/ miércoles 21 de diciembre de 2022

Ético jaque mate al corazón de la unión europea

“La corrupción y la hipocresía no deberían

ser productos inevitables de la democracia,

como sin duda lo son hoy”.

Gandhi


El pasado 9 de diciembre la historia de la Unión Europea registró un ético jaque mate al corazón de los valores que defiende y exige cumplir al resto de los estados del mundo. Con la detención efectuada por las autoridades del Reino de Bélgica a la 5ta Vicepresidenta del Consejo, la diputada griega Eva Kaili, como presunta responsable de los delitos de corrupción y lavado de dinero, se inició la ruptura de un prestigio labrado por décadas por los integrantes de esta organización multilateral que aglutina a los “más conspicuos países europeos”.

La Unión Europea es producto de la fusión de relevantes órganos multilaterales gestados al amparo del paneuropeísmo impulsado a partir de la II Guerra Mundial, y se concreta el 1 de julio de 1967 a raíz del Tratado de Fusión signado en Bruselas, gracias al cual se conforma la Comunidad Económica Europea, órgano multilateral que adoptará como valores comunes y fundamentales: la paz, la estabilidad integral, la democracia, la libertad, la honestidad y el respeto a los derechos humanos.

Uno de sus primeros grandes acuerdos fue establecer un “Arancel Común” a partir del 1 de enero de 1968 para todos los productos procedentes de terceros países, lo que constituyó un sistema aduanero comunitario y, en los hechos, una frontera compartida.

El espíritu comunitario tuvo un hito fundamental en la elección por voto popular, directo y secreto, de su primer parlamento en 1979, año en el que también se establece el Sistema Monetario Europeo.

Se considera al Tratado de Maastricht, del 1 de noviembre de 1993, como el acta fundacional de la Unión Europea (UE), la cual se consolidaría con el Acuerdo Schengen de 1995 que facilitó el tránsito libre de los habitantes de la Unión. Más tarde, en 1999, con la creación del Banco Central Europeo, paulatinamente el uso del Euro fue sustituyendo las monedas nacionales, hasta el 1 de enero de 2002, fecha en la que todos los miembros lo adoptaron como moneda única.

A la par de estas transformaciones, la Unión inició sus procesos diplomáticos de forma coordinada hasta alcanzar establecer una política exterior común, representada en el extranjero por un embajador de la UE coordinado con los representantes diplomáticos de los miembros del organismo ante los diversos países en el mundo.

La concreción de un proceso de unificación que en todos sus tramos se antojó quimérico para algunos grupos de poder, resultó un paradigma de la política internacional y una de las llamadas “mejores prácticas” de un gobierno multilateralista. En función a ello, la Unión Europea asumió como prioridad 4ta el “promover los intereses y valores europeos en el mundo”, este objetivo ha servido como acicate a varios regímenes y estados del resto del mundo que expresan su interés o necesidad por fortalecer vínculos comerciales y políticos con los estados miembros de la Unión Europea.

Como bien expresó el analista y escritor francés Mathieu Lindon en su reciente colaboración semanal en el reconocido diario de izquierda Liberation: “el Parlamento Europeo lleva tantos años de lucha ocupándose de la dignidad de otros países fuera de la Unión, que no le queda tiempo ni energía para hacerse cargo de su propia dignidad”, este atinado comentario da pauta al análisis del escándalo que provocó el saber que la corrupción dentro del recinto parlamentario de Bruselas es una situación normalizada desde hace años, que esa institución cuenta con un registro de más de 49,000 “lobistas”, que representan a más de 12,500 organizaciones (desde ONGs a empresas multinacionales y extranjeras) y que los emisarios de Qatar “negocian” con diputados en el mismísimo bar del establecimiento.

Estos datos duros, sumados a los de la sólida investigación policiaca iniciada por las autoridades belgas desde julio de este año, dan cabal pauta de que la honestidad a la que dice defender la Presidenta Metsola es una quimera, puesto que al interior del Parlamento que preside se investigan hechos de corrupción y de lavado de dinero que involucrarán a, por lo menos, 60 legisladores y a algunos altos funcionarios a quien la depuesta 5ta Vicepresidenta Kaili comienza a señalar, como es el caso del español Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad, a quien la acusada señaló que está al corriente de todo y autorizó sus desplazamientos y contactos con Qatar.

Este “jaque mate” al corazón de los valores éticos de la Unión Europea no es una excepción, sino lamentablemente es la regla que rige en muchos legislativos del orbe; inmoral situación que el Presidente de México ha venido combatiendo en sus ámbitos de competencia, demostrando que sin corrupción se puede transformar una sociedad terriblemente injusta en una sociedad más igualitaria: el titular del Ejecutivo nutre estas acciones de gobierno en su indeclinable convicción en la honestidad y en el principio que animó a Gandhi a no normalizar la corrupción y la hipocresía como partes integrales de la democracia.

“La corrupción y la hipocresía no deberían

ser productos inevitables de la democracia,

como sin duda lo son hoy”.

Gandhi


El pasado 9 de diciembre la historia de la Unión Europea registró un ético jaque mate al corazón de los valores que defiende y exige cumplir al resto de los estados del mundo. Con la detención efectuada por las autoridades del Reino de Bélgica a la 5ta Vicepresidenta del Consejo, la diputada griega Eva Kaili, como presunta responsable de los delitos de corrupción y lavado de dinero, se inició la ruptura de un prestigio labrado por décadas por los integrantes de esta organización multilateral que aglutina a los “más conspicuos países europeos”.

La Unión Europea es producto de la fusión de relevantes órganos multilaterales gestados al amparo del paneuropeísmo impulsado a partir de la II Guerra Mundial, y se concreta el 1 de julio de 1967 a raíz del Tratado de Fusión signado en Bruselas, gracias al cual se conforma la Comunidad Económica Europea, órgano multilateral que adoptará como valores comunes y fundamentales: la paz, la estabilidad integral, la democracia, la libertad, la honestidad y el respeto a los derechos humanos.

Uno de sus primeros grandes acuerdos fue establecer un “Arancel Común” a partir del 1 de enero de 1968 para todos los productos procedentes de terceros países, lo que constituyó un sistema aduanero comunitario y, en los hechos, una frontera compartida.

El espíritu comunitario tuvo un hito fundamental en la elección por voto popular, directo y secreto, de su primer parlamento en 1979, año en el que también se establece el Sistema Monetario Europeo.

Se considera al Tratado de Maastricht, del 1 de noviembre de 1993, como el acta fundacional de la Unión Europea (UE), la cual se consolidaría con el Acuerdo Schengen de 1995 que facilitó el tránsito libre de los habitantes de la Unión. Más tarde, en 1999, con la creación del Banco Central Europeo, paulatinamente el uso del Euro fue sustituyendo las monedas nacionales, hasta el 1 de enero de 2002, fecha en la que todos los miembros lo adoptaron como moneda única.

A la par de estas transformaciones, la Unión inició sus procesos diplomáticos de forma coordinada hasta alcanzar establecer una política exterior común, representada en el extranjero por un embajador de la UE coordinado con los representantes diplomáticos de los miembros del organismo ante los diversos países en el mundo.

La concreción de un proceso de unificación que en todos sus tramos se antojó quimérico para algunos grupos de poder, resultó un paradigma de la política internacional y una de las llamadas “mejores prácticas” de un gobierno multilateralista. En función a ello, la Unión Europea asumió como prioridad 4ta el “promover los intereses y valores europeos en el mundo”, este objetivo ha servido como acicate a varios regímenes y estados del resto del mundo que expresan su interés o necesidad por fortalecer vínculos comerciales y políticos con los estados miembros de la Unión Europea.

Como bien expresó el analista y escritor francés Mathieu Lindon en su reciente colaboración semanal en el reconocido diario de izquierda Liberation: “el Parlamento Europeo lleva tantos años de lucha ocupándose de la dignidad de otros países fuera de la Unión, que no le queda tiempo ni energía para hacerse cargo de su propia dignidad”, este atinado comentario da pauta al análisis del escándalo que provocó el saber que la corrupción dentro del recinto parlamentario de Bruselas es una situación normalizada desde hace años, que esa institución cuenta con un registro de más de 49,000 “lobistas”, que representan a más de 12,500 organizaciones (desde ONGs a empresas multinacionales y extranjeras) y que los emisarios de Qatar “negocian” con diputados en el mismísimo bar del establecimiento.

Estos datos duros, sumados a los de la sólida investigación policiaca iniciada por las autoridades belgas desde julio de este año, dan cabal pauta de que la honestidad a la que dice defender la Presidenta Metsola es una quimera, puesto que al interior del Parlamento que preside se investigan hechos de corrupción y de lavado de dinero que involucrarán a, por lo menos, 60 legisladores y a algunos altos funcionarios a quien la depuesta 5ta Vicepresidenta Kaili comienza a señalar, como es el caso del español Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad, a quien la acusada señaló que está al corriente de todo y autorizó sus desplazamientos y contactos con Qatar.

Este “jaque mate” al corazón de los valores éticos de la Unión Europea no es una excepción, sino lamentablemente es la regla que rige en muchos legislativos del orbe; inmoral situación que el Presidente de México ha venido combatiendo en sus ámbitos de competencia, demostrando que sin corrupción se puede transformar una sociedad terriblemente injusta en una sociedad más igualitaria: el titular del Ejecutivo nutre estas acciones de gobierno en su indeclinable convicción en la honestidad y en el principio que animó a Gandhi a no normalizar la corrupción y la hipocresía como partes integrales de la democracia.

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