/ viernes 20 de noviembre de 2020

Escenarios del empleo

Mucho se ha escrito sobre los impactos de la pandemia en el empleo de los mexicanos y también, mucho se ha debatido en torno a cuántos puestos de trabajo se han perdido o, en su caso, se han recuperado durante los últimos meses.

Más allá de lo anterior, en lo personal identifico dos escenarios -uno favorable y otro, desfavorable- definidos a partir de dos fuentes recientes, cada uno apunta tendencias opuestas.

Un escenario deriva del triunfalismo oficial podríamos. La referencia más inmediata la tenemos hace casi un mes, cuando en una conferencia mañanera el Presidente afirmó que en agosto se recuperaron 90 mil empleos, en septiembre 120 mil y en octubre -hasta el día 22- la cifra rondaba los 148 mil puestos de trabajo. Esto fue presentado como un avance frente al millón de empleos que, oficialmente, se han perdido durante la pandemia. Desde luego omitió mencionar su promesa de crear dos millones de empleos con su “programa de reactivación económica” anunció en junio pasado.

Por el otro lado, el escenario desfavorable se configura a partir de los resultados que esta semana presentó el INEGI y que están basados en su “Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo”, correspondiente al tercer trimestre de 2020 pero comparados con el mismo periodo del año pasado, lo que nos permite identificar el comportamiento real de esta variable.

Retomo solo algunas de las conclusiones más representativas de la citada Encuesta:

Hay una reducción en el número de personas que forman parte de la Población Económicamente Activa (PEA); el indicador pasa de 57.3 millones registrado en el periodo julio-septiembre de 2019 a 53.8 millones de personas en 2020. Se trata de una disminución de 3.6 millones.

En cuanto a la “población ocupada”, ésta es de 51 millones de personas al tercer trimestre de este año; sin embargo, en el 2019 fue de 55 millones. Una pérdida de 4 millones de trabajos.

Tenemos otro dato que complementa el diagnóstico: en el tercer trimestre de 2019, el número de “personas desocupadas” fue de poco más de dos millones (2,147,638). Al mismo periodo de este 2020 se ubicó en 2,769,491, que equivale a más de 621 mil personas desocupadas.

En esta misma tendencia desfavorable, pueden ubicarse también las proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo que, más que puntualizar en los empleos perdidos, advierte un proceso de una disminución sostenida de fuentes de trabajo, la cual se calcula que podría llegar al 11.7 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, 6 millones de trabajos perdidos hacia finales del 2020. Esto fue presentado apenas el pasado mes de octubre.

A grandes trazos, así se encuentra el panorama laboral del país. Si nos atenemos a las perspectivas del escenario desfavorable, se prevé entonces que la pérdida de empleos va a continuar en los próximos meses.

Si nuestra referencia fueran los datos del Presidente, considero que aún es muy pronto para sostener que los empleos generados en los últimos tres meses signifiquen el inicio de una recuperación continua.

Comento lo anterior por una sencilla razón: la pérdida de empleos se agudizó con la pandemia y la falta de programas de reactivación, apoyo a pequeñas empresas, gasto improductivo del gobierno y confianza a la inversión.

En realidad, el comportamiento del empleo en mucho va a depender de cómo se logre resolver el desafío de la crisis sanitaria.

Esta pandemia tan prolongada mantiene a la mayoría de las entidades de la República atrapadas, de acuerdo con el semáforo epidemiológico, entre el riesgo máximo -color rojo- y el riesgo alto -naranja-, ya no se diga considerar la posibilidad de que algunos estados puedan transitar hacia el color amarillo o verde en las próximas semanas.

En consecuencia, en la medida en que nuevamente se restringen las actividades económicas -particularmente en el ámbito de los servicios-, se limitan las capacidades del sector productivo para evitar despidos.

Basta señalar que de acuerdo con la misma encuesta del INEGI, los sectores económicos que más están resintiendo los efectos de la pandemia comprenden las actividades terciarias o de servicios; éstos son los más castigados en términos de empleo. En el tercer trimestre se han perdido 3 millones de fuentes de trabajo, destacando los sectores de restaurantes, alojamiento y comercio. Cada uno ha registrado 1.1 millones de desocupados.

Tal parece que caímos en un círculo vicioso que nos mantiene atrapados. Ante el incremento del número de contagios y saturación de camas en hospitales, muchas entidades del país que se encuentran en color naranja nuevamente comenzaron a declarar restricciones para evitar regresar al color rojo.

También comento que estamos atrapados, porque la única forma de generar empleos -o al menos evitar que se sigan perdiendo más- es mantener activa la economía, con una política económica favorable y una adecuada gestión sanitaria de la pandemia, lo cual por ahora se ve muy lejano.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

Mucho se ha escrito sobre los impactos de la pandemia en el empleo de los mexicanos y también, mucho se ha debatido en torno a cuántos puestos de trabajo se han perdido o, en su caso, se han recuperado durante los últimos meses.

Más allá de lo anterior, en lo personal identifico dos escenarios -uno favorable y otro, desfavorable- definidos a partir de dos fuentes recientes, cada uno apunta tendencias opuestas.

Un escenario deriva del triunfalismo oficial podríamos. La referencia más inmediata la tenemos hace casi un mes, cuando en una conferencia mañanera el Presidente afirmó que en agosto se recuperaron 90 mil empleos, en septiembre 120 mil y en octubre -hasta el día 22- la cifra rondaba los 148 mil puestos de trabajo. Esto fue presentado como un avance frente al millón de empleos que, oficialmente, se han perdido durante la pandemia. Desde luego omitió mencionar su promesa de crear dos millones de empleos con su “programa de reactivación económica” anunció en junio pasado.

Por el otro lado, el escenario desfavorable se configura a partir de los resultados que esta semana presentó el INEGI y que están basados en su “Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo”, correspondiente al tercer trimestre de 2020 pero comparados con el mismo periodo del año pasado, lo que nos permite identificar el comportamiento real de esta variable.

Retomo solo algunas de las conclusiones más representativas de la citada Encuesta:

Hay una reducción en el número de personas que forman parte de la Población Económicamente Activa (PEA); el indicador pasa de 57.3 millones registrado en el periodo julio-septiembre de 2019 a 53.8 millones de personas en 2020. Se trata de una disminución de 3.6 millones.

En cuanto a la “población ocupada”, ésta es de 51 millones de personas al tercer trimestre de este año; sin embargo, en el 2019 fue de 55 millones. Una pérdida de 4 millones de trabajos.

Tenemos otro dato que complementa el diagnóstico: en el tercer trimestre de 2019, el número de “personas desocupadas” fue de poco más de dos millones (2,147,638). Al mismo periodo de este 2020 se ubicó en 2,769,491, que equivale a más de 621 mil personas desocupadas.

En esta misma tendencia desfavorable, pueden ubicarse también las proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo que, más que puntualizar en los empleos perdidos, advierte un proceso de una disminución sostenida de fuentes de trabajo, la cual se calcula que podría llegar al 11.7 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, 6 millones de trabajos perdidos hacia finales del 2020. Esto fue presentado apenas el pasado mes de octubre.

A grandes trazos, así se encuentra el panorama laboral del país. Si nos atenemos a las perspectivas del escenario desfavorable, se prevé entonces que la pérdida de empleos va a continuar en los próximos meses.

Si nuestra referencia fueran los datos del Presidente, considero que aún es muy pronto para sostener que los empleos generados en los últimos tres meses signifiquen el inicio de una recuperación continua.

Comento lo anterior por una sencilla razón: la pérdida de empleos se agudizó con la pandemia y la falta de programas de reactivación, apoyo a pequeñas empresas, gasto improductivo del gobierno y confianza a la inversión.

En realidad, el comportamiento del empleo en mucho va a depender de cómo se logre resolver el desafío de la crisis sanitaria.

Esta pandemia tan prolongada mantiene a la mayoría de las entidades de la República atrapadas, de acuerdo con el semáforo epidemiológico, entre el riesgo máximo -color rojo- y el riesgo alto -naranja-, ya no se diga considerar la posibilidad de que algunos estados puedan transitar hacia el color amarillo o verde en las próximas semanas.

En consecuencia, en la medida en que nuevamente se restringen las actividades económicas -particularmente en el ámbito de los servicios-, se limitan las capacidades del sector productivo para evitar despidos.

Basta señalar que de acuerdo con la misma encuesta del INEGI, los sectores económicos que más están resintiendo los efectos de la pandemia comprenden las actividades terciarias o de servicios; éstos son los más castigados en términos de empleo. En el tercer trimestre se han perdido 3 millones de fuentes de trabajo, destacando los sectores de restaurantes, alojamiento y comercio. Cada uno ha registrado 1.1 millones de desocupados.

Tal parece que caímos en un círculo vicioso que nos mantiene atrapados. Ante el incremento del número de contagios y saturación de camas en hospitales, muchas entidades del país que se encuentran en color naranja nuevamente comenzaron a declarar restricciones para evitar regresar al color rojo.

También comento que estamos atrapados, porque la única forma de generar empleos -o al menos evitar que se sigan perdiendo más- es mantener activa la economía, con una política económica favorable y una adecuada gestión sanitaria de la pandemia, lo cual por ahora se ve muy lejano.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación.