/ miércoles 1 de agosto de 2018

Energía: reversión o reorientación

El programa de política energética anunciado por Andrés Manuel López Obrador constituye el cambio más profundo de cuantos ha hecho públicos el futuro presidente de la República. Ambicioso en su extensión y en su costo, el programa se orienta a restituir al Estado el control de los recursos del subsuelo que el gobierno de Lázaro Cárdenasdevolvió a la nación y representaron durante varios decenios el motor para la industrialización y el desarrollo general del país.

Los cuatro puntos del plan energético del próximo gobierno son y no son una reversión de la reforma al sector de la actual administración. Los ejes de esta nueva política son impulsar la producción de los yacimientos terrestres y en aguas marinas hasta alcanzar la cifra de 2.5 millones de barriles diarios para la exportación y el abasto del consumo interno; la rehabilitación de las seis refinerías que actualmente operan en el país al 30 por ciento de su capacidad y con ello lograr, en dos años, la producción de gasolina suficiente para reducir o eliminar la importación de ese combustible que actualmente proviene en un 80 por ciento del exterior; la construcción de una o dos refinerías, la primera en la terminal marítima de Dos Bocas, Tabasco, para alcanzar la autosuficiencia y reducir las pérdidas que para Petróleos Mexicanos representa la importación. En materia de energía eléctrica, el programa anunciado por López Obrador contempla el aprovechamiento integral de las plantas hidroeléctricas y la generación de energía limpia con la aplicación de modernas tecnologías.

Si la aplicación de estos cuatro puntos de la política energética constituyen o no la reversión de la reforma del sector actualmente en marcha, todo depende de cómo se vea. La secretaria de Energía designada por López Obrador, Rocío Nahle, afirma que se respetarán los más de cien contratos de asociación otorgados a empresas privadas, principalmente en aguas profundas y que la explotación de yacimientos se hará con transferencia de tecnología, pero aprovechando la experiencia y la capacidad de ingenieros y técnicos mexicanos.

No obstante, tras el anuncio del programa energético surgen algunas dudas sobre lo que este plan representará para la economía del país. Importantes calificadoras internacionales manifiestan su inquietud por la posibilidad de obtener los recursos para llevarlo adelante, que según se anunció, serán de 175 mil millones de pesos. En esas opiniones se observa el riesgo de un desequilibrio presupuestal o bien la necesidad de acudir a créditos que incrementen la deuda pública. López Obrador ha asegurado a las organizaciones del sector privado su decisión de mantener la disciplina y el equilibrio fiscal y que los requerimientos para financiar los programas sociales y de infraestructura serán obtenidos de una política de austeridad y economías en el gasto público.

Marcha atrás o reorientación de la política energética, el programa de López Obrador es, de entre las propuestas de la próxima administración el que representa un cambio no sólo en la organización y funcionamiento del aparato gubernamental, sino un intento para retomar la conducción por parte del Estado de uno de los recursos que han sido la palanca para el desarrollo del país.

Srio28@prodigy.net,mx


El programa de política energética anunciado por Andrés Manuel López Obrador constituye el cambio más profundo de cuantos ha hecho públicos el futuro presidente de la República. Ambicioso en su extensión y en su costo, el programa se orienta a restituir al Estado el control de los recursos del subsuelo que el gobierno de Lázaro Cárdenasdevolvió a la nación y representaron durante varios decenios el motor para la industrialización y el desarrollo general del país.

Los cuatro puntos del plan energético del próximo gobierno son y no son una reversión de la reforma al sector de la actual administración. Los ejes de esta nueva política son impulsar la producción de los yacimientos terrestres y en aguas marinas hasta alcanzar la cifra de 2.5 millones de barriles diarios para la exportación y el abasto del consumo interno; la rehabilitación de las seis refinerías que actualmente operan en el país al 30 por ciento de su capacidad y con ello lograr, en dos años, la producción de gasolina suficiente para reducir o eliminar la importación de ese combustible que actualmente proviene en un 80 por ciento del exterior; la construcción de una o dos refinerías, la primera en la terminal marítima de Dos Bocas, Tabasco, para alcanzar la autosuficiencia y reducir las pérdidas que para Petróleos Mexicanos representa la importación. En materia de energía eléctrica, el programa anunciado por López Obrador contempla el aprovechamiento integral de las plantas hidroeléctricas y la generación de energía limpia con la aplicación de modernas tecnologías.

Si la aplicación de estos cuatro puntos de la política energética constituyen o no la reversión de la reforma del sector actualmente en marcha, todo depende de cómo se vea. La secretaria de Energía designada por López Obrador, Rocío Nahle, afirma que se respetarán los más de cien contratos de asociación otorgados a empresas privadas, principalmente en aguas profundas y que la explotación de yacimientos se hará con transferencia de tecnología, pero aprovechando la experiencia y la capacidad de ingenieros y técnicos mexicanos.

No obstante, tras el anuncio del programa energético surgen algunas dudas sobre lo que este plan representará para la economía del país. Importantes calificadoras internacionales manifiestan su inquietud por la posibilidad de obtener los recursos para llevarlo adelante, que según se anunció, serán de 175 mil millones de pesos. En esas opiniones se observa el riesgo de un desequilibrio presupuestal o bien la necesidad de acudir a créditos que incrementen la deuda pública. López Obrador ha asegurado a las organizaciones del sector privado su decisión de mantener la disciplina y el equilibrio fiscal y que los requerimientos para financiar los programas sociales y de infraestructura serán obtenidos de una política de austeridad y economías en el gasto público.

Marcha atrás o reorientación de la política energética, el programa de López Obrador es, de entre las propuestas de la próxima administración el que representa un cambio no sólo en la organización y funcionamiento del aparato gubernamental, sino un intento para retomar la conducción por parte del Estado de uno de los recursos que han sido la palanca para el desarrollo del país.

Srio28@prodigy.net,mx