/ domingo 15 de mayo de 2022

Entre piernas y telones | Calle Amor

Sólo en la ciudad de México existen una treintena de escuelas formalmente constituidas en las que se puede estudiar actuación, sin contar las decenas, quizá cientos, de cursos, diplomados, talleres privados que “preparan” a jóvenes y niños para enfrentarse a la actividad histriónica.

Una de las tres instituciones más sólidas, junto con el Colegio de Teatro y el CUT, es la Escuela Nacional de Arte Teatral, ENAT, dependiente del INBAL, a la que año con año aspiran ingresar alrededor de 700 personas, y que sólo da cabida a 45 estudiantes.

Una dura, muy dura selección, a la que deben someterse; para una vez egresados empezar la lucha encarnizada, y permanente, por integrarse a un proyecto artístico.

A eso, hay que sumar que como todos en el mundo entero, los estudiantes de la más reciente generación en la ENAT tuvieron que poner pausa total a sus actividades durante dos años por causa de la pandemia. Sin embargo, como pudieron continuaron con sus actividades de manera virtual, y hoy, el resultado de ese trabajo está en escena presencial.

Se trata de Calle amor, un sui generis montaje metateatral, en el que al tiempo que se hace teatro se reflexiona sobre él, se habla de la validez de las escuelas, las empresas que contratan a los actores, el papel de creativos, y temas de enorme vigencia como el acoso y los abusos sexuales y de otros tipos.

Calle amor parte de una idea original de Trescénica, con la dramaturgia y dirección de Laura Uribe, y reúne el trabajo de 14 egresados de la ENAT que muestran aquí, sin duda, muchas de las inquietudes que tienen los noveles artistas y que, sin temor a equivocarme, puede hacerse extensivo a los jóvenes en su totalidad.

Grandes textos de la dramaturgia mundial, datos estadísticos, parodias musicales, baile, reflexiones personales, video grabado y en vivo, sorpresivos recursos de iluminación, un creativo vestuario… son algunos de los elementos que se combinan en esta puesta en escena propositiva y provocadora.

Bravo al equipo creativo integrado por Sabina Aldana (arte y dispositivo escénico); Mauricio Ascencio (escenografía y vestuario); Tenzing Ortega (iluminación); Mauricio Rico (movimiento); Homero Guerrero (diseño sonoro); y Yoatzin Balbuena (multimedia).

La ruptura de la cuarta pared es permanente, lo cual evidentemente hace que los espectadores estén en contacto con los actores, quienes a manera de arenga político-social tocan temas que los enardecen a ellos y al público.

Con una sala totalmente llena, en la función que me tocó disfrutar, los gritos, aplausos, consignas surgían desde las butacas todo el tiempo… Así fue el teatro en su origen, en la Grecia antigua, en donde la identificación entre el hecho escénico y el público era absoluta.

Calle amor logra esa penetración, esa identificación con los espectadores. Lo que sucede en el escenario y que es resultado de las vivencias personales de los actores, convertidos en personajes, es similar o igual a lo que viven los espectadores.

Calle amor es una estupenda propuesta escénica que lamentablemente termina hoy su temporada, misma que debiera prolongarse pues sin duda sería una maravillosa y muy atinada puerta de entrada de los estudiantes de nivel medio, medio superior y superior al mundo del teatro.

La falta de público es uno de los problemas principales del teatro en nuestro país; una propuesta como Calle amor podía ser un principio de solución.

Sólo en la ciudad de México existen una treintena de escuelas formalmente constituidas en las que se puede estudiar actuación, sin contar las decenas, quizá cientos, de cursos, diplomados, talleres privados que “preparan” a jóvenes y niños para enfrentarse a la actividad histriónica.

Una de las tres instituciones más sólidas, junto con el Colegio de Teatro y el CUT, es la Escuela Nacional de Arte Teatral, ENAT, dependiente del INBAL, a la que año con año aspiran ingresar alrededor de 700 personas, y que sólo da cabida a 45 estudiantes.

Una dura, muy dura selección, a la que deben someterse; para una vez egresados empezar la lucha encarnizada, y permanente, por integrarse a un proyecto artístico.

A eso, hay que sumar que como todos en el mundo entero, los estudiantes de la más reciente generación en la ENAT tuvieron que poner pausa total a sus actividades durante dos años por causa de la pandemia. Sin embargo, como pudieron continuaron con sus actividades de manera virtual, y hoy, el resultado de ese trabajo está en escena presencial.

Se trata de Calle amor, un sui generis montaje metateatral, en el que al tiempo que se hace teatro se reflexiona sobre él, se habla de la validez de las escuelas, las empresas que contratan a los actores, el papel de creativos, y temas de enorme vigencia como el acoso y los abusos sexuales y de otros tipos.

Calle amor parte de una idea original de Trescénica, con la dramaturgia y dirección de Laura Uribe, y reúne el trabajo de 14 egresados de la ENAT que muestran aquí, sin duda, muchas de las inquietudes que tienen los noveles artistas y que, sin temor a equivocarme, puede hacerse extensivo a los jóvenes en su totalidad.

Grandes textos de la dramaturgia mundial, datos estadísticos, parodias musicales, baile, reflexiones personales, video grabado y en vivo, sorpresivos recursos de iluminación, un creativo vestuario… son algunos de los elementos que se combinan en esta puesta en escena propositiva y provocadora.

Bravo al equipo creativo integrado por Sabina Aldana (arte y dispositivo escénico); Mauricio Ascencio (escenografía y vestuario); Tenzing Ortega (iluminación); Mauricio Rico (movimiento); Homero Guerrero (diseño sonoro); y Yoatzin Balbuena (multimedia).

La ruptura de la cuarta pared es permanente, lo cual evidentemente hace que los espectadores estén en contacto con los actores, quienes a manera de arenga político-social tocan temas que los enardecen a ellos y al público.

Con una sala totalmente llena, en la función que me tocó disfrutar, los gritos, aplausos, consignas surgían desde las butacas todo el tiempo… Así fue el teatro en su origen, en la Grecia antigua, en donde la identificación entre el hecho escénico y el público era absoluta.

Calle amor logra esa penetración, esa identificación con los espectadores. Lo que sucede en el escenario y que es resultado de las vivencias personales de los actores, convertidos en personajes, es similar o igual a lo que viven los espectadores.

Calle amor es una estupenda propuesta escénica que lamentablemente termina hoy su temporada, misma que debiera prolongarse pues sin duda sería una maravillosa y muy atinada puerta de entrada de los estudiantes de nivel medio, medio superior y superior al mundo del teatro.

La falta de público es uno de los problemas principales del teatro en nuestro país; una propuesta como Calle amor podía ser un principio de solución.