Una vez concluido un muy dilatado proceso legislativo, pues al menos desde 2005 se venía analizado la pertinencia de ese nuevo recurso jurídico, el debate ha alcanzado a nivel internacional e internacional, dimensiones poco vistas en épocas recientes. Desde los organismos multilaterales, pasando por líderes sociales, representantes de instituciones, académicos y especialistas, hemos escuchado y leído una larga serie de argumentos que bien a bien y en general, no se centran en el punto principal del debate.
Y ese no es otro, que el construir una vía efectiva para recuperar la paz púbica y la vigencia plena del Estado de derecho en todo el país, como consecuencia directa de las actividades del crimen organizado. Me ha llamado mucho la atención, que en el contenido general del debate público, no hayan habido consideraciones en ese sentido. Es decir, se rechaza una Ley, ampliamente discutida y analizada, y no obstante, se le pretende aún (des) calificar como un recurso que le permitirá a la autoridad federal, actuar sin límites en contra de los derechos humanos, en primera instancia. Ha habido comparaciones extravagantes, como la establecida entre la Alemania nazi y la Italia fascista, con lo que le puede suceder a México en adelante, una vez que sea promulgada la referida Ley de Seguridad Interior.
En la modificaciones hechas en la Cámara de Senadores, en tanto Cámara revisora, destacan por ejemplo, la supresión de cualquier alusión o suposición respecto de que una protesta social de cualquier origen, pudiera calificarse como una variable de afectación al Estado de Seguridad Interior. También, y esto puede marcar un antes y un después en las relaciones políticas entre los ambitos de los gobiernos, es el establecimiento obligatorio de un calendario por parte de las autoridades locales que hayan solicitado el apoyo de la Federación para hacerle frente a la criminalidad. De ser así, estaríamos ante un paso fundamental para iniciar la reconstitución de las corporaciones policiacas, pilar decisivo de la seguridad, claro, pero también del buen funcionamiento de la democracia.
Para discutir temas como Defensa, las dimensiones de la Seguridad e Inteligencia, se requiere más información que consignas o propaganda. A pesar de que nos encontramos de lleno en la contienda electoral, los principales aspirantes deben cuidarse de las ocurrencia o expresiones intempestivas en esas sensibles materias. La Ley de Seguridad Interior, cumplirá con la muy relevante tarea, por una parte, de complementación a la Ley de Seguridad Nacional. Por la otra, establecerá condiciones, periodicidad y situaciones específicas de intervención de las Fuerzas Armadas en labores de apoyo a la Seguridad Pública.
Rumbo a los últimos meses del sexenio, se deja un precedente jurídico, es decir, la referida Ley, que sin duda es una consistente plataforma para el siguiente gobierno. Gane quien gane, contará con mejores recursos políticos y jurídicos. Los efectos positivos los comenzarenos a ver a la brevedad.
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