/ domingo 24 de abril de 2022

Entre piernas y telones | 245 Actos de maldad extraordinaria

Crear -según el Diccionario de la Real Academia Española- es producir algo de la nada. Esta simple definición encierra uno de los secretos más grandes de la historia de la humanidad.

Puede sonar exagerado, pero no lo es. Crear es un atributo, una virtud, una capacidad que todos tenemos, pero que algunos utilizan y desarrollan a plenitud.

Pienso esto luego de ver la obra 245 Actos de maldad extraordinaria, en la que la creatividad está presente en cada segundo, en cada detalle, en el trabajo de cada uno de los artistas que en ella participan.

Varias veces me he cuestionado ¿cómo nacen las historias?, ¿cómo se le ocurre a alguien tal o cual anécdota? Y al estar frente a este montaje me lo vuelvo a preguntar.

Original es el primer calificativo que viene a mi mente para hablar de esta obra escrita al alimón por Paula Zelaya Cervantes (también directora de escena) y Ana González Bello (actriz de la misma).

La trama gira en torno a Ana, una adolescente hija de un superhéroe llamado Chuchomán, quien no le heredó sus singulares poderes, pero sí su afán de justicia.

Bullying, vaquita marina, migración, incomprensión, conflictos padres-hijos, abandono… son algunos de los temas que aborda esta puesta en escena que además de cuestionadora es divertida, muy divertida.

El trabajo como dramaturgas de Paula y Ana es estupendo, y lo completan de manera excelente como directora y actriz, respectivamente.

El ritmo de la obra es vertiginoso e impredecible. Sí, está lleno de sorpresas, pero no de ocurrencias fortuitas, sino lógicas, razonadas, que apoyan y construyen lo que se quiere decir.

De verdad excelente, estupendo, enorme el trabajo y el talento de estas dos jóvenes teatreras.

A ello hay que sumar el, una vez más, genial trabajo de Sergio Villegas en el diseño de escenografía, que impresiona desde que uno entra a la pequeña sala en la que se presenta, y que va sorprendiendo con los muchos pequeños/grandes detalles de la conforman, y que como un enorme rompecabezas se complementa a la perfección con la iluminación (Matías Gorlero), vestuario (Aldo Vázquez), música y diseño sonoro (Cristóbal MarYan), y diseño multimedia (Diego Espinosa).

Es evidente que a la creatividad de todo el equipo, se le ha sumado la preparación y el trabajo.

Leo que en octubre de 2017 esta obra formó parte de la selección oficial del Festival Internacional de Monólogos United Solo en la ciudad de Nueva York, en el que ganó el premio Best emerging actress; y dos años después obtuvo el National Latino playwriting award, otorgado por la Arizona Theatre Company.

Ahora, 245 Actos de maldad extraordinaria hace una pequeña temporada únicamente los viernes, misma que concluye este 29 de abril en La Teatrería.

En la función que me tocó disfrutar la pequeña sala estaba agotada, y la reacción del público no podía ser mejor, por ello es que no dudo que vuelvan pronto a la cartelera.

¡Qué gusto ver el trabajo de tantos CREATIVOS mexicanos, y mejor aún ver que el público lo valora, llena las salas y lo aplaude a rabiar! Ser un buen espectador, también es una forma de CREAR.


Crear -según el Diccionario de la Real Academia Española- es producir algo de la nada. Esta simple definición encierra uno de los secretos más grandes de la historia de la humanidad.

Puede sonar exagerado, pero no lo es. Crear es un atributo, una virtud, una capacidad que todos tenemos, pero que algunos utilizan y desarrollan a plenitud.

Pienso esto luego de ver la obra 245 Actos de maldad extraordinaria, en la que la creatividad está presente en cada segundo, en cada detalle, en el trabajo de cada uno de los artistas que en ella participan.

Varias veces me he cuestionado ¿cómo nacen las historias?, ¿cómo se le ocurre a alguien tal o cual anécdota? Y al estar frente a este montaje me lo vuelvo a preguntar.

Original es el primer calificativo que viene a mi mente para hablar de esta obra escrita al alimón por Paula Zelaya Cervantes (también directora de escena) y Ana González Bello (actriz de la misma).

La trama gira en torno a Ana, una adolescente hija de un superhéroe llamado Chuchomán, quien no le heredó sus singulares poderes, pero sí su afán de justicia.

Bullying, vaquita marina, migración, incomprensión, conflictos padres-hijos, abandono… son algunos de los temas que aborda esta puesta en escena que además de cuestionadora es divertida, muy divertida.

El trabajo como dramaturgas de Paula y Ana es estupendo, y lo completan de manera excelente como directora y actriz, respectivamente.

El ritmo de la obra es vertiginoso e impredecible. Sí, está lleno de sorpresas, pero no de ocurrencias fortuitas, sino lógicas, razonadas, que apoyan y construyen lo que se quiere decir.

De verdad excelente, estupendo, enorme el trabajo y el talento de estas dos jóvenes teatreras.

A ello hay que sumar el, una vez más, genial trabajo de Sergio Villegas en el diseño de escenografía, que impresiona desde que uno entra a la pequeña sala en la que se presenta, y que va sorprendiendo con los muchos pequeños/grandes detalles de la conforman, y que como un enorme rompecabezas se complementa a la perfección con la iluminación (Matías Gorlero), vestuario (Aldo Vázquez), música y diseño sonoro (Cristóbal MarYan), y diseño multimedia (Diego Espinosa).

Es evidente que a la creatividad de todo el equipo, se le ha sumado la preparación y el trabajo.

Leo que en octubre de 2017 esta obra formó parte de la selección oficial del Festival Internacional de Monólogos United Solo en la ciudad de Nueva York, en el que ganó el premio Best emerging actress; y dos años después obtuvo el National Latino playwriting award, otorgado por la Arizona Theatre Company.

Ahora, 245 Actos de maldad extraordinaria hace una pequeña temporada únicamente los viernes, misma que concluye este 29 de abril en La Teatrería.

En la función que me tocó disfrutar la pequeña sala estaba agotada, y la reacción del público no podía ser mejor, por ello es que no dudo que vuelvan pronto a la cartelera.

¡Qué gusto ver el trabajo de tantos CREATIVOS mexicanos, y mejor aún ver que el público lo valora, llena las salas y lo aplaude a rabiar! Ser un buen espectador, también es una forma de CREAR.