/ viernes 13 de julio de 2018

Estabilidad económica y crecimiento dinámico

Por: Francisco Cervantes

Para acelerar y mantener el paso de la economía, conservando la estabilidad macroeconómica, es preciso definir una auténtica estrategia de desarrollo e industrialización, con rumbo, objetivos e instrumentos precisos y eficaces. Sin ella, nuestra economía seguirá a flote, pero con paso lento y crecientes rezagos.

El diagnóstico no admite dudas. Frente al lento crecimiento económico mostrado por la economía y la actividad industrial en las últimas tres décadas y tomando en cuenta los cambios y tendencias que dominan el entorno internacional, México debe abrir una fase novedosa para su desarrollo, a partir de una clara y sólida política industrial que nos permita elevar la competitividad del sector fabril, innovar, conservar y ampliar las fuentes de empleo en el sector formal de la economía.

Los industriales estamos comprometidos con el bienestar y desarrollo de nuestro país y convencidos de que México, sus trabajadores, empresarios y la sociedad en general, merecemos un futuro de estabilidad y prosperidad.

El desarrollo económico y social depende de nuestras capacidades productivas y la creación y distribución de riqueza está indisolublemente vinculada a la operación de las empresas públicas y privadas. No puede haber desarrollo sin unidades productivas financieramente viables y competitivas para retener y generar más y mejores empleos formales. Para lograr un crecimiento dinámico y competitivo, debemos impulsar la inversión productiva.

¿Cómo lograrlo? No es una tarea sencilla ni de corto plazo, sobre todo en un momento marcado por una intensa competencia internacional y el resurgimiento del proteccionismo. Sin embargo, el mejor camino para conseguirlo es aquel que nos conduce al fortalecimiento de las capacidades productivas internas.

La industria en México genera el 35% de la producción nacional de bienes y servicios, medida a través del PIB, y el 42% del empleo formal.

Por eso vemos con inquietud que más allá de los casos de algunas ramas exitosas, la industria en general atraviesa por un periodo de enormes desafíos. Sólo en 2017, la producción industrial aumentó 0.6%, cifra distante de lo que podemos y debemos alcanzar.

¿Qué proponemos en el sector industrial? En nuestro planteamiento de Política Industrial Globalmente Productiva, Competitiva e Incluyente de CONCAMIN, identificamos cinco líneas estratégicas.

Primera, crecimiento económico y productividad: establecer como objetivo acelerar el crecimiento del PIB, para pasar del 2.3% al 5% anual en función de una competitividad industrial sistémica.


Segunda, política industrial de Estado: Definir y alinear objetivos, normas, políticas, estrategias y recursos encaminados al fomento, desde la administración pública, del sector industrial del país. Entre otras acciones se contempla:

a. Generar programas de desarrollo industrial a nivel sectorial y regional

b. Elevar las compras e inversiones de gobierno con contenido nacional a, por lo menos, un 50% en promedio (sin contar la parte laboral)

c. Incrementar el contenido nacional de las exportaciones, para pasar del 30% al 40% en los siguientes seis años

d. Aumentar las capacidades productivas de las Pymes y fomentar la creación de empresas proveedoras de insumos intermedios y bienes de capital

e. Acelerar las Zonas Económicas Especiales, con perfil industrial

f. Lograr un incremento sostenido del salario

g. Crear la Alianza por la Educación Industrial para la Integración Social y el Desarrollo Competitivo de México

h. Crear el Instituto de Desarrollo y Transferencia Tecnológica, Innovación e Ingeniería en Manufactura.

Tercera, financiamiento. Para contar con un brazo financiero que promueva el desarrollo industrial, se propone la creación de una Banca de Desarrollo Industrial que dé viabilidad al padrón de proyectos industriales estratégicos de inversión.

Cuarta, sector manufacturero. Transitar a la transformación y generación de valor agregado. Se agotó el beneficio de los bajos costos laborales y la ubicación geográfica. La cuarta revolución industrial, la robotización y la automatización han creado nuevos diferenciales productivos en las naciones asiáticas con las que México compite. Por ello, debemos promover la inversión privada en manufacturas, hasta alcanzar por lo menos de un 15% como proporción del PIB para el 2030.

Quinta, mejora regulatoria. Reducir, en seis años, el costo de la carga regulatoria del actual 3.5% a 2% del PIB e instrumentar una política económica que garantice “suelo parejo” a las empresas mexicanas respecto de los beneficios que contienen las importaciones y maquiladoras.


Por: Francisco Cervantes

Para acelerar y mantener el paso de la economía, conservando la estabilidad macroeconómica, es preciso definir una auténtica estrategia de desarrollo e industrialización, con rumbo, objetivos e instrumentos precisos y eficaces. Sin ella, nuestra economía seguirá a flote, pero con paso lento y crecientes rezagos.

El diagnóstico no admite dudas. Frente al lento crecimiento económico mostrado por la economía y la actividad industrial en las últimas tres décadas y tomando en cuenta los cambios y tendencias que dominan el entorno internacional, México debe abrir una fase novedosa para su desarrollo, a partir de una clara y sólida política industrial que nos permita elevar la competitividad del sector fabril, innovar, conservar y ampliar las fuentes de empleo en el sector formal de la economía.

Los industriales estamos comprometidos con el bienestar y desarrollo de nuestro país y convencidos de que México, sus trabajadores, empresarios y la sociedad en general, merecemos un futuro de estabilidad y prosperidad.

El desarrollo económico y social depende de nuestras capacidades productivas y la creación y distribución de riqueza está indisolublemente vinculada a la operación de las empresas públicas y privadas. No puede haber desarrollo sin unidades productivas financieramente viables y competitivas para retener y generar más y mejores empleos formales. Para lograr un crecimiento dinámico y competitivo, debemos impulsar la inversión productiva.

¿Cómo lograrlo? No es una tarea sencilla ni de corto plazo, sobre todo en un momento marcado por una intensa competencia internacional y el resurgimiento del proteccionismo. Sin embargo, el mejor camino para conseguirlo es aquel que nos conduce al fortalecimiento de las capacidades productivas internas.

La industria en México genera el 35% de la producción nacional de bienes y servicios, medida a través del PIB, y el 42% del empleo formal.

Por eso vemos con inquietud que más allá de los casos de algunas ramas exitosas, la industria en general atraviesa por un periodo de enormes desafíos. Sólo en 2017, la producción industrial aumentó 0.6%, cifra distante de lo que podemos y debemos alcanzar.

¿Qué proponemos en el sector industrial? En nuestro planteamiento de Política Industrial Globalmente Productiva, Competitiva e Incluyente de CONCAMIN, identificamos cinco líneas estratégicas.

Primera, crecimiento económico y productividad: establecer como objetivo acelerar el crecimiento del PIB, para pasar del 2.3% al 5% anual en función de una competitividad industrial sistémica.


Segunda, política industrial de Estado: Definir y alinear objetivos, normas, políticas, estrategias y recursos encaminados al fomento, desde la administración pública, del sector industrial del país. Entre otras acciones se contempla:

a. Generar programas de desarrollo industrial a nivel sectorial y regional

b. Elevar las compras e inversiones de gobierno con contenido nacional a, por lo menos, un 50% en promedio (sin contar la parte laboral)

c. Incrementar el contenido nacional de las exportaciones, para pasar del 30% al 40% en los siguientes seis años

d. Aumentar las capacidades productivas de las Pymes y fomentar la creación de empresas proveedoras de insumos intermedios y bienes de capital

e. Acelerar las Zonas Económicas Especiales, con perfil industrial

f. Lograr un incremento sostenido del salario

g. Crear la Alianza por la Educación Industrial para la Integración Social y el Desarrollo Competitivo de México

h. Crear el Instituto de Desarrollo y Transferencia Tecnológica, Innovación e Ingeniería en Manufactura.

Tercera, financiamiento. Para contar con un brazo financiero que promueva el desarrollo industrial, se propone la creación de una Banca de Desarrollo Industrial que dé viabilidad al padrón de proyectos industriales estratégicos de inversión.

Cuarta, sector manufacturero. Transitar a la transformación y generación de valor agregado. Se agotó el beneficio de los bajos costos laborales y la ubicación geográfica. La cuarta revolución industrial, la robotización y la automatización han creado nuevos diferenciales productivos en las naciones asiáticas con las que México compite. Por ello, debemos promover la inversión privada en manufacturas, hasta alcanzar por lo menos de un 15% como proporción del PIB para el 2030.

Quinta, mejora regulatoria. Reducir, en seis años, el costo de la carga regulatoria del actual 3.5% a 2% del PIB e instrumentar una política económica que garantice “suelo parejo” a las empresas mexicanas respecto de los beneficios que contienen las importaciones y maquiladoras.