/ domingo 17 de abril de 2022

Entre piernas y telones | Dos grandes directores

Escuchaba el otro día una charla en el teatro, aparentemente anodina. Una chica le preguntaba a su acompañante mientras esperaban el inicio de la función: ¿y qué es lo que hace el director de escena?

Amable, eso sí, pero con poco conocimiento el chico respondió: “Pues les dice a los artistas por donde entrar, dónde pararse en el escenario y esas cosas”.

Recuerdo la situación porque acabo de ver dos montajes estupendos en los que estoy seguro que sus respectivos directores hacen más, mucho más que dirigir el tránsito en la escena.

Se trata de Cristian Magaloni y Richard Viqueira, a quienes he seguido hace tiempo, y cada vez que veo alguna de sus puestas en escena, es una grata experiencia estética.

Cristian dirige Hay un lobo que se come el sol todos los inviernos; y Richard, Hombruna.

Escrita por Gibrán R. Portela, Hay un lobo… es una obra en torno a la historia de amor filial por encima de todas las situaciones, por terribles e inexplicables que puedan parecer.

El montaje está lleno de escenas oníricas que si bien deben estar planteadas en el texto dramático, es la mano del director (junto con el resto de los creativos) lo que la hace posible. La iluminación y escenografía son de Miguel Moreno, el diseño de vestuario es de Julia Arce y Assira Abbate, y la producción ejecutiva corre a cargo de Ángela Pastor.

Esta es una producción de la compañía Teatro en una cáscara de nuez, y cuenta con las actuaciones de Pilar Ixquic Mata, Manuel Gorka, Roberto Beck, Gonzalo Guzmán, Julio César Luna y Assira Abbate.

Hay un lobo que se come el sol todos los inviernos se presenta los lunes a las 20:00 horas hasta el 25 de abril en el Teatro La Capilla, en Coyoacán.

A Richard lo conocí hace aproximadamente 15 años, fue en la obra Vencer al sensei, a la que han seguido una decena de brillantes montajes en los que además de dirigir, Richard es casi siempre autor y en muchas ocasiones también actor.

Hoy, tiene en escena Hombruna, una obra que montó en una primera temporada en un “intermedio” de la pandemia, y que ahora regresa a la cartelera con un trabajo teatral tan bien logrado, ¡al 200%!

Vamos por partes: En el hoy lejano año de 2006, un escándalo acaparó todos los espacios en los medios de comunicación. La policía había detenido a Juana Barraza Samperio, bautizada por los reporteros como La mataviejitas.

Esa historia es la base del monólogo Hombruna, que cuenta la vida de ese “monstruo” acusado de quitar la vida a decenas de ancianas. Espantoso sí; sin embargo, Hombruna no se detiene sólo en ese hecho delictivo, sino que va más allá: su terrible infancia, su sufrimiento conyugal, su singular maternidad, su frustrado afán por convertirse en luchadora profesional…

Una historia fascinante, una dramaturgia propositiva, una puesta en escena sorpresiva, una dirección creativa, un montaje inesperado y una actuación muy, muy, muy sólida de Valentina Garibay… sería una manera de concretar lo que se aprecia y disfruta en Hombruna.

Hombruna se presenta en el teatro El Galeón, de jueves a domingo.

Por cierto, en su Diccionario del teatro, Patrice Pavis dedica casi tres páginas a definir las actividades del director de escena, del que empieza diciendo: “es la persona encargada de montar una obra, asumiendo la responsabilidad estética y organizativa del espectáculo, eligiendo los actores, interpretando el sentido del texto, utilizando las posibilidades escénicas puestas a su disposición”.


Escuchaba el otro día una charla en el teatro, aparentemente anodina. Una chica le preguntaba a su acompañante mientras esperaban el inicio de la función: ¿y qué es lo que hace el director de escena?

Amable, eso sí, pero con poco conocimiento el chico respondió: “Pues les dice a los artistas por donde entrar, dónde pararse en el escenario y esas cosas”.

Recuerdo la situación porque acabo de ver dos montajes estupendos en los que estoy seguro que sus respectivos directores hacen más, mucho más que dirigir el tránsito en la escena.

Se trata de Cristian Magaloni y Richard Viqueira, a quienes he seguido hace tiempo, y cada vez que veo alguna de sus puestas en escena, es una grata experiencia estética.

Cristian dirige Hay un lobo que se come el sol todos los inviernos; y Richard, Hombruna.

Escrita por Gibrán R. Portela, Hay un lobo… es una obra en torno a la historia de amor filial por encima de todas las situaciones, por terribles e inexplicables que puedan parecer.

El montaje está lleno de escenas oníricas que si bien deben estar planteadas en el texto dramático, es la mano del director (junto con el resto de los creativos) lo que la hace posible. La iluminación y escenografía son de Miguel Moreno, el diseño de vestuario es de Julia Arce y Assira Abbate, y la producción ejecutiva corre a cargo de Ángela Pastor.

Esta es una producción de la compañía Teatro en una cáscara de nuez, y cuenta con las actuaciones de Pilar Ixquic Mata, Manuel Gorka, Roberto Beck, Gonzalo Guzmán, Julio César Luna y Assira Abbate.

Hay un lobo que se come el sol todos los inviernos se presenta los lunes a las 20:00 horas hasta el 25 de abril en el Teatro La Capilla, en Coyoacán.

A Richard lo conocí hace aproximadamente 15 años, fue en la obra Vencer al sensei, a la que han seguido una decena de brillantes montajes en los que además de dirigir, Richard es casi siempre autor y en muchas ocasiones también actor.

Hoy, tiene en escena Hombruna, una obra que montó en una primera temporada en un “intermedio” de la pandemia, y que ahora regresa a la cartelera con un trabajo teatral tan bien logrado, ¡al 200%!

Vamos por partes: En el hoy lejano año de 2006, un escándalo acaparó todos los espacios en los medios de comunicación. La policía había detenido a Juana Barraza Samperio, bautizada por los reporteros como La mataviejitas.

Esa historia es la base del monólogo Hombruna, que cuenta la vida de ese “monstruo” acusado de quitar la vida a decenas de ancianas. Espantoso sí; sin embargo, Hombruna no se detiene sólo en ese hecho delictivo, sino que va más allá: su terrible infancia, su sufrimiento conyugal, su singular maternidad, su frustrado afán por convertirse en luchadora profesional…

Una historia fascinante, una dramaturgia propositiva, una puesta en escena sorpresiva, una dirección creativa, un montaje inesperado y una actuación muy, muy, muy sólida de Valentina Garibay… sería una manera de concretar lo que se aprecia y disfruta en Hombruna.

Hombruna se presenta en el teatro El Galeón, de jueves a domingo.

Por cierto, en su Diccionario del teatro, Patrice Pavis dedica casi tres páginas a definir las actividades del director de escena, del que empieza diciendo: “es la persona encargada de montar una obra, asumiendo la responsabilidad estética y organizativa del espectáculo, eligiendo los actores, interpretando el sentido del texto, utilizando las posibilidades escénicas puestas a su disposición”.