/ viernes 12 de octubre de 2018

“Epidemia” de niñas y niños desaparecidos

Recientemente, en este espacio abordé el tema de la desaparición de personas, el cual no sólo va en aumento año con año, sino que también ha exhibido a un gobierno federal totalmente rebasado e ineficiente.

En esta ocasión quiero retomar otro aspecto del mismo problema, pero probablemente mucho más crítico puesto que se trata de niñas, niños y adolescentes, y que, a pesar del elevado número de víctimas que hoy registra, sólo vemos indiferencia de nuestras autoridades.

Todos los días, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, salen a la luz pública casos de niñas, niños y adolescentes que no sólo no volvieron a su casa, sino también algo peor: muchas veces les son arrebatados a sus propias madres. Las imágenes y videos que al respecto han trascendido dan cuenta de escenas desgarradoras.

Con toda razón, la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), califica este problema como una verdadera “epidemia”. Diariamente desaparecen 4 niñas, niños o adolescentes. Sin embargo, la cuestión no termina aquí, también hay que tomar en cuenta que cada día se asesina a 3.6 menores en promedio. Son datos terribles que no se pueden pasar por alto y que por lo mismo es incomprensible la parálisis del actual gobierno.

El organismo mencionado revela, asimismo, que entre los años 2006 y abril de 2017 se reportaron 6 mil 614 casos de menores en todo el país. Es importante subrayar que seis de cada 10 de estas desapariciones corresponde a mujeres.

Pero pongamos mucha atención en lo siguiente: durante la administración que está por concluir se han registrado casi 5 mil niñas, niños y adolescentes desaparecidos, que son los reconocidos de manera oficial. Estas 5 mil desapariciones representan el 75 por ciento del total nacional y tuvieron lugar entre el 1 de diciembre de 2012 y el 30 de abril de 2018. Precisamente a lo largo de este sexenio.

Con justa razón, al gobierno que literalmente “ya se fue” se le responsabiliza de entregar un país con los niveles más altos de violencia, impunidad, corrupción y asesinatos -estamos rondando los 105 mil muertos-, pero también ha faltado decir que nos está heredando la cifra más alta de menores desaparecidos y de quienes los padres no saben absolutamente nada.

Si ya de por si la gestión de Enrique Peña Nieto cargaba -justificadamente- con el peor desprestigio, desaprobación y malestar de la sociedad, este tema de los menores desaparecidos termina por hundirlo en lo que resta de su mandato.

Hay un dato más que deja sin argumentos al propio Presidente de la República. Su entidad natal, el estado de México, junto con Puebla, acumulan el 40.5 de las desapariciones de este sexenio.

Estos datos, al igual que distintos puntos de vista, fueron expuestos durante la reciente Conferencia Nacional por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia sobre “Desapariciones de Niñas, Niños y Adolescentes en México”, organizado por la REDIM y que, como muchas otras más organizaciones de la sociedad civil, nos ofrecen aportaciones que valoramos y reconocemos ampliamente.

Lamentablemente no podemos fundar muchas esperanzas de que este panorama pueda cambiar en lo inmediato. Vale la pena precisar que de acuerdo con la REDIM y entre los propios participantes en dicha Conferencia Nacional, existe una gran preocupación por la indiferencia que prevalece tanto en el equipo de transición como en el mismo presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Para todos ellos, el tema es “invisible y no está colocado en las agendas”, puesto que la niñez desaparecida no ha sido mencionada.

Vamos, ni siquiera se ha comenzado por algo tan indispensable como el diseño de instrumentos de información dirigidos a los padres de familia con la idea de concientizarlos y orientarlos, con recomendaciones o acciones concretas que contribuyan a reducir los riesgos que sus hijas e hijos corren prácticamente en cualquier sitio de este país.

A todas y todos mis lectores, les pido estar siempre al pendiente de sus hijos menores. Para los criminales cualquier lugar es propicio para delinquir si los padres se descuidan o pecan de confiados.

No puedo imaginar el infierno que viven miles de madres y padres al no saber el paradero de sus niñas, niños y adolescentes. Para ellas y ellos toda mi solidaridad.

Ojalá que estas líneas sirvan para llamar la atención de los gobiernos sobre un problema que, como bien se ha dicho, en “otro país sería un escándalo nacional y en México no, en México pasa desapercibido”.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.


Recientemente, en este espacio abordé el tema de la desaparición de personas, el cual no sólo va en aumento año con año, sino que también ha exhibido a un gobierno federal totalmente rebasado e ineficiente.

En esta ocasión quiero retomar otro aspecto del mismo problema, pero probablemente mucho más crítico puesto que se trata de niñas, niños y adolescentes, y que, a pesar del elevado número de víctimas que hoy registra, sólo vemos indiferencia de nuestras autoridades.

Todos los días, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, salen a la luz pública casos de niñas, niños y adolescentes que no sólo no volvieron a su casa, sino también algo peor: muchas veces les son arrebatados a sus propias madres. Las imágenes y videos que al respecto han trascendido dan cuenta de escenas desgarradoras.

Con toda razón, la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), califica este problema como una verdadera “epidemia”. Diariamente desaparecen 4 niñas, niños o adolescentes. Sin embargo, la cuestión no termina aquí, también hay que tomar en cuenta que cada día se asesina a 3.6 menores en promedio. Son datos terribles que no se pueden pasar por alto y que por lo mismo es incomprensible la parálisis del actual gobierno.

El organismo mencionado revela, asimismo, que entre los años 2006 y abril de 2017 se reportaron 6 mil 614 casos de menores en todo el país. Es importante subrayar que seis de cada 10 de estas desapariciones corresponde a mujeres.

Pero pongamos mucha atención en lo siguiente: durante la administración que está por concluir se han registrado casi 5 mil niñas, niños y adolescentes desaparecidos, que son los reconocidos de manera oficial. Estas 5 mil desapariciones representan el 75 por ciento del total nacional y tuvieron lugar entre el 1 de diciembre de 2012 y el 30 de abril de 2018. Precisamente a lo largo de este sexenio.

Con justa razón, al gobierno que literalmente “ya se fue” se le responsabiliza de entregar un país con los niveles más altos de violencia, impunidad, corrupción y asesinatos -estamos rondando los 105 mil muertos-, pero también ha faltado decir que nos está heredando la cifra más alta de menores desaparecidos y de quienes los padres no saben absolutamente nada.

Si ya de por si la gestión de Enrique Peña Nieto cargaba -justificadamente- con el peor desprestigio, desaprobación y malestar de la sociedad, este tema de los menores desaparecidos termina por hundirlo en lo que resta de su mandato.

Hay un dato más que deja sin argumentos al propio Presidente de la República. Su entidad natal, el estado de México, junto con Puebla, acumulan el 40.5 de las desapariciones de este sexenio.

Estos datos, al igual que distintos puntos de vista, fueron expuestos durante la reciente Conferencia Nacional por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia sobre “Desapariciones de Niñas, Niños y Adolescentes en México”, organizado por la REDIM y que, como muchas otras más organizaciones de la sociedad civil, nos ofrecen aportaciones que valoramos y reconocemos ampliamente.

Lamentablemente no podemos fundar muchas esperanzas de que este panorama pueda cambiar en lo inmediato. Vale la pena precisar que de acuerdo con la REDIM y entre los propios participantes en dicha Conferencia Nacional, existe una gran preocupación por la indiferencia que prevalece tanto en el equipo de transición como en el mismo presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Para todos ellos, el tema es “invisible y no está colocado en las agendas”, puesto que la niñez desaparecida no ha sido mencionada.

Vamos, ni siquiera se ha comenzado por algo tan indispensable como el diseño de instrumentos de información dirigidos a los padres de familia con la idea de concientizarlos y orientarlos, con recomendaciones o acciones concretas que contribuyan a reducir los riesgos que sus hijas e hijos corren prácticamente en cualquier sitio de este país.

A todas y todos mis lectores, les pido estar siempre al pendiente de sus hijos menores. Para los criminales cualquier lugar es propicio para delinquir si los padres se descuidan o pecan de confiados.

No puedo imaginar el infierno que viven miles de madres y padres al no saber el paradero de sus niñas, niños y adolescentes. Para ellas y ellos toda mi solidaridad.

Ojalá que estas líneas sirvan para llamar la atención de los gobiernos sobre un problema que, como bien se ha dicho, en “otro país sería un escándalo nacional y en México no, en México pasa desapercibido”.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.