/ viernes 6 de marzo de 2020

Escuchar, entender y actuar

Este fin de semana se llevarán a cabo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, diversas manifestaciones públicas de mujeres para evidenciar el rechazo que existe contra el ambiente de violencia que están sufriendo, así como por la ausencia desde hace años de políticas públicas eficaces que tengan como objetivo acabar con este problema.


A través de un ejercicio absoluto de sororidad, el sábado y domingo habrá cadenas y marchas de mujeres en las que expresarán sus opiniones y exigirán el cumplimiento a sus derechos. Las razones para ello no pueden estar a discusión.


Las cifras publicadas en las bases de datos oficiales permiten concluir que ser mujer en México es muy peligroso. Con corte al mes de enero, el Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública, después de minimizar el delito de feminicidio al señalar que éste representa a nivel nacional el 0.04% en la incidencia delictiva total, reportó que en enero de este año hubo 73 feminicidios (asesinato de una mujer por el simple hecho de serlo) y 247 mujeres fueron víctimas de homicidios dolosos.


Dicho de otra manera, el gobierno presenta datos que permiten concluir que 10 mujeres son asesinadas diariamente de manera intencionada. También dicho reporte señala que de enero del 2015 al 31 de enero de 2020 han existido 3701 feminicidios.


Por otra parte, el lunes 9 de marzo habrá un paro nacional de mujeres convocado por diversos colectivos feministas. En la convocatoria se ha llamado a lograr que no haya ninguna mujer en las calles, ninguna mujer en los trabajos, ninguna mujer en las universidades, ninguna niña en las escuelas y ninguna mujer comprando. Así, lo que se pretende es visibilizar lo indispensables que son las mujeres en la actividad económica y social pero, sobre todo, concientizar en los hombres e instituciones sobre conductas que están culturalmente normalizadas y que entrañan un trato desigual frente a las mujeres, lo cual también es violencia.


En efecto, tanto en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (“Convención de Belém Do Pará”) ratificada por México en 1998, como en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia aprobada en 2007, se reconoce que las mujeres tienen derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Dentro de ellos resalta el tema del derecho a la igualdad de protección ante la ley y de la ley.


De igual forma, en dichos ordenamientos también se impone como deber a los Estados el reconocer, proteger y respetar su ejercicio, así como adoptar políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar los distintos tipos de violencia. La Convención es clara al señalar los siguiente: Los Estados Partes reconocen que la violencia contra la mujer impide y anula el ejercicio de esos derechos.


Lo importante del Paro Nacional es que podremos ver a qué grado hemos normalizado la violencia contra las mujeres, pues basta recordar que ésta no sólo se ejerce de manera física. La desigualdad en las relaciones y condiciones laborales, en la repartición de tareas en el hogar, también es una manifestación de violencia. No nos equivoquemos.


Ha llegado a ser tan molesta la difusión que se le ha dado al tema, que a partir del anuncio del paro nacional hemos visto constantes distractores e incluso mensajes contra la medida. Desde la actitud del gobierno que parece restarle importancia al movimiento, pasando por promesas de empresas “permitiéndole” a sus empleadas sumarse al paro pero con consecuencias en horas extras o en vacaciones y, el colmo, hasta un video de un cardenal en redes sociales llamando a boicotear el paro.


No nos distraigamos de la realidad que viven las mujeres en este país. Desde 2017 el INEGI reportó a través de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares que más de 30 millones de mujeres 15 años y más que habitan en México han padecido en distintos ambientes (familiares, escolares, laborales y comunitarios) violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación.


Solo escuchando los válidos reclamos de ellas, entendiendo qué se está haciendo mal y actuando podremos cambiar el contexto. Por ello es muy importante lo que ocurrirá el lunes, pues es una oportunidad de valorar la actividad y participación de las mujeres, hacer un corte de caja que se ha retrasado por años y cambiar la perspectiva en el que viven las mujeres en el espacio público y privado. Mientras tanto, los hombres podremos usar algún distintivo morado como muestra de solidaridad con el movimiento. Así lo han expresado las organizadoras.


Hoy hemos visto que diversas instituciones públicas, universidades y empresas se adhirieron al paro nacional y han adoptado la política de respetar el ejercicio del derecho de las mujeres sin que ello implique una sanción salarial. Valdría la pena ver qué ocurre después del lunes 9 de marzo, pues la mera empatía con la causa ya es y será suficiente.

Este fin de semana se llevarán a cabo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, diversas manifestaciones públicas de mujeres para evidenciar el rechazo que existe contra el ambiente de violencia que están sufriendo, así como por la ausencia desde hace años de políticas públicas eficaces que tengan como objetivo acabar con este problema.


A través de un ejercicio absoluto de sororidad, el sábado y domingo habrá cadenas y marchas de mujeres en las que expresarán sus opiniones y exigirán el cumplimiento a sus derechos. Las razones para ello no pueden estar a discusión.


Las cifras publicadas en las bases de datos oficiales permiten concluir que ser mujer en México es muy peligroso. Con corte al mes de enero, el Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública, después de minimizar el delito de feminicidio al señalar que éste representa a nivel nacional el 0.04% en la incidencia delictiva total, reportó que en enero de este año hubo 73 feminicidios (asesinato de una mujer por el simple hecho de serlo) y 247 mujeres fueron víctimas de homicidios dolosos.


Dicho de otra manera, el gobierno presenta datos que permiten concluir que 10 mujeres son asesinadas diariamente de manera intencionada. También dicho reporte señala que de enero del 2015 al 31 de enero de 2020 han existido 3701 feminicidios.


Por otra parte, el lunes 9 de marzo habrá un paro nacional de mujeres convocado por diversos colectivos feministas. En la convocatoria se ha llamado a lograr que no haya ninguna mujer en las calles, ninguna mujer en los trabajos, ninguna mujer en las universidades, ninguna niña en las escuelas y ninguna mujer comprando. Así, lo que se pretende es visibilizar lo indispensables que son las mujeres en la actividad económica y social pero, sobre todo, concientizar en los hombres e instituciones sobre conductas que están culturalmente normalizadas y que entrañan un trato desigual frente a las mujeres, lo cual también es violencia.


En efecto, tanto en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (“Convención de Belém Do Pará”) ratificada por México en 1998, como en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia aprobada en 2007, se reconoce que las mujeres tienen derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Dentro de ellos resalta el tema del derecho a la igualdad de protección ante la ley y de la ley.


De igual forma, en dichos ordenamientos también se impone como deber a los Estados el reconocer, proteger y respetar su ejercicio, así como adoptar políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar los distintos tipos de violencia. La Convención es clara al señalar los siguiente: Los Estados Partes reconocen que la violencia contra la mujer impide y anula el ejercicio de esos derechos.


Lo importante del Paro Nacional es que podremos ver a qué grado hemos normalizado la violencia contra las mujeres, pues basta recordar que ésta no sólo se ejerce de manera física. La desigualdad en las relaciones y condiciones laborales, en la repartición de tareas en el hogar, también es una manifestación de violencia. No nos equivoquemos.


Ha llegado a ser tan molesta la difusión que se le ha dado al tema, que a partir del anuncio del paro nacional hemos visto constantes distractores e incluso mensajes contra la medida. Desde la actitud del gobierno que parece restarle importancia al movimiento, pasando por promesas de empresas “permitiéndole” a sus empleadas sumarse al paro pero con consecuencias en horas extras o en vacaciones y, el colmo, hasta un video de un cardenal en redes sociales llamando a boicotear el paro.


No nos distraigamos de la realidad que viven las mujeres en este país. Desde 2017 el INEGI reportó a través de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares que más de 30 millones de mujeres 15 años y más que habitan en México han padecido en distintos ambientes (familiares, escolares, laborales y comunitarios) violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación.


Solo escuchando los válidos reclamos de ellas, entendiendo qué se está haciendo mal y actuando podremos cambiar el contexto. Por ello es muy importante lo que ocurrirá el lunes, pues es una oportunidad de valorar la actividad y participación de las mujeres, hacer un corte de caja que se ha retrasado por años y cambiar la perspectiva en el que viven las mujeres en el espacio público y privado. Mientras tanto, los hombres podremos usar algún distintivo morado como muestra de solidaridad con el movimiento. Así lo han expresado las organizadoras.


Hoy hemos visto que diversas instituciones públicas, universidades y empresas se adhirieron al paro nacional y han adoptado la política de respetar el ejercicio del derecho de las mujeres sin que ello implique una sanción salarial. Valdría la pena ver qué ocurre después del lunes 9 de marzo, pues la mera empatía con la causa ya es y será suficiente.