/ domingo 26 de junio de 2022

En un mundo furioso (II)

¿Estoy loco yo o los locos son los demás? Era le pregunta que no dejaba de asaltar a Albert Einstein, a diferencia de Julio Cortázar quien, con toda contundencia, proclamaba: “no cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas”, y si alguien lo supo fue Salvador Dalí cuando reconoció: “mi locura es sagrada, no la toquen”. Más realista, en cambio, fue Mark Twain al postular: “vamos a plantearnos que estamos todos locos, eso explicaría cómo somos y resolvería muchos misterios”, presagiando a Carl Jung cuando afirmó: “muéstrame a un hombre cuerdo y lo curaré por ti”.

Sí, estoy convencida que todos estos aforismos -plenos de romántica verdad- nos reflejan la gran certeza del hombre en reconocer que el ser humano navega indistintamente en las aguas de los mares de la locura y la cordura sin poder llegar a delimitar dónde termina una y empieza la otra. Sin embargo, el hecho de reconocer que el mundo se pueda encontrar bajo el dominio potencial de la locura no implica que ésta, tanto como la cordura, puedan ser homogéneas. Menos aún cuando en el mundo contemporáneo el concepto de locura se ha ido eclipsando frente a la antigua categoría jurídica romana relativa a la “furiosidad”. Prueba de ello, el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, en el cual dicho vocablo aparece mayormente vinculado con la ira, irritación, cólera, velocidad y vehemencia, así como con la violencia y agresividad, que con el estado de locura o demencia.

¿Esto implica que el mundo contemporáneo ha dejado hoy en día de estar “loco” o de ser “furioso”? Todo lo contrario. Cumple con ambos sentidos: por un lado, conserva su vínculo “romántico” con la locura y con la antigua connotación jurídico-romana de la furia. Por otro lado, su “furiosidad” se ha potencializado: ha dejado de ser sólo locura, y ha absorbido creciente dosis de violencia, agresividad y homofobia, de tal suerte que nuestro mundo actual es, plenamente, un mundo furioso en el cabal y contemporáneo sentido de la palabra. Y es que si bien en el siglo XIX Goethe refería que la locura era otra forma de manifestarse de la razón, no podría haber dicho lo mismo de la furia actual, ya que más allá de la locura, ideal o clínica, el mundo de hoy es presa de la furia, que más que locura es violencia, arranque pasional e instintivo.

Furia que comenzó a principios del siglo XX a gestarse y manifestarse dentro de las vanguardias artísticas que empezaron a nacer con la nueva centuria en un mundo que rompía con su pasado. Furia como concepto y principio, como lo manifestaron el futurismo, el dadaísmo y el surrealismo, pero furia también con enormes repercusiones sociales, filosóficas, económicas y, por supuesto, políticas. Y es que para entonces la furia se había redimensionado. No podía ser más aquella compañera ancestral de la locura. En el albor del siglo XX, la furia se convirtió en el alma del despertar social y elemento omnipresente tanto en la obra de algunos de los más destacados pensadores de la contemporaneidad, como de las luchas sociales y políticas que tendrían lugar hasta nuestros días.

Desde entonces, la furia ha sido ese motor que ha impulsado odios, iras, cóleras, resentimientos, rencores y sed de venganza entre grupos raciales y entre opositores políticos e ideológicos de distinta naturaleza, hasta alcanzar niveles inconcebibles, al grado de convertir al mundo de nuestros días en uno en el que la furia se ha globalizado. Antes, durante la Primera Guerra Mundial, fue víctima de la furia nacionalista; después, en la Segunda Guerra Mundial, de la furia irracional e inclemente del superhombre contra el “otro”. Hoy, la furia globalizada tiene muchas caras y en cada región del globo terráqueo se manifiesta de modos diversos y atroces.

Y es que creíamos que el siglo XX había sido la más “fiera” de las centurias. ¡Qué equivocados estábamos! El siglo XXI se ha mostrado ya como “digno” heredero de la ferocidad. El ejemplo más cercano: nuestro México, el México que cada día es más feroz.

Una Nación que se sumó fiera en el despertar del siglo XX como lo atestiguó con la Revolución de 1910 y que en la tercera década del siglo XXI ha llegado a niveles de ferocidad jamás soñados: robos, extorsiones, secuestros, trata de personas, desapariciones forzosas, corrupción en todas las modalidades y niveles, ejecuciones masivas, feminicidios, linchamientos, canibalismo, todo esto y más lacera hoy a nuestra Nación, en la que ya no hay piedad por nada ni nadie: niños, jóvenes, mujeres, hombres, adultos de la tercera edad, religiosos, ante el odio y rencor, la ambición y sed de poder, no hay ya freno ni mucho menos compasión o piedad. Y cómo la puede haber si quien debería imponer la ley declara: “a mí que no me vengan con que la ley es la ley”.

Sí, hoy México es una Nación furiosa y sin ley, pero desde 1600, el poeta John Dryden lo dijo: “ten cuidado con la furia de un hombre paciente”, pues cuando un hombre amable se enfurece, las cosas cambian… Advertencia que retomo, pues aplica para toda Nación que es presa de la impunidad.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli


¿Estoy loco yo o los locos son los demás? Era le pregunta que no dejaba de asaltar a Albert Einstein, a diferencia de Julio Cortázar quien, con toda contundencia, proclamaba: “no cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas”, y si alguien lo supo fue Salvador Dalí cuando reconoció: “mi locura es sagrada, no la toquen”. Más realista, en cambio, fue Mark Twain al postular: “vamos a plantearnos que estamos todos locos, eso explicaría cómo somos y resolvería muchos misterios”, presagiando a Carl Jung cuando afirmó: “muéstrame a un hombre cuerdo y lo curaré por ti”.

Sí, estoy convencida que todos estos aforismos -plenos de romántica verdad- nos reflejan la gran certeza del hombre en reconocer que el ser humano navega indistintamente en las aguas de los mares de la locura y la cordura sin poder llegar a delimitar dónde termina una y empieza la otra. Sin embargo, el hecho de reconocer que el mundo se pueda encontrar bajo el dominio potencial de la locura no implica que ésta, tanto como la cordura, puedan ser homogéneas. Menos aún cuando en el mundo contemporáneo el concepto de locura se ha ido eclipsando frente a la antigua categoría jurídica romana relativa a la “furiosidad”. Prueba de ello, el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, en el cual dicho vocablo aparece mayormente vinculado con la ira, irritación, cólera, velocidad y vehemencia, así como con la violencia y agresividad, que con el estado de locura o demencia.

¿Esto implica que el mundo contemporáneo ha dejado hoy en día de estar “loco” o de ser “furioso”? Todo lo contrario. Cumple con ambos sentidos: por un lado, conserva su vínculo “romántico” con la locura y con la antigua connotación jurídico-romana de la furia. Por otro lado, su “furiosidad” se ha potencializado: ha dejado de ser sólo locura, y ha absorbido creciente dosis de violencia, agresividad y homofobia, de tal suerte que nuestro mundo actual es, plenamente, un mundo furioso en el cabal y contemporáneo sentido de la palabra. Y es que si bien en el siglo XIX Goethe refería que la locura era otra forma de manifestarse de la razón, no podría haber dicho lo mismo de la furia actual, ya que más allá de la locura, ideal o clínica, el mundo de hoy es presa de la furia, que más que locura es violencia, arranque pasional e instintivo.

Furia que comenzó a principios del siglo XX a gestarse y manifestarse dentro de las vanguardias artísticas que empezaron a nacer con la nueva centuria en un mundo que rompía con su pasado. Furia como concepto y principio, como lo manifestaron el futurismo, el dadaísmo y el surrealismo, pero furia también con enormes repercusiones sociales, filosóficas, económicas y, por supuesto, políticas. Y es que para entonces la furia se había redimensionado. No podía ser más aquella compañera ancestral de la locura. En el albor del siglo XX, la furia se convirtió en el alma del despertar social y elemento omnipresente tanto en la obra de algunos de los más destacados pensadores de la contemporaneidad, como de las luchas sociales y políticas que tendrían lugar hasta nuestros días.

Desde entonces, la furia ha sido ese motor que ha impulsado odios, iras, cóleras, resentimientos, rencores y sed de venganza entre grupos raciales y entre opositores políticos e ideológicos de distinta naturaleza, hasta alcanzar niveles inconcebibles, al grado de convertir al mundo de nuestros días en uno en el que la furia se ha globalizado. Antes, durante la Primera Guerra Mundial, fue víctima de la furia nacionalista; después, en la Segunda Guerra Mundial, de la furia irracional e inclemente del superhombre contra el “otro”. Hoy, la furia globalizada tiene muchas caras y en cada región del globo terráqueo se manifiesta de modos diversos y atroces.

Y es que creíamos que el siglo XX había sido la más “fiera” de las centurias. ¡Qué equivocados estábamos! El siglo XXI se ha mostrado ya como “digno” heredero de la ferocidad. El ejemplo más cercano: nuestro México, el México que cada día es más feroz.

Una Nación que se sumó fiera en el despertar del siglo XX como lo atestiguó con la Revolución de 1910 y que en la tercera década del siglo XXI ha llegado a niveles de ferocidad jamás soñados: robos, extorsiones, secuestros, trata de personas, desapariciones forzosas, corrupción en todas las modalidades y niveles, ejecuciones masivas, feminicidios, linchamientos, canibalismo, todo esto y más lacera hoy a nuestra Nación, en la que ya no hay piedad por nada ni nadie: niños, jóvenes, mujeres, hombres, adultos de la tercera edad, religiosos, ante el odio y rencor, la ambición y sed de poder, no hay ya freno ni mucho menos compasión o piedad. Y cómo la puede haber si quien debería imponer la ley declara: “a mí que no me vengan con que la ley es la ley”.

Sí, hoy México es una Nación furiosa y sin ley, pero desde 1600, el poeta John Dryden lo dijo: “ten cuidado con la furia de un hombre paciente”, pues cuando un hombre amable se enfurece, las cosas cambian… Advertencia que retomo, pues aplica para toda Nación que es presa de la impunidad.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli