/ domingo 29 de marzo de 2020

Epidemia ¿ de Seguridad Nacional?

En sentido estricto y de acuerdo a la naturaleza del propio concepto, la respuesta es no. Como muchos de los asuntos y problemas que caracterizan nuestros años, diversas situaciones como sismos, inundaciones, catástrofes generadas por los seres humanos y desde luego, un brote epidémico, se tornan en asuntos de Seguridad Nacional, a partir de su gestión. Errática, sin previsiones, manipulando información, son entre otras conductas, la que abren el paso a una crisis política y de legitimidad del gobierno en turno.

Abundan los casos o ejemplos en donde una mala administración para atender una tragedia, terminan con gestiones de cualquier orientación ideológica. Por ejemplo, siendo Teresa May Primera Ministro del Reino Unido, en 2017, ante el incendio de un edificio de departamentos populares, en la zona de Chelsea, en Londres, la tardanza en atender a los afectados, la escasez de los recursos aplicados, produjeron un ola de críticas y movilizaciones, que llevaron al gobierno conservador a acceder a cada una de las peticiones de los afectados. También en Corea del Sur, el Primer Ministro hubo de renunciar ante el hundimiento de una embarcación que transportaba decenas de estudiantes de bachillerato y que varios de ellos murieron por errores del capitán.

En el caso de la epidemia que agobia casi a todo el planeta, México ha enfrentado como sociedad y gobierno, de una forma que nos recuerdan las primeras horas de los sismos de septiembre de 1985, que ante el azoro de la tragedia, miles de personas se dedicaron a tareas de rescate, apoyadas por elementos del Ejército Mexicano. Ahora, como sabemos no es muy distinto. El Presidente López Obrador, ya en la Fase 2 de la epidemia, ha recurrido como en otros casos, al apoyo fundamental de las Fuerzas Armadas para que apliquen los conocidos Plan DN-III-E y Plan Marina, para apoyo a la población en situaciones de desastre.

El hecho que las Fuerzas Armadas hayan sido convocadas para realizar labores de prevención sanitaria así como para la administración de 10 hospitales, de ninguna manera significa que la epidemia se trate de un asunto de Seguridad Nacional. Lo que sí habría que considerar es por ejemplo, brotes de violencia o prácticas antisociales que afecten el ya maltratado sistema social, provocando la acción correctiva de las policías en primera instancia. También, el desbordamiento de las capacidades hospitalarias y de atención a los pacientes, podría provocar reacciones de protesta que en su extensión, sí nos colocarían en una situación de antagonismo a la Seguridad Nacional.

Sin embargo, al momento, ese escenario, parece distante. Por supuesto, ello no debe traducirse en un exceso de confianza. Los servicios y el sentido de la Inteligencia, como instrumento básico de la Seguridad Nacional, es para prever. Si fracasa la Inteligencia nos encontraremos ante una situación de afectación a la misma Seguridad Nacional.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

En sentido estricto y de acuerdo a la naturaleza del propio concepto, la respuesta es no. Como muchos de los asuntos y problemas que caracterizan nuestros años, diversas situaciones como sismos, inundaciones, catástrofes generadas por los seres humanos y desde luego, un brote epidémico, se tornan en asuntos de Seguridad Nacional, a partir de su gestión. Errática, sin previsiones, manipulando información, son entre otras conductas, la que abren el paso a una crisis política y de legitimidad del gobierno en turno.

Abundan los casos o ejemplos en donde una mala administración para atender una tragedia, terminan con gestiones de cualquier orientación ideológica. Por ejemplo, siendo Teresa May Primera Ministro del Reino Unido, en 2017, ante el incendio de un edificio de departamentos populares, en la zona de Chelsea, en Londres, la tardanza en atender a los afectados, la escasez de los recursos aplicados, produjeron un ola de críticas y movilizaciones, que llevaron al gobierno conservador a acceder a cada una de las peticiones de los afectados. También en Corea del Sur, el Primer Ministro hubo de renunciar ante el hundimiento de una embarcación que transportaba decenas de estudiantes de bachillerato y que varios de ellos murieron por errores del capitán.

En el caso de la epidemia que agobia casi a todo el planeta, México ha enfrentado como sociedad y gobierno, de una forma que nos recuerdan las primeras horas de los sismos de septiembre de 1985, que ante el azoro de la tragedia, miles de personas se dedicaron a tareas de rescate, apoyadas por elementos del Ejército Mexicano. Ahora, como sabemos no es muy distinto. El Presidente López Obrador, ya en la Fase 2 de la epidemia, ha recurrido como en otros casos, al apoyo fundamental de las Fuerzas Armadas para que apliquen los conocidos Plan DN-III-E y Plan Marina, para apoyo a la población en situaciones de desastre.

El hecho que las Fuerzas Armadas hayan sido convocadas para realizar labores de prevención sanitaria así como para la administración de 10 hospitales, de ninguna manera significa que la epidemia se trate de un asunto de Seguridad Nacional. Lo que sí habría que considerar es por ejemplo, brotes de violencia o prácticas antisociales que afecten el ya maltratado sistema social, provocando la acción correctiva de las policías en primera instancia. También, el desbordamiento de las capacidades hospitalarias y de atención a los pacientes, podría provocar reacciones de protesta que en su extensión, sí nos colocarían en una situación de antagonismo a la Seguridad Nacional.

Sin embargo, al momento, ese escenario, parece distante. Por supuesto, ello no debe traducirse en un exceso de confianza. Los servicios y el sentido de la Inteligencia, como instrumento básico de la Seguridad Nacional, es para prever. Si fracasa la Inteligencia nos encontraremos ante una situación de afectación a la misma Seguridad Nacional.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso