/ viernes 21 de diciembre de 2018

Escenarios geopolíticos 2019 (1)

Es natural, que nos hayamos ensimismado en nuestra dinámica política, luego de los comicios del 1 de julio. Pero esto desde luego, que de ninguna forma impide o altera de manera sustancial, lo que sucede en las dinámicas internacionales y regionales. Incluso, pareciera que no consideramos en general, los efectos que esa desatención produce sobre la realidad del país. Ahí tenemos por ejemplo, la pública postura del futuro gobierno de Brasil, para no invitar al tirano de Nicolás Maduro a la toma de posesión del Presidente Jair Bolosonaro. La reacción del Presidente venezolano, se enfocó a acusar de manera explícita a su homologo colombiano, de encabezar una asonada militar para derrocarlo.

Por supuesto que las tensiones van en aumento y desde la nueva Secretaría de Relaciones Exteriores no se ha leído o escuchado algún planteamiento al respecto. Salvo el foco de atención que merecen Centroamérica, no hay un pronunciamiento a propósito de otros escenarios complejos y peligrosos que de forma directa pueden repercutir en el país. Tal es el caso de la tiranía nicaragüense encabezada por Daniel Ortega. Tampoco hay algún señalamiento desde nuestro país. Y no se trata de “intromisión” se trata de darle un giro sustancial a la política exterior del país, que por décadas se confundió con la promoción de negocios internacionales.

Recordemos la notable marginalidad de México en las negociaciones de paz en Colombia, o peor aún, la ausencia de nuestra diplomacia en el proceso de relevo generacional en Cuba. Esto tan sólo para citar el creciente aislamiento georegional de nuestro país o bien, la escaza diversificación de la agenda internacional para que no quede unidireccional respecto de Washington.

Por lo que hace a las afinidades ideológicas, en general, el gobierno del Presidente de la República, López Obrador, tiene un panorama árido. La mayor parte de los proyectos encabezados por lo que se denominó como “izquierda popular”, hoy no sólo fueron derrotados de manera estrepitosa en las urnas, sino que la base de sus programas y políticas han sido desmantelados. Ubicados en una variedad de posturas que se pueden calificar de conservadoras y de derecha, tenemos a los gobiernos de Chile, Ecuador, Colombia, Perú, Argentina, en día, Brasil, Honduras, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Costa Rica entre otros. Siguen en la ruta de la izquierda popular –con matices muy importantes, desde luego: Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Uruguay.

Más temprano que tarde, se deberá establecer la ruta del posicionamiento de la política exterior y diplomacia de México. Por lo que los mencionados factores y otros más, como son las alianzas en los foros multilaterales, incluso al interior de las Naciones Unidas o de la Organización de Estados Americanos, como son el Consejo de Seguridad de la ONU, implican retos de gran calado luego de la persistente ausencia de nuestro país en dichos foros.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

Es natural, que nos hayamos ensimismado en nuestra dinámica política, luego de los comicios del 1 de julio. Pero esto desde luego, que de ninguna forma impide o altera de manera sustancial, lo que sucede en las dinámicas internacionales y regionales. Incluso, pareciera que no consideramos en general, los efectos que esa desatención produce sobre la realidad del país. Ahí tenemos por ejemplo, la pública postura del futuro gobierno de Brasil, para no invitar al tirano de Nicolás Maduro a la toma de posesión del Presidente Jair Bolosonaro. La reacción del Presidente venezolano, se enfocó a acusar de manera explícita a su homologo colombiano, de encabezar una asonada militar para derrocarlo.

Por supuesto que las tensiones van en aumento y desde la nueva Secretaría de Relaciones Exteriores no se ha leído o escuchado algún planteamiento al respecto. Salvo el foco de atención que merecen Centroamérica, no hay un pronunciamiento a propósito de otros escenarios complejos y peligrosos que de forma directa pueden repercutir en el país. Tal es el caso de la tiranía nicaragüense encabezada por Daniel Ortega. Tampoco hay algún señalamiento desde nuestro país. Y no se trata de “intromisión” se trata de darle un giro sustancial a la política exterior del país, que por décadas se confundió con la promoción de negocios internacionales.

Recordemos la notable marginalidad de México en las negociaciones de paz en Colombia, o peor aún, la ausencia de nuestra diplomacia en el proceso de relevo generacional en Cuba. Esto tan sólo para citar el creciente aislamiento georegional de nuestro país o bien, la escaza diversificación de la agenda internacional para que no quede unidireccional respecto de Washington.

Por lo que hace a las afinidades ideológicas, en general, el gobierno del Presidente de la República, López Obrador, tiene un panorama árido. La mayor parte de los proyectos encabezados por lo que se denominó como “izquierda popular”, hoy no sólo fueron derrotados de manera estrepitosa en las urnas, sino que la base de sus programas y políticas han sido desmantelados. Ubicados en una variedad de posturas que se pueden calificar de conservadoras y de derecha, tenemos a los gobiernos de Chile, Ecuador, Colombia, Perú, Argentina, en día, Brasil, Honduras, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Costa Rica entre otros. Siguen en la ruta de la izquierda popular –con matices muy importantes, desde luego: Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Uruguay.

Más temprano que tarde, se deberá establecer la ruta del posicionamiento de la política exterior y diplomacia de México. Por lo que los mencionados factores y otros más, como son las alianzas en los foros multilaterales, incluso al interior de las Naciones Unidas o de la Organización de Estados Americanos, como son el Consejo de Seguridad de la ONU, implican retos de gran calado luego de la persistente ausencia de nuestro país en dichos foros.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso