/ domingo 19 de junio de 2022

Estar cerca del pueblo que sufre

MIRAR

Nuestro pueblo sufre, no sólo por las enfermedades y limitaciones económicas, sino porque se siente desprotegido ante los grupos criminales que están invadiendo ciudades y poblaciones rurales del país. El problema no es sólo el narcotráfico; lo más común es la extorsión, que azota tanto a personas adineradas, como al pueblo más sencillo. Por ejemplo, la tortilla, alimento de maíz básico para nuestro pueblo, que hace poco costaba quince pesos el kilo, ahora cuesta 23-25 pesos. Los extorsionadores imponen a quién se debe comprar el maíz, y al precio que ellos deciden, porque en cada kilo se llevan su ganancia. A pesar de que nuestro Presidente repite que primero los pobres, éstos están cada día más empobrecidos. ¿Qué hacer? ¿Sólo lamentar y criticar? ¿Solo rezar, sin hacer lo que cada quien pueda para evitar esto?

Algunos obispos han buscado a los líderes de estos grupos, no para hacer alianzas criminales, sino para exhortarlos a un cambio de vida. No nos hacen mucho caso, pero algo hay que hacer. Yo pude hablar con dos líderes locales, y sigo haciendo lo posible por dialogar más con ellos, para que le bajen a sus exigencias y respeten la vida de las personas. Como todos son creyentes, nos escuchan con respeto, pero siguen con sus intereses económicos, que para ellos son los que más cuentan. Y como tienen armas de grueso calibre, cometen muchas arbitrariedades e injusticias. En estas dolorosas circunstancias, no podemos abandonar a nuestro pueblo y dejarlo expuesto a los lobos, sino acudir a las autoridades para que hagan lo que les compete, estar cerca de los que sufren y buscar a los delincuentes para que se conviertan.

Algunos obispos han logrado hablar con las primeras autoridades del país, pero éstas tienen otras estrategias. No podemos afirmar que nuestro Presidente tenga pactos con esos grupos, pero los hechos nos dicen que han aumentado mucho los asesinatos y otros crímenes, que quedan en la impunidad. Hemos dialogado con autoridades estatales, pero se sienten rebasados y sin los recursos técnicos para enfrentar el problema, porque las autoridades federales no les apoyan como se requeriría.

Además de rezar, cada quien decide qué hacer. Muchos pagan lo que esos delincuentes exigen, para evitarse problemas, sobre todo para que no los maten a ellos ni a sus familiares. Otros se han organizado en grupos de autodefensa, pero son superados por los cárteles. A un conocido mío, le exigieron que les facilitara su casa. Como no podía negarse, levantó un acta ante Notario para dejar constancia de que no colabora con ellos.

DISCERNIR

El Papa Francisco dijo a sacerdotes: “Los pastores estamos llamados a abrazar plenamente la vida de este pueblo. No olvidemos a los profetas de Israel, que permanecieron fieles al pueblo por la fidelidad de Dios a la alianza, y le siguieron en el exilio. Estar al lado, estar cerca, eso es lo que estamos llamados a vivir, por la fidelidad de Dios; por amor a él estamos al lado hasta el final, hasta el mismo final. Cercanía, compasión y ternura: este es el estilo de Dios y es también el estilo del pastor” (9-VI-2022).

ACTUAR

Sacerdotes, obispos, maestros, autoridades municipales y quienes tenemos alguna responsabilidad social, estemos cerca de nuestro pueblo, en sus dolores y sufrimientos, en sus esperanzas y alegrías. Hagamos cuanto podamos por que se erradiquen las extorsiones y los crímenes, hablando en todos los niveles posibles, aunque no siempre nos hagan caso, pero nunca dejemos solos a nuestros pueblos.

MIRAR

Nuestro pueblo sufre, no sólo por las enfermedades y limitaciones económicas, sino porque se siente desprotegido ante los grupos criminales que están invadiendo ciudades y poblaciones rurales del país. El problema no es sólo el narcotráfico; lo más común es la extorsión, que azota tanto a personas adineradas, como al pueblo más sencillo. Por ejemplo, la tortilla, alimento de maíz básico para nuestro pueblo, que hace poco costaba quince pesos el kilo, ahora cuesta 23-25 pesos. Los extorsionadores imponen a quién se debe comprar el maíz, y al precio que ellos deciden, porque en cada kilo se llevan su ganancia. A pesar de que nuestro Presidente repite que primero los pobres, éstos están cada día más empobrecidos. ¿Qué hacer? ¿Sólo lamentar y criticar? ¿Solo rezar, sin hacer lo que cada quien pueda para evitar esto?

Algunos obispos han buscado a los líderes de estos grupos, no para hacer alianzas criminales, sino para exhortarlos a un cambio de vida. No nos hacen mucho caso, pero algo hay que hacer. Yo pude hablar con dos líderes locales, y sigo haciendo lo posible por dialogar más con ellos, para que le bajen a sus exigencias y respeten la vida de las personas. Como todos son creyentes, nos escuchan con respeto, pero siguen con sus intereses económicos, que para ellos son los que más cuentan. Y como tienen armas de grueso calibre, cometen muchas arbitrariedades e injusticias. En estas dolorosas circunstancias, no podemos abandonar a nuestro pueblo y dejarlo expuesto a los lobos, sino acudir a las autoridades para que hagan lo que les compete, estar cerca de los que sufren y buscar a los delincuentes para que se conviertan.

Algunos obispos han logrado hablar con las primeras autoridades del país, pero éstas tienen otras estrategias. No podemos afirmar que nuestro Presidente tenga pactos con esos grupos, pero los hechos nos dicen que han aumentado mucho los asesinatos y otros crímenes, que quedan en la impunidad. Hemos dialogado con autoridades estatales, pero se sienten rebasados y sin los recursos técnicos para enfrentar el problema, porque las autoridades federales no les apoyan como se requeriría.

Además de rezar, cada quien decide qué hacer. Muchos pagan lo que esos delincuentes exigen, para evitarse problemas, sobre todo para que no los maten a ellos ni a sus familiares. Otros se han organizado en grupos de autodefensa, pero son superados por los cárteles. A un conocido mío, le exigieron que les facilitara su casa. Como no podía negarse, levantó un acta ante Notario para dejar constancia de que no colabora con ellos.

DISCERNIR

El Papa Francisco dijo a sacerdotes: “Los pastores estamos llamados a abrazar plenamente la vida de este pueblo. No olvidemos a los profetas de Israel, que permanecieron fieles al pueblo por la fidelidad de Dios a la alianza, y le siguieron en el exilio. Estar al lado, estar cerca, eso es lo que estamos llamados a vivir, por la fidelidad de Dios; por amor a él estamos al lado hasta el final, hasta el mismo final. Cercanía, compasión y ternura: este es el estilo de Dios y es también el estilo del pastor” (9-VI-2022).

ACTUAR

Sacerdotes, obispos, maestros, autoridades municipales y quienes tenemos alguna responsabilidad social, estemos cerca de nuestro pueblo, en sus dolores y sufrimientos, en sus esperanzas y alegrías. Hagamos cuanto podamos por que se erradiquen las extorsiones y los crímenes, hablando en todos los niveles posibles, aunque no siempre nos hagan caso, pero nunca dejemos solos a nuestros pueblos.