/ sábado 27 de marzo de 2021

En México, los militares ya están en todos lados

Joseph Fouché, el ministro de la policía francesa a principios del siglo XIX considerado el padre del espionaje y cuyas estrategias siguen vigentes, advirtió que “es fácil sacar a los militares a las calles; lo complicado es regresarlos a sus cuarteles”.

En países como México, sin conflictos extraterritoriales ni una guerra civil declarada, pero invadido por el crimen organizado, una pregunta constante es ¿qué hacemos con el Ejército?

En pleno siglo XXI, el expresidente espurio Felipe Calderón (2006-2012) confirmó lo dicho por Fouché 200 años atrás, pues con la complicidad de Vicente Fox, Marta Sahagún, Elba Esther Gordillo y Norberto Rivera, se robó la Presidencia de la República, por lo que se vio obligado a gobernar sobre bayonetas, en un intento por legitimar su gobierno que dejó un saldo sangriento de 121 mil 683 muertos y unos 26 mil desaparecidos, según cifras oficiales del Inegi.

Apenas transcurridos tres días de sentarse en la silla presidencial, Felipe Calderón mandó a los militares a las calles, así inició lo que él mismo definió como “la guerra contra el narco”, una estructura que se fortaleció con Ernesto Zedillo y se agudizo con Vicente Fox.

Con el regreso del priismo a Los Pinos, en el 2012, en la imagen de Enrique Peña Nieto, los elementos de la Secretaría de la Defensa continuaron en labores de seguridad pública, que le son ajenas e inconstitucionales, pero fue necesario mantenerlas ahí, porque eran los únicos capaces de enfrentarse a los miles de delincuentes que se apoderaron del país.

Peña Nieto, al concluir su administración, dejó más de 130 mil muertos, cifra superior a la del espurio Calderón. De los desaparecidos, se estima que fueron más de 50 mil.

El utilizar a los militares en labores que le son ajenas durante los sexenios de Fox, Calderón y Peña, provocó el desgaste de la única institución en el país que, durante décadas, había sido respetada por el pueblo, incluso se decía que no se podía hablar de la Virgen, el Presidente ni del Ejército, que solo aparecía para ayudar en época de desastres naturales.

TREN, VACUNA Y LA QUEJA DE UN SECRETARIO

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, el Ejército continúa en las calles, pero también han ampliado su presencia a otros sectores que, anteriormente, le eran aún más ajenos que la seguridad pública.

Vamos por los tres anuncios más recientes realizados por el Presidente López Obrador y que son de mayor trascendencia.

El viernes de la semana pasada, de gira por Veracruz, el Primer Mandatario anunció que el corredor del Istmo de Tehuantepec, que conectará a los puertos de Coatzacoalcos con Salina Cruz, en Oaxaca, se entregará a la Secretaría de Marina y a los estados de Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca.

“Todo este corredor, tenemos el tren Palenque-Coatzacoalcos, el Tren del Istmo, Coatzacoalcos-Salina Cruz, también de Ixtepec a Tapachula, los dos puertos, los parques industriales, todo este complejo va a estar a cargo, se le va a entregar a la Secretaría de Marina y a los estados de Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca, ese es el plan que se tiene para el desarrollo económico de esta región”, anunció AMLO.

El pasado lunes 22 de marzo, llamó la atención la declaración del secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis, quien se quejó porque son ingenieros militares y no civiles, quienes construyen la obra más importante de la 4T; el aeropuerto de Santa Lucía.

“En lo personal, considero muy importante que seamos los profesionales de la ingeniería civil quienes la dirijan (la SCT) y tengan en sus manos la responsabilidad de guiar su camino. A lo mejor me corren por eso, porque ahora están de moda los ingenieros militares”, fue lo que dijo Arganis en un evento transmitido por internet, el cual fue borrado horas más tarde.

Desde su campaña, López Obrador se comprometió a construir la nueva terminal aérea en la base militar (otra vez los militares), que ellos mismos la construiría y operarían.

AMLO Y SU CERCANÍA CON EL EJÉRCITO

El miércoles de esta semana, AMLO metió a los soldados y marinos en una nueva labor: la vacunación contra el coronavirus para adultos mayores, bajo el argumento de acelerar la inmunización de ese sector de la sociedad que, ha prometido, debe concluir en abril y hay un rezago del 75 por ciento.

“Va a intervenir la Secretaría de Marina, de la Defensa, todo el personal médico, para vacunar a más personas en estos días; vamos a incrementar el número de vacunados diarios”, anunció durante la conferencia matutina.

Raúl Benítez Manaut, investigador de la UNAM especialista en seguridad pública y nacional, escribió en diciembre de 2018:

“El arribo de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México dibujará un nuevo escenario en las relaciones entre el gobierno y los militares. El nuevo presidente de centroizquierda ha sido crítico del desempeño militar y de la propia concepción de la «guerra contra el narcotráfico». Los desafíos son de gran magnitud: el narcotráfico y la corrupción han creado un callejón sin salida para el Estado mexicano, mientras miles de mexicanos son asesinados y desaparecen cada año en un espiral de violencia que sigue activo.”

Además, Benítez Manaut reconoce:

“La teoría militar liberal señala que la profesión militar se debe centrar en la preparación para la guerra, sea esta defensiva u ofensiva, ya sea para defender el territorio, proteger los intereses nacionales y a la población, ampliar el poder de un país o participar en misiones internacionales para mantener la estabilidad del sistema global. Sin embargo, en los países con bajo nivel de desarrollo socioeconómico, el Estado presenta malformaciones, un desarrollo excesivo de algunas instituciones y deficitario de otras, lo que lleva a los militares a ocuparse de múltiples misiones no castrenses. En México, después de 197 años de independencia, el Estado sigue requiriendo de los militares para su sostenimiento en áreas fundamentales como la seguridad pública en muchas regiones del país.”

Por momentos, parece que el combate a la delincuencia organizada se ha descuidado, porque la sangre sigue corriendo en todo el país ante el fracaso de las policías en sus tres niveles, mientras los militares están ocupados en otras labores que le son tan ajenas como las que le impuso Calderón.

El próximo sábado me tomaré un descanso, por lo que nos volveremos a leer el sábado 10 de abril.


manuelmejidot@gmail.com

Joseph Fouché, el ministro de la policía francesa a principios del siglo XIX considerado el padre del espionaje y cuyas estrategias siguen vigentes, advirtió que “es fácil sacar a los militares a las calles; lo complicado es regresarlos a sus cuarteles”.

En países como México, sin conflictos extraterritoriales ni una guerra civil declarada, pero invadido por el crimen organizado, una pregunta constante es ¿qué hacemos con el Ejército?

En pleno siglo XXI, el expresidente espurio Felipe Calderón (2006-2012) confirmó lo dicho por Fouché 200 años atrás, pues con la complicidad de Vicente Fox, Marta Sahagún, Elba Esther Gordillo y Norberto Rivera, se robó la Presidencia de la República, por lo que se vio obligado a gobernar sobre bayonetas, en un intento por legitimar su gobierno que dejó un saldo sangriento de 121 mil 683 muertos y unos 26 mil desaparecidos, según cifras oficiales del Inegi.

Apenas transcurridos tres días de sentarse en la silla presidencial, Felipe Calderón mandó a los militares a las calles, así inició lo que él mismo definió como “la guerra contra el narco”, una estructura que se fortaleció con Ernesto Zedillo y se agudizo con Vicente Fox.

Con el regreso del priismo a Los Pinos, en el 2012, en la imagen de Enrique Peña Nieto, los elementos de la Secretaría de la Defensa continuaron en labores de seguridad pública, que le son ajenas e inconstitucionales, pero fue necesario mantenerlas ahí, porque eran los únicos capaces de enfrentarse a los miles de delincuentes que se apoderaron del país.

Peña Nieto, al concluir su administración, dejó más de 130 mil muertos, cifra superior a la del espurio Calderón. De los desaparecidos, se estima que fueron más de 50 mil.

El utilizar a los militares en labores que le son ajenas durante los sexenios de Fox, Calderón y Peña, provocó el desgaste de la única institución en el país que, durante décadas, había sido respetada por el pueblo, incluso se decía que no se podía hablar de la Virgen, el Presidente ni del Ejército, que solo aparecía para ayudar en época de desastres naturales.

TREN, VACUNA Y LA QUEJA DE UN SECRETARIO

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, el Ejército continúa en las calles, pero también han ampliado su presencia a otros sectores que, anteriormente, le eran aún más ajenos que la seguridad pública.

Vamos por los tres anuncios más recientes realizados por el Presidente López Obrador y que son de mayor trascendencia.

El viernes de la semana pasada, de gira por Veracruz, el Primer Mandatario anunció que el corredor del Istmo de Tehuantepec, que conectará a los puertos de Coatzacoalcos con Salina Cruz, en Oaxaca, se entregará a la Secretaría de Marina y a los estados de Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca.

“Todo este corredor, tenemos el tren Palenque-Coatzacoalcos, el Tren del Istmo, Coatzacoalcos-Salina Cruz, también de Ixtepec a Tapachula, los dos puertos, los parques industriales, todo este complejo va a estar a cargo, se le va a entregar a la Secretaría de Marina y a los estados de Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca, ese es el plan que se tiene para el desarrollo económico de esta región”, anunció AMLO.

El pasado lunes 22 de marzo, llamó la atención la declaración del secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis, quien se quejó porque son ingenieros militares y no civiles, quienes construyen la obra más importante de la 4T; el aeropuerto de Santa Lucía.

“En lo personal, considero muy importante que seamos los profesionales de la ingeniería civil quienes la dirijan (la SCT) y tengan en sus manos la responsabilidad de guiar su camino. A lo mejor me corren por eso, porque ahora están de moda los ingenieros militares”, fue lo que dijo Arganis en un evento transmitido por internet, el cual fue borrado horas más tarde.

Desde su campaña, López Obrador se comprometió a construir la nueva terminal aérea en la base militar (otra vez los militares), que ellos mismos la construiría y operarían.

AMLO Y SU CERCANÍA CON EL EJÉRCITO

El miércoles de esta semana, AMLO metió a los soldados y marinos en una nueva labor: la vacunación contra el coronavirus para adultos mayores, bajo el argumento de acelerar la inmunización de ese sector de la sociedad que, ha prometido, debe concluir en abril y hay un rezago del 75 por ciento.

“Va a intervenir la Secretaría de Marina, de la Defensa, todo el personal médico, para vacunar a más personas en estos días; vamos a incrementar el número de vacunados diarios”, anunció durante la conferencia matutina.

Raúl Benítez Manaut, investigador de la UNAM especialista en seguridad pública y nacional, escribió en diciembre de 2018:

“El arribo de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México dibujará un nuevo escenario en las relaciones entre el gobierno y los militares. El nuevo presidente de centroizquierda ha sido crítico del desempeño militar y de la propia concepción de la «guerra contra el narcotráfico». Los desafíos son de gran magnitud: el narcotráfico y la corrupción han creado un callejón sin salida para el Estado mexicano, mientras miles de mexicanos son asesinados y desaparecen cada año en un espiral de violencia que sigue activo.”

Además, Benítez Manaut reconoce:

“La teoría militar liberal señala que la profesión militar se debe centrar en la preparación para la guerra, sea esta defensiva u ofensiva, ya sea para defender el territorio, proteger los intereses nacionales y a la población, ampliar el poder de un país o participar en misiones internacionales para mantener la estabilidad del sistema global. Sin embargo, en los países con bajo nivel de desarrollo socioeconómico, el Estado presenta malformaciones, un desarrollo excesivo de algunas instituciones y deficitario de otras, lo que lleva a los militares a ocuparse de múltiples misiones no castrenses. En México, después de 197 años de independencia, el Estado sigue requiriendo de los militares para su sostenimiento en áreas fundamentales como la seguridad pública en muchas regiones del país.”

Por momentos, parece que el combate a la delincuencia organizada se ha descuidado, porque la sangre sigue corriendo en todo el país ante el fracaso de las policías en sus tres niveles, mientras los militares están ocupados en otras labores que le son tan ajenas como las que le impuso Calderón.

El próximo sábado me tomaré un descanso, por lo que nos volveremos a leer el sábado 10 de abril.


manuelmejidot@gmail.com