/ domingo 31 de julio de 2022

Entre piernas y telones | Cuando la lluvia deje de caer

Si cada cabeza es un mundo, cada familia es una galaxia.

Sí, una galaxia que encierra secretos, misterios, situaciones inciertas e inexplicables, que sólo hacen sentido para los integrantes de la misma. Es por ello que juzgar desde fuera puede resultar no sólo injusto, sino incluso peligroso, pues hay acontecimientos que sólo se conocen al interior de ese universo.

Cuando la lluvia deje de caer es el título de una historia familiar, llena de secretos, de verdades a medias, que marcan el destino de todos los integrantes del clan, y del que no hay forma de escapar.

Escrita por el australiano Andrew Bovell, ésta es una obra multipremiada en aquel lejano país, lo que le permitió saltar a los escenarios neoyorkinos, de ahí a otras latitudes del planeta, entre ellas México, a donde llega gracias a En llamas producciones, que cada vez más se consagra por sus excelentes propuestas, y La gran audiencia.

Cuando la lluvia deje de caer es un montaje muy, MUY singular, que arranca en un año incierto, aproximadamente en la mitad de siglo XXI, y a partir de ahí va y viene en el tiempo, entre los años 50 del siglo XX y ese momento en el futuro.

Se trata de una anécdota de cuatro generaciones de una familia hilvanadas por un suceso ocurrido en el pasado, y que marca el destino de todos sus integrantes. Como un gran rompecabezas, el espectador debe ir armando el total de la trama. Vemos a dos de los personajes en distintos momentos de su vida, interpretados por actrices distintas. Por lo que hay que ir entendiendo el armado, para que las situaciones tengan sentido.

Al texto, que es realmente estupendo, hay que sumar la dirección de escena, magistral, de Enrique Singer, hasta hace poco director de la Compañía Nacional de Teatro, de quien en este momento está en cartelera también Sola en la oscuridad y está por estrenar Los guajolotes salvajes.

Cada detalle, cada momento, cada escena desarrollada por Singer va sumando hasta conformar el gran tejido que es esta historia, y que sorprende una y otra y otra vez al espectador.

Evidentemente para lograrlo Enrique se apoya en un elenco de primerísima. Todos estupendos. Comparten personaje Cecilia Toussaint y Sophie Alexander Katz; así como Verónica Terán con Tato Alexander. Y junto a ellas están Víctor Weinstock, Misha Arias, Andrés Torres Orozco, Luis Fernando Mayagoitia y Efraín Félix.

También hay que destacar el buen trabajo del equipo creativo de este montaje integrado por David Molina (escenografía e iluminación); Emilio Vega (vestuario); y Ed Corte (diseño sonoro).

Y ya que Cuando la lluvia deje de caer habla de tiempo y memoria es importante hacer notar que la temporada de esta obra concluye hoy.

La actividad teatral es efímera por naturaleza. Lo que vemos en escena desaparece apenas acaba de suceder. Cada función es única e irrepetible. Las temporadas inician un día y terminan otro, y lo que pasó en el escenario queda sólo en la memoria de quienes lo experimentaron, ya sea como actores o como público.

Hoy son las últimas dos oportunidades de disfrutar (padecer sería más adecuado por lo fuerte de la trama) de Cuando la lluvia deje de caer. Teatro Rafael Solana, del Centro Cultural Veracruzano, en Miguel Ángel de Quevedo.

Si cada cabeza es un mundo, cada familia es una galaxia.

Sí, una galaxia que encierra secretos, misterios, situaciones inciertas e inexplicables, que sólo hacen sentido para los integrantes de la misma. Es por ello que juzgar desde fuera puede resultar no sólo injusto, sino incluso peligroso, pues hay acontecimientos que sólo se conocen al interior de ese universo.

Cuando la lluvia deje de caer es el título de una historia familiar, llena de secretos, de verdades a medias, que marcan el destino de todos los integrantes del clan, y del que no hay forma de escapar.

Escrita por el australiano Andrew Bovell, ésta es una obra multipremiada en aquel lejano país, lo que le permitió saltar a los escenarios neoyorkinos, de ahí a otras latitudes del planeta, entre ellas México, a donde llega gracias a En llamas producciones, que cada vez más se consagra por sus excelentes propuestas, y La gran audiencia.

Cuando la lluvia deje de caer es un montaje muy, MUY singular, que arranca en un año incierto, aproximadamente en la mitad de siglo XXI, y a partir de ahí va y viene en el tiempo, entre los años 50 del siglo XX y ese momento en el futuro.

Se trata de una anécdota de cuatro generaciones de una familia hilvanadas por un suceso ocurrido en el pasado, y que marca el destino de todos sus integrantes. Como un gran rompecabezas, el espectador debe ir armando el total de la trama. Vemos a dos de los personajes en distintos momentos de su vida, interpretados por actrices distintas. Por lo que hay que ir entendiendo el armado, para que las situaciones tengan sentido.

Al texto, que es realmente estupendo, hay que sumar la dirección de escena, magistral, de Enrique Singer, hasta hace poco director de la Compañía Nacional de Teatro, de quien en este momento está en cartelera también Sola en la oscuridad y está por estrenar Los guajolotes salvajes.

Cada detalle, cada momento, cada escena desarrollada por Singer va sumando hasta conformar el gran tejido que es esta historia, y que sorprende una y otra y otra vez al espectador.

Evidentemente para lograrlo Enrique se apoya en un elenco de primerísima. Todos estupendos. Comparten personaje Cecilia Toussaint y Sophie Alexander Katz; así como Verónica Terán con Tato Alexander. Y junto a ellas están Víctor Weinstock, Misha Arias, Andrés Torres Orozco, Luis Fernando Mayagoitia y Efraín Félix.

También hay que destacar el buen trabajo del equipo creativo de este montaje integrado por David Molina (escenografía e iluminación); Emilio Vega (vestuario); y Ed Corte (diseño sonoro).

Y ya que Cuando la lluvia deje de caer habla de tiempo y memoria es importante hacer notar que la temporada de esta obra concluye hoy.

La actividad teatral es efímera por naturaleza. Lo que vemos en escena desaparece apenas acaba de suceder. Cada función es única e irrepetible. Las temporadas inician un día y terminan otro, y lo que pasó en el escenario queda sólo en la memoria de quienes lo experimentaron, ya sea como actores o como público.

Hoy son las últimas dos oportunidades de disfrutar (padecer sería más adecuado por lo fuerte de la trama) de Cuando la lluvia deje de caer. Teatro Rafael Solana, del Centro Cultural Veracruzano, en Miguel Ángel de Quevedo.