/ miércoles 14 de febrero de 2018

Ese mero

Es frecuente escuchar a un viajero afirmar que conoce a fondo la situación política del país que visitó, basado en su propio sondeo. El juicio que se forma es a menudo producto de sus pláticas con los conductores de los taxis que abordó. La mayoría de ellos, sin duda, le hizo criticas acervas a la situación económica y política, lo mismo que al gobierno en turno. El viajero seguramente no se ha preguntado si lo escuchado representa en realidad la vox populi o la opinión mayoritaria que en realidad se identifica con los especímenes de una parte del ciudadano común, dispuesto por vocación a aprovechar la oportunidad de hacerse escuchar para censurar lo establecido y a toda autoridad. Lo mismo ocurre con otros representantes de esos sectores que exteriorizan el mal humor, el enojo y una cierta frustración. De un peluquero, por ejemplo, nadie puede esperar un análisis informado, equilibrado de la realidad del país. Taxista o estilista que se respete tiene que hablar mal del gobierno.

Es posible establecer similitudes entre la opinión del taxista y del peluquero con algunas encuestas de opinión, sobre todo en tiempos de efervescencia política cercanos a la toma de decisiones a través del voto popular. La encuesta no recoge necesariamente la verdadera intención del sufragio que en los últimos años han mostrado las fallas de los sondeos al término de los procesos de votación. El encuestado no siempre expresa su preferencia, reservada ante el encuestador por aquello del voto secreto. La respuesta a la pregunta de por quién se votará puede corresponder a un momento de enojo o desahogo frente a lo establecido, pero no es seguro que llegado el momento de sufragar lo haga con ese ánimo. El desarrollo de las campañas políticas, haciendo a un lado la diatriba, la descalificación y el ataque personal entre candidatos y partidos debe conducir a un análisis más profundo de las opciones que determinen la decisión definitiva en las urnas. Radica ahí, en la diferencia entre la inmediatez del momento y la reflexión del votante la explicación de las fallas, los cambios y las veleidades de la encuesta de opinión, además de la manipulación por parte de partidos, sectores y grupos de interés que influyen en el mercado del sondeo, no siempre objetivo ni profesional.

Terminó la etapa de las precampañas y empieza la que la ley electoral señala de relativo silencio antes de las campañas propiamente dichas a partir del 30 de marzo. Será un lapso de verdadera reflexión en espera de las propuestas y programas de gobierno y de las exposiciones que partidos y candidatos harán lo mismo en reuniones temáticas que en debates en los que representantes de los medios de comunicación y de la sociedad cuestionarán a los aspirantes a ocupar los más de tres mil cargos de elección el primero de julio próximo. Habrá cambios en el panorama que ofrecen hasta ahora las llamadas encuestas. Se verá sin duda el resultado de esas reflexiones y esos análisis, ajenos a la voz –falsa vox populi—del enojo, la ira y del desahogo. Ganará, no el que más grite o insulte, sino el más preparado y capaz. Ese mero.

Srio28@prodigy.net.mx

Es frecuente escuchar a un viajero afirmar que conoce a fondo la situación política del país que visitó, basado en su propio sondeo. El juicio que se forma es a menudo producto de sus pláticas con los conductores de los taxis que abordó. La mayoría de ellos, sin duda, le hizo criticas acervas a la situación económica y política, lo mismo que al gobierno en turno. El viajero seguramente no se ha preguntado si lo escuchado representa en realidad la vox populi o la opinión mayoritaria que en realidad se identifica con los especímenes de una parte del ciudadano común, dispuesto por vocación a aprovechar la oportunidad de hacerse escuchar para censurar lo establecido y a toda autoridad. Lo mismo ocurre con otros representantes de esos sectores que exteriorizan el mal humor, el enojo y una cierta frustración. De un peluquero, por ejemplo, nadie puede esperar un análisis informado, equilibrado de la realidad del país. Taxista o estilista que se respete tiene que hablar mal del gobierno.

Es posible establecer similitudes entre la opinión del taxista y del peluquero con algunas encuestas de opinión, sobre todo en tiempos de efervescencia política cercanos a la toma de decisiones a través del voto popular. La encuesta no recoge necesariamente la verdadera intención del sufragio que en los últimos años han mostrado las fallas de los sondeos al término de los procesos de votación. El encuestado no siempre expresa su preferencia, reservada ante el encuestador por aquello del voto secreto. La respuesta a la pregunta de por quién se votará puede corresponder a un momento de enojo o desahogo frente a lo establecido, pero no es seguro que llegado el momento de sufragar lo haga con ese ánimo. El desarrollo de las campañas políticas, haciendo a un lado la diatriba, la descalificación y el ataque personal entre candidatos y partidos debe conducir a un análisis más profundo de las opciones que determinen la decisión definitiva en las urnas. Radica ahí, en la diferencia entre la inmediatez del momento y la reflexión del votante la explicación de las fallas, los cambios y las veleidades de la encuesta de opinión, además de la manipulación por parte de partidos, sectores y grupos de interés que influyen en el mercado del sondeo, no siempre objetivo ni profesional.

Terminó la etapa de las precampañas y empieza la que la ley electoral señala de relativo silencio antes de las campañas propiamente dichas a partir del 30 de marzo. Será un lapso de verdadera reflexión en espera de las propuestas y programas de gobierno y de las exposiciones que partidos y candidatos harán lo mismo en reuniones temáticas que en debates en los que representantes de los medios de comunicación y de la sociedad cuestionarán a los aspirantes a ocupar los más de tres mil cargos de elección el primero de julio próximo. Habrá cambios en el panorama que ofrecen hasta ahora las llamadas encuestas. Se verá sin duda el resultado de esas reflexiones y esos análisis, ajenos a la voz –falsa vox populi—del enojo, la ira y del desahogo. Ganará, no el que más grite o insulte, sino el más preparado y capaz. Ese mero.

Srio28@prodigy.net.mx