/ viernes 1 de julio de 2022

¿Es posible cultivar el mero en México, realidad o ficción? El caso de la cabrilla sardinera 

Por Vicente Gracia López (Cibnor)


Los meros constituyen un grupo de peces marinos de más de 150 especies diferentes que pertenecen a la Familia Epinephelidae y habitan en las aguas cálidas de todo el mundo. Las características biológicas más representativas son su aspecto robusto, gran tamaño y peso que, en algunos casos, puede llegar a los 400 kilos; sus hábitats preferidos son los arrecifes, las paredes rocosas, grutas, los sargazos y las praderas submarinas.

En México, encontramos representantes de este grupo tanto en el Atlántico como en el Pacífico, siendo las especies más conocidas el mero rojo de Yucatán, la cabrilla sardinera, la cherna, la estacuda y la baqueta; todas ellas tienen una gran demanda por la calidad de su carne y, forman parte de diversos platillos muy apreciados y considerados de la gastronomía mexicana.

La pesca de mero en México rebasa las 7,000 toneladas, centradas sobre todo en el mero rojo de Yucatán. La pesca de esta especie ha llegado a tal punto de extracción que se han tenido que aplicar medidas como la veda impuesta en el golfo de México y el mar Caribe.

En el Pacífico, varias especies son extraídas y comercializadas a través de mercados locales. Es en la Península de Baja California donde una especie como la cabrilla sardinera se comercializa a un alto precio debido a su alta demanda, pero la disponibilidad en los mercados es muy variable, siendo los meses de más oferta ─de febrero a junio─ cuando esta especie hace agregaciones de reproducción. De todas formas, las últimas investigaciones contradicen estudios previos y consideran que esta especie está libre de vulnerabilidad.

La cabrilla sardinera Mycteroperca rosacea es una de las cinco especies del género Mycteroperca en el Pacífico oriental. Se distribuye en la costa sur oriental de la península de Baja California, y a lo largo de todo el golfo de California hasta Jalisco, México. Se encuentra en áreas rocosas cerca de la línea de costa y en las islas, en zonas poco profundas. Los individuos adultos de cabrilla sardinera se alimentan de bancos de arenque, anchovetas y otros peces; los juveniles se alimentan durante el día de peces y crustáceos; el tamaño de estos animales alcanza los 10 kilos de peso.

Desde inicios de la primera década del siglo XXI, en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) comenzaron diversas investigaciones con el objetivo de estudiar la biología de esta especie y sus posibilidades de cultivo.

Primeramente, se mantuvieron en cautiverio grupos de organismos adultos con los que se realizó un extenso trabajo de reproducción artificial, aplicando hormonas para la inducción hormonal. Posteriormente, una vez que se adecuaron las condiciones del medio a las necesidades de los animales, éstos comenzaron a tener desoves de manera espontánea, sin manipulación alguna. Después de cultivar las larvas durante varios días, se consiguieron los primeros juveniles en el año 2003. El crecimiento observado de este animal se asemeja a especies cultivadas comercialmente en Europa, con lo cual lo coloca como especie con buenas perspectivas de cultivo. Los resultados de producción más relevantes incluyen millones de huevos fecundados con elevada fertilidad y eclosión y, posteriormente, la producción de miles de juveniles.

En cuanto a los avances zootécnicos y de investigación más significativos que se han conseguido, están aquellos relacionados con el conocimiento de la metodología de captura y transporte, aclimatación y mantenimiento de reproductores, prevención y control de enfermedades, control del desarrollo embrionario, así como de las variables físico-químicas en la supervivencia y crecimiento larval. Existe un gran conocimiento de la biología de la reproducción y la fisiología de la reproducción en cautiverio, la madurez gonadal, el ciclo sexual, la inducción hormonal y las variables que influyen en el proceso reproductivo. Investigaciones extensas también han permitido el aprendizaje sobre aspectos alimenticios, nutricionales en juveniles y efectos de probióticos en estos animales.

Los grandes avances obtenidos en el desarrollo del cultivo de esta especie se dieron por la integración de especialistas del Cibnor y el apoyo de investigadores de otras instituciones nacionales e internacionales, a través de los proyectos otorgados por las agencias involucradas ─ el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca), el Sistema de Investigación Regional Mar de Cortés (Simac) e International Foundation for Science (IFS) ─ y de los convenios y contratos con empresas. Sin embargo, la dificultad de acceder a recursos económicos para financiar investigaciones en los últimos años no ha permitido un avance que permita consolidar este cultivo.

Con todo lo expuesto, y después de un análisis pormenorizado de los avances conseguidos, nos hace exponer que la fase de escalamiento hacia la producción comercial, ya sea con la participación de empresas o por parte de cooperativas pesqueras, debe pasar por un escalón previo que debe contener ayudas económicas en forma de proyectos de investigación para mejorar sustancialmente algunos puntos: éstos incluyen la supervivencia larval en la primera alimentación, la nutrición en diversas etapas de vida de la cabrilla, el efecto del fotoperiodo y la temperatura en reproductores, entre otros aspectos zootécnicos. Estamos preparados para continuar el trabajo que lleve a esta especie o especies similares hacia el cultivo exitoso.

Autor

El doctor Vicente Gracia López posee un doctorado realizado en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona; es Investigador Titular adscrito al Programa de Acuicultura del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor); sus líneas de investigación son fisiología de la reproducción y cultivo de larvas y juveniles, alimentación y nutrición de peces marinos. Ha pertenecido al SNI por más de 15 años. Correo electrónico: vinny@cibnor.mx.

Nota del editor

Fotografías proporcionadas por el doctor Gracia López.

***

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Por Vicente Gracia López (Cibnor)


Los meros constituyen un grupo de peces marinos de más de 150 especies diferentes que pertenecen a la Familia Epinephelidae y habitan en las aguas cálidas de todo el mundo. Las características biológicas más representativas son su aspecto robusto, gran tamaño y peso que, en algunos casos, puede llegar a los 400 kilos; sus hábitats preferidos son los arrecifes, las paredes rocosas, grutas, los sargazos y las praderas submarinas.

En México, encontramos representantes de este grupo tanto en el Atlántico como en el Pacífico, siendo las especies más conocidas el mero rojo de Yucatán, la cabrilla sardinera, la cherna, la estacuda y la baqueta; todas ellas tienen una gran demanda por la calidad de su carne y, forman parte de diversos platillos muy apreciados y considerados de la gastronomía mexicana.

La pesca de mero en México rebasa las 7,000 toneladas, centradas sobre todo en el mero rojo de Yucatán. La pesca de esta especie ha llegado a tal punto de extracción que se han tenido que aplicar medidas como la veda impuesta en el golfo de México y el mar Caribe.

En el Pacífico, varias especies son extraídas y comercializadas a través de mercados locales. Es en la Península de Baja California donde una especie como la cabrilla sardinera se comercializa a un alto precio debido a su alta demanda, pero la disponibilidad en los mercados es muy variable, siendo los meses de más oferta ─de febrero a junio─ cuando esta especie hace agregaciones de reproducción. De todas formas, las últimas investigaciones contradicen estudios previos y consideran que esta especie está libre de vulnerabilidad.

La cabrilla sardinera Mycteroperca rosacea es una de las cinco especies del género Mycteroperca en el Pacífico oriental. Se distribuye en la costa sur oriental de la península de Baja California, y a lo largo de todo el golfo de California hasta Jalisco, México. Se encuentra en áreas rocosas cerca de la línea de costa y en las islas, en zonas poco profundas. Los individuos adultos de cabrilla sardinera se alimentan de bancos de arenque, anchovetas y otros peces; los juveniles se alimentan durante el día de peces y crustáceos; el tamaño de estos animales alcanza los 10 kilos de peso.

Desde inicios de la primera década del siglo XXI, en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) comenzaron diversas investigaciones con el objetivo de estudiar la biología de esta especie y sus posibilidades de cultivo.

Primeramente, se mantuvieron en cautiverio grupos de organismos adultos con los que se realizó un extenso trabajo de reproducción artificial, aplicando hormonas para la inducción hormonal. Posteriormente, una vez que se adecuaron las condiciones del medio a las necesidades de los animales, éstos comenzaron a tener desoves de manera espontánea, sin manipulación alguna. Después de cultivar las larvas durante varios días, se consiguieron los primeros juveniles en el año 2003. El crecimiento observado de este animal se asemeja a especies cultivadas comercialmente en Europa, con lo cual lo coloca como especie con buenas perspectivas de cultivo. Los resultados de producción más relevantes incluyen millones de huevos fecundados con elevada fertilidad y eclosión y, posteriormente, la producción de miles de juveniles.

En cuanto a los avances zootécnicos y de investigación más significativos que se han conseguido, están aquellos relacionados con el conocimiento de la metodología de captura y transporte, aclimatación y mantenimiento de reproductores, prevención y control de enfermedades, control del desarrollo embrionario, así como de las variables físico-químicas en la supervivencia y crecimiento larval. Existe un gran conocimiento de la biología de la reproducción y la fisiología de la reproducción en cautiverio, la madurez gonadal, el ciclo sexual, la inducción hormonal y las variables que influyen en el proceso reproductivo. Investigaciones extensas también han permitido el aprendizaje sobre aspectos alimenticios, nutricionales en juveniles y efectos de probióticos en estos animales.

Los grandes avances obtenidos en el desarrollo del cultivo de esta especie se dieron por la integración de especialistas del Cibnor y el apoyo de investigadores de otras instituciones nacionales e internacionales, a través de los proyectos otorgados por las agencias involucradas ─ el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca), el Sistema de Investigación Regional Mar de Cortés (Simac) e International Foundation for Science (IFS) ─ y de los convenios y contratos con empresas. Sin embargo, la dificultad de acceder a recursos económicos para financiar investigaciones en los últimos años no ha permitido un avance que permita consolidar este cultivo.

Con todo lo expuesto, y después de un análisis pormenorizado de los avances conseguidos, nos hace exponer que la fase de escalamiento hacia la producción comercial, ya sea con la participación de empresas o por parte de cooperativas pesqueras, debe pasar por un escalón previo que debe contener ayudas económicas en forma de proyectos de investigación para mejorar sustancialmente algunos puntos: éstos incluyen la supervivencia larval en la primera alimentación, la nutrición en diversas etapas de vida de la cabrilla, el efecto del fotoperiodo y la temperatura en reproductores, entre otros aspectos zootécnicos. Estamos preparados para continuar el trabajo que lleve a esta especie o especies similares hacia el cultivo exitoso.

Autor

El doctor Vicente Gracia López posee un doctorado realizado en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona; es Investigador Titular adscrito al Programa de Acuicultura del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor); sus líneas de investigación son fisiología de la reproducción y cultivo de larvas y juveniles, alimentación y nutrición de peces marinos. Ha pertenecido al SNI por más de 15 años. Correo electrónico: vinny@cibnor.mx.

Nota del editor

Fotografías proporcionadas por el doctor Gracia López.

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