las preferencias.

La polémica está sobre la mesa, la narrativa y las posiciones polarizantes también. Las instituciones empresariales deben ser muy cuidadosas en estas arenas movedizas y servir de coadyuvantes al proceso electoral con llamados al voto, a la tolerancia, al contraste de ideas, así como de un espacio representativo para obtener compromisos claros de la y los candidatos para enriquecer la agenda pública. Querer imponer su propia agenda como sector empresarial puede llevar, no sólo a desencuentros, sino a respuestas directas y como dice el dicho, “el que se lleva se aguanta”.