/ miércoles 1 de abril de 2020

¿Es novedad el dejar de salir de casa?

Vivimos tiempos inéditos ante la pandemia de covid-19 debida a la propagación global del coronavirus, que ha venido a trastocar la forma de vivir del mundo entero, cuando millones de personas tenemos que aislarnos, como una medida para hacer más lenta la curva de contagio de la enfermedad y de tal forma dar margen para que se logre una vacuna o medicina, además de evitar en la medida de lo posible la saturación de hospitales, especialmente en sus salas de terapia intensiva y para el uso de respiradores artificiales.


Alrededor de todo el mundo vemos calles vacías en donde hasta hace pocas semanas veíamos aglomeraciones permanentes, como es el caso de Times Square en Nueva York, la Gran vía en Madrid, la Vía Veneto en Roma, los Campos Elíseos en París y en buena medida también en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México.


Estamos en días de guarecernos en nuestros hogares y muchos de nuestros amigos y familiares y con seguridad nosotros mismos, nos sentimos extraños por tal situación, que de una forma u otra ha venido a romper nuestro acostumbrado modo de vida.


Extrañamos a compañeros de oficina, añoramos la amable atención en alguna cafetería de nuestra preferencia, de momento, no podemos abrazar ni a la gente que más queremos o dar un apretado saludo a una persona que apreciamos, ya ni qué decir de reuniones, fiestas o comidas para departir o divertirnos, todo eso está en pausa y seguirá así al menos durante todo este mes de abril que ha comenzado.


Y como todo momento de transición, la crisis sanitaria que vivimos actualmente, es algo que digno de reflexionar, ya que, si vemos las cosas detenidamente, eso de quedarnos en casa, de no estar en las calles, no es una situación que nos resulte del todo ajena.


En la época actual, se han conjuntado una serie de factores en la vida cotidiana que gradualmente nos han ido encerrando, quizá no exclusivamente en nuestras casas, pero sí nos mantienen buena parte del día o de la semana entre cuatro paredes.


Por una parte, está la inseguridad, que nos hace pensar dos veces antes de salir a la calle, viviéndose por una parte problemas como asaltos que nos tienen en riesgo a todos y por otra violencia de género y su más cruel manifestación que son los feminicidios, que hacen profundamente peligroso ser mujer en México y amplia parte de Latinoamérica, razón por la que muchos y muchas optan por mantenerse resguardados.


Pero hay más motivos, ya que los niños de la actualidad se ven cada vez más inmersos en redes sociales y en el uso de gadgets, como tabletas electrónicas, teléfonos inteligentes y consolas de videojuegos, entre otros, que les mantienen en casa, quedando perdida entre la nostalgia aquella vieja costumbre de que la mamá se asomara a la calle entre 6 y 7 de la tarde para llamar a los niños a cenar, para que dejaran de jugar con los vecinos o andar en bicicleta.


Por otra parte está el creciente ‘homeoffice’, el trabajo en casa, que implica una serie de ventajas como incrementar la productividad, disminuir traslados y hasta reducir la contaminación, pero que también ha dejado de llevar a que el trabajo sea una alternativa para socializar, manteniéndonos encerrados por buena parte del día.


Todo esto que hoy les menciono en este espacio que comparto con ustedes, es para reflexionar cada vez que nos quejemos por el confinamiento involuntario en el que nos encontramos en estos días por la pandemia de covid-19, que nos tiene literalmente guardados en nuestras casas, pero en una situación que, ante las particularidades de esta época, no nos es del todo ajena. Procuremos que esta crisis sea una buena ocasión para aprender y replantearnos.

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre

Vivimos tiempos inéditos ante la pandemia de covid-19 debida a la propagación global del coronavirus, que ha venido a trastocar la forma de vivir del mundo entero, cuando millones de personas tenemos que aislarnos, como una medida para hacer más lenta la curva de contagio de la enfermedad y de tal forma dar margen para que se logre una vacuna o medicina, además de evitar en la medida de lo posible la saturación de hospitales, especialmente en sus salas de terapia intensiva y para el uso de respiradores artificiales.


Alrededor de todo el mundo vemos calles vacías en donde hasta hace pocas semanas veíamos aglomeraciones permanentes, como es el caso de Times Square en Nueva York, la Gran vía en Madrid, la Vía Veneto en Roma, los Campos Elíseos en París y en buena medida también en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México.


Estamos en días de guarecernos en nuestros hogares y muchos de nuestros amigos y familiares y con seguridad nosotros mismos, nos sentimos extraños por tal situación, que de una forma u otra ha venido a romper nuestro acostumbrado modo de vida.


Extrañamos a compañeros de oficina, añoramos la amable atención en alguna cafetería de nuestra preferencia, de momento, no podemos abrazar ni a la gente que más queremos o dar un apretado saludo a una persona que apreciamos, ya ni qué decir de reuniones, fiestas o comidas para departir o divertirnos, todo eso está en pausa y seguirá así al menos durante todo este mes de abril que ha comenzado.


Y como todo momento de transición, la crisis sanitaria que vivimos actualmente, es algo que digno de reflexionar, ya que, si vemos las cosas detenidamente, eso de quedarnos en casa, de no estar en las calles, no es una situación que nos resulte del todo ajena.


En la época actual, se han conjuntado una serie de factores en la vida cotidiana que gradualmente nos han ido encerrando, quizá no exclusivamente en nuestras casas, pero sí nos mantienen buena parte del día o de la semana entre cuatro paredes.


Por una parte, está la inseguridad, que nos hace pensar dos veces antes de salir a la calle, viviéndose por una parte problemas como asaltos que nos tienen en riesgo a todos y por otra violencia de género y su más cruel manifestación que son los feminicidios, que hacen profundamente peligroso ser mujer en México y amplia parte de Latinoamérica, razón por la que muchos y muchas optan por mantenerse resguardados.


Pero hay más motivos, ya que los niños de la actualidad se ven cada vez más inmersos en redes sociales y en el uso de gadgets, como tabletas electrónicas, teléfonos inteligentes y consolas de videojuegos, entre otros, que les mantienen en casa, quedando perdida entre la nostalgia aquella vieja costumbre de que la mamá se asomara a la calle entre 6 y 7 de la tarde para llamar a los niños a cenar, para que dejaran de jugar con los vecinos o andar en bicicleta.


Por otra parte está el creciente ‘homeoffice’, el trabajo en casa, que implica una serie de ventajas como incrementar la productividad, disminuir traslados y hasta reducir la contaminación, pero que también ha dejado de llevar a que el trabajo sea una alternativa para socializar, manteniéndonos encerrados por buena parte del día.


Todo esto que hoy les menciono en este espacio que comparto con ustedes, es para reflexionar cada vez que nos quejemos por el confinamiento involuntario en el que nos encontramos en estos días por la pandemia de covid-19, que nos tiene literalmente guardados en nuestras casas, pero en una situación que, ante las particularidades de esta época, no nos es del todo ajena. Procuremos que esta crisis sea una buena ocasión para aprender y replantearnos.

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre