/ domingo 26 de septiembre de 2021

Entre piernas y telones | Rosa de dos aromas

El 18 de julio de 1986, en el pequeño teatro Coyoacán, anexo a la escuela de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), se estrenó Rosa de dos aromas, del maestro Emilio Carballido, dirigida por Mercedes de la Cruz, con las actuaciones de Gina Moret y Ana Bertha Espín.

Sin saberlo entonces, había nacido en ese momento uno de los más grandes éxitos del teatro nacional. Aquella histórica temporada sumó miles (sin exagerar) de representaciones, y desde entonces ha tenido diversos montajes (profesionales o estudiantiles) en varias ciudades de nuestro país, e incluso temporadas igualmente afortunadas en otras naciones.

Hago este rapidísimo recuento de la trayectoria de esta obra, porque una vez más está en cartelera y a juzgar por la función que me tocó ver, nuevamente pinta para tener larga vida.

Sylvia Pasquel, Rocío Banquells, Hugo Arrevillaga y Rubén Lara son los nombres que encabezan este montaje en el teatro 11 de julio, materialmente agotado, y curiosamente por un público mayoritariamente femenino.

Para quienes no lo sepan o recuerden, Rosa de dos aromas cuenta la muy singular relación que establecen dos mujeres (Marlene/Sylvia y Gabriela/Rocío) luego de un muy curioso encuentro en el que se descubren como pareja del mismo hombre.

La primera es una peluquera de un barrio totalmente popular, mal hablada y muy sincera y realista; la segunda, traductora de textos, políglota, intelectual y de clase media con aspiraciones. Así son ellas, y juntas parecen sumar el aroma completo que el hombre en cuestión necesita oler en su vida.

Cerca de 40 años han transcurrido desde que el gran Emilio Carballido escribió este texto, y la obra sigue vigente de principio a fin.

Vigente en un primer momento al plantear la infidelidad y el engaño masculino; pero más vigente aún en la segunda parte de la historia (que no contaré por respeto a quienes no la han visto) pero que habla del papel actual que la mujer ha ido construyendo.

La enorme aceptación de entonces (los años 80) ya anticipaba la solidez y vigencia permanente del brillante texto de Carballido, que aquí ha quedado intacto, pero renovado con un montaje absolutamente actual, gracias al talento del muy admirado Arrevillaga.

Los diseños de escenografía, vestuario, iluminación, y por supuesto actuación, corresponden a este 2021. Pensados y ejecutados para un público acostumbrado a un código más directo y simple, pero que al mismo tiempo requiere de su colaboración imaginativa para ser completados.

Obviamente todo esto luce mayormente gracias al trabajo de dos grandes intérpretes: Sylvia y Rocío, quienes con más tablas que el mismo teatro 11 de julio donde se presentan, sacan partido a cada escena, a cada diálogo, a cada gesto y más.

A todo lo dicho hay que agregar, y quizá habría que haberlo expuesto desde la línea uno: el público no deja de reír un minuto, pues Rosa de dos aromas es una comedia, una brillantísima comedia; sin duda una de las mejores que se han escrito en nuestro país.

¡No se la pierdan!


El 18 de julio de 1986, en el pequeño teatro Coyoacán, anexo a la escuela de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), se estrenó Rosa de dos aromas, del maestro Emilio Carballido, dirigida por Mercedes de la Cruz, con las actuaciones de Gina Moret y Ana Bertha Espín.

Sin saberlo entonces, había nacido en ese momento uno de los más grandes éxitos del teatro nacional. Aquella histórica temporada sumó miles (sin exagerar) de representaciones, y desde entonces ha tenido diversos montajes (profesionales o estudiantiles) en varias ciudades de nuestro país, e incluso temporadas igualmente afortunadas en otras naciones.

Hago este rapidísimo recuento de la trayectoria de esta obra, porque una vez más está en cartelera y a juzgar por la función que me tocó ver, nuevamente pinta para tener larga vida.

Sylvia Pasquel, Rocío Banquells, Hugo Arrevillaga y Rubén Lara son los nombres que encabezan este montaje en el teatro 11 de julio, materialmente agotado, y curiosamente por un público mayoritariamente femenino.

Para quienes no lo sepan o recuerden, Rosa de dos aromas cuenta la muy singular relación que establecen dos mujeres (Marlene/Sylvia y Gabriela/Rocío) luego de un muy curioso encuentro en el que se descubren como pareja del mismo hombre.

La primera es una peluquera de un barrio totalmente popular, mal hablada y muy sincera y realista; la segunda, traductora de textos, políglota, intelectual y de clase media con aspiraciones. Así son ellas, y juntas parecen sumar el aroma completo que el hombre en cuestión necesita oler en su vida.

Cerca de 40 años han transcurrido desde que el gran Emilio Carballido escribió este texto, y la obra sigue vigente de principio a fin.

Vigente en un primer momento al plantear la infidelidad y el engaño masculino; pero más vigente aún en la segunda parte de la historia (que no contaré por respeto a quienes no la han visto) pero que habla del papel actual que la mujer ha ido construyendo.

La enorme aceptación de entonces (los años 80) ya anticipaba la solidez y vigencia permanente del brillante texto de Carballido, que aquí ha quedado intacto, pero renovado con un montaje absolutamente actual, gracias al talento del muy admirado Arrevillaga.

Los diseños de escenografía, vestuario, iluminación, y por supuesto actuación, corresponden a este 2021. Pensados y ejecutados para un público acostumbrado a un código más directo y simple, pero que al mismo tiempo requiere de su colaboración imaginativa para ser completados.

Obviamente todo esto luce mayormente gracias al trabajo de dos grandes intérpretes: Sylvia y Rocío, quienes con más tablas que el mismo teatro 11 de julio donde se presentan, sacan partido a cada escena, a cada diálogo, a cada gesto y más.

A todo lo dicho hay que agregar, y quizá habría que haberlo expuesto desde la línea uno: el público no deja de reír un minuto, pues Rosa de dos aromas es una comedia, una brillantísima comedia; sin duda una de las mejores que se han escrito en nuestro país.

¡No se la pierdan!