/ sábado 31 de julio de 2021

Entre educación, infancia y juventud, retos de la pandemia

Una atinada definición de la palabra “horizonte”, lo describe como una línea imaginaria que se va alejando de nosotros, en la medida en que nos le vamos acercando.

Algo así, es lo que nos va ocurriendo con esta pandemia del covid-19, con la que cada vez que por alguna razón creemos que nos vamos acercando hacia el final de ésta, lo que termina ocurriendo es que, el final gradualmente se va alejando, los que son de toda índole, ya que toma formas van desde el que surjan nuevas variantes del coronavirus SARS-CoV-2, como la Delta, que actualmente tiene al mundo de cabeza, nuevamente, hasta las implicaciones sobre la efectividad de las vacunas y si éstas pueden o no aplicarse a menores de edad y particularmente a niños.

Por supuesto, dentro de ese final que se aleja, lo mencionado líneas arriba no es todo, ya que entre otros puntos está lo referente a la innegable necesidad que existe de retomar la educación presencial, ya que el aprendizaje en las escuelas, resulta algo mucho más complejo que el solo hecho de tomar clases, tiene que ver con el aprender a relacionarse, convivir, el trato con adultos que no sean familiares, en este caso los maestros y directivos.

El mantener funcionando al sistema educativo, a través del modelo a distancia, deriva en un conjunto de grandes retos, pues por una parte se tienen que diseñar esquemas de contenidos educativos, tanto para cursos a través de la televisión, como para las opciones que se desarrollan mediante el contacto mediante chats en las computadoras y otros dispositivos, como las tabletas electrónicas y los teléfonos celulares y desde luego, en todos los casos, considerando que se pueda acceder a un servicio de internet suficientemente eficaz.

Los requerimientos son muy altos, ya que. a lo mencionado, con frecuencia, también los padres de familia, deben permanecer en el hogar, trabajando bajo el modelo de “home office” y eso suponiendo que, en el mejor de los casos, hayan conservado sus empleos.

En tales situaciones, los padres, además de supervisar a sus hijos en clases virtuales, tienen también que atender sus obligaciones y en no pocos casos, dedicarse a buscar el trabajo que pudieron haber perdido o bien complementar los ingresos que requieren para solventar los gastos crecientes en esta situación pandémica.

Frente a las condiciones que aquí comentamos, no es de extrañar que por una parte se esté ejerciendo una fuerte presión, tanto por parte del Gobierno, como de algunas organizaciones de padres de familia y el gremio magisterial, para que tan pronto como fuera posible, se regrese a las clases presenciales.

El punto, es que hasta el momento, las vacunas no han reducido sustancialmente el riesgo de la pandemia, siendo éste un peligro que no solo afecta a maestros y alumnos, además, tiene la posibilidad de que cualquiera de ambos, lleve el virus a sus hogares y el covid-19, ahora en variedad Delta, siga incrementando el peligro.

Frente a esto, es vital no bajar la guardia, pues en México falta vacunar a 70 millones de personas, lo que tiene a la pandemia más activa que nunca.


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre


Una atinada definición de la palabra “horizonte”, lo describe como una línea imaginaria que se va alejando de nosotros, en la medida en que nos le vamos acercando.

Algo así, es lo que nos va ocurriendo con esta pandemia del covid-19, con la que cada vez que por alguna razón creemos que nos vamos acercando hacia el final de ésta, lo que termina ocurriendo es que, el final gradualmente se va alejando, los que son de toda índole, ya que toma formas van desde el que surjan nuevas variantes del coronavirus SARS-CoV-2, como la Delta, que actualmente tiene al mundo de cabeza, nuevamente, hasta las implicaciones sobre la efectividad de las vacunas y si éstas pueden o no aplicarse a menores de edad y particularmente a niños.

Por supuesto, dentro de ese final que se aleja, lo mencionado líneas arriba no es todo, ya que entre otros puntos está lo referente a la innegable necesidad que existe de retomar la educación presencial, ya que el aprendizaje en las escuelas, resulta algo mucho más complejo que el solo hecho de tomar clases, tiene que ver con el aprender a relacionarse, convivir, el trato con adultos que no sean familiares, en este caso los maestros y directivos.

El mantener funcionando al sistema educativo, a través del modelo a distancia, deriva en un conjunto de grandes retos, pues por una parte se tienen que diseñar esquemas de contenidos educativos, tanto para cursos a través de la televisión, como para las opciones que se desarrollan mediante el contacto mediante chats en las computadoras y otros dispositivos, como las tabletas electrónicas y los teléfonos celulares y desde luego, en todos los casos, considerando que se pueda acceder a un servicio de internet suficientemente eficaz.

Los requerimientos son muy altos, ya que. a lo mencionado, con frecuencia, también los padres de familia, deben permanecer en el hogar, trabajando bajo el modelo de “home office” y eso suponiendo que, en el mejor de los casos, hayan conservado sus empleos.

En tales situaciones, los padres, además de supervisar a sus hijos en clases virtuales, tienen también que atender sus obligaciones y en no pocos casos, dedicarse a buscar el trabajo que pudieron haber perdido o bien complementar los ingresos que requieren para solventar los gastos crecientes en esta situación pandémica.

Frente a las condiciones que aquí comentamos, no es de extrañar que por una parte se esté ejerciendo una fuerte presión, tanto por parte del Gobierno, como de algunas organizaciones de padres de familia y el gremio magisterial, para que tan pronto como fuera posible, se regrese a las clases presenciales.

El punto, es que hasta el momento, las vacunas no han reducido sustancialmente el riesgo de la pandemia, siendo éste un peligro que no solo afecta a maestros y alumnos, además, tiene la posibilidad de que cualquiera de ambos, lleve el virus a sus hogares y el covid-19, ahora en variedad Delta, siga incrementando el peligro.

Frente a esto, es vital no bajar la guardia, pues en México falta vacunar a 70 millones de personas, lo que tiene a la pandemia más activa que nunca.


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre