/ miércoles 8 de junio de 2022

Exclusiones 

En vísperas de la reunión Norte Sur celebrada en Cancún en octubre de 1981, llamada Reunión Internacional de Cooperación y Desarrollo, José López Portillo, presidente del país anfitrión pidió al presidente de Cuba Fidel Castro aceptara una reunión bilateral previa en Cancún. Con el comedimiento de las formas diplomáticas, López Portillo explicó a Castro la razón por la que no sería invitado a esa Cumbre. Tu presencia ahí, le dijo, en cierta forma nos impediría exponer abiertamente al presidente estadounidense George Bush nuestros reclamos para un trato más justo a los países en desarrollo y la preservación de la paz. El comandante de la Revolución Cubana aceptó de buen grado su exclusión de esa reunión en la que figuras como Francois Mitterrand expusieron los riesgos de una guerra que finalmente estalló en agosto de 1990 en el Golfo Pérsico por la intransigencia política de la Unión Americana.

De la manera menos diplomática, majadera y soberbia, en marzo de 2002 el presidente Vicente Fox pidió a Fidel Castro limitar su estancia en México al discurso programado para la reunión, en el marco de la OEA, sobre el financiamiento para el desarrollo. En el famoso “comes y te vas” contrastó la torpeza del presidente de México con el sarcasmo de Castro a responder a las peticiones de abandonar la reunión celebrada en Monterrey, una vez terminado el banquete ofrecido por el gobierno de México. Las exclusiones en el ámbito internacional en diferentes formas no son una novedad. En 1962, en la reunión de Punta del Este, Uruguay, la Organización de Estados Americanos decidió la expulsión de Cuba con el solo voto en contra del representante de México, el entonces canciller Manuel Tello. Por decisión del país anfitrión o de miembros de la OEA, Cuba no fue invitada a las cumbres de América salvo la celebrada en 2015 en Panamá a instancias, se dijo entonces, del presidente de los Estados Unidos Barack Obama. Pero en la cumbre celebrada en Lima, Perú en febrero de 2018, Venezuela fue excluida por la posición del grupo de países latinoamericanos contrarios a las políticas de la OEA y con el apoyo decidido de los Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ratificó el lunes pasado su determinación de no asistir a la Cumbre de las Américas que el presidente Joe Biden inaugurará hoy en la ciudad de Los Ángeles, California. En principio parece plausible la razón aducida por López Obrador ante la decisión confirmada por el presidente Biden de no girar invitación para la asistencia a esa Cumbre a Cuba, Nicaragua y Venezuela, no obstante las voces que demandaban la no exclusión de esos países en consideración a que son parte del Continente Americano. La petición del presidente de México, apoyada por otros gobernantes de América Latina de no excluir a esos países de la reunión cumbre que hoy comenzará en los Ángeles. Pero no obstante que el planteamiento de López Obrador está en línea con el concepto de integración y unidad del Continente y con el respeto a la soberanía y la autodeterminación de los países miembros, el extremo de la inasistencia a esa reunión parece excesivo si se tiene en cuenta que podrían encontrarse otras formas menos tajantes para expresar la desaprobación de México a la marginación decida por Biden.

Los presidentes de Cuba, de Nicaragua y Venezuela manifestaron que aun en el caso de recibir la invitación formal, no asistirían a la reunión convocada por el gobierno de los Estados Unidos. La decisión de México ha sido objeto de numerosas opiniones y análisis en los medios diplomáticos y políticos dentro y fuera de México. Uno de ellos es el de la ex embajadora de México ante el gobierno de Washington, Martha Bárcenas, quien acepta que con la delegación del presidente López Obrador en la persona del canciller Marcelo Ebrard Casaubon se garantiza una representación diplomática de alto nivel por el reconocimiento y la trayectoria del funcionario mexicano en los medios internacionales. No obstante, para evitar el daño que esa decisión podría ocasionar en la relación de López Obrador con el gobierno de Washington, el presidente de México podría haber asistido a la reunión de la Cumbre en la que de viva voz, personalmente, podría haber aprovechado para fijar su postura de desaprobación a la exclusión de esos tres países de manera clara y terminante. Así, sin llegar a la abstención de asistir a la Cumbre, López Obrador habría podido fijar su postura ante todos los miembros de la comunidad americana.

La postura de López Obrador es una parte de lo que considera la necesidad de cambios en las relaciones entre los países del Continente. Específicamente López Obrador ha expresado su idea de una transformación de la Organización de Estados Americanos en una entidad similar a la de la Unión Europea. El planteamiento de López Obrador no tiene en cuenta que aun en organismos como la Unión Europea existen condiciones como la cláusula democrática que las naciones de esa parte del mundo deben satisfacer si pretenden ser admitidos en ese organismo. La exclusión existe también en otras circunstancias y en otras relaciones entre países. Hay gobiernos que plantean la comprobación de observancia de la democracia como condición indispensable para celebrar convenios de libre comercio o de cooperación bilateral o multilateral. La exclusión en el mundo existe y opera.

sdelrio1934@gmail.com





En vísperas de la reunión Norte Sur celebrada en Cancún en octubre de 1981, llamada Reunión Internacional de Cooperación y Desarrollo, José López Portillo, presidente del país anfitrión pidió al presidente de Cuba Fidel Castro aceptara una reunión bilateral previa en Cancún. Con el comedimiento de las formas diplomáticas, López Portillo explicó a Castro la razón por la que no sería invitado a esa Cumbre. Tu presencia ahí, le dijo, en cierta forma nos impediría exponer abiertamente al presidente estadounidense George Bush nuestros reclamos para un trato más justo a los países en desarrollo y la preservación de la paz. El comandante de la Revolución Cubana aceptó de buen grado su exclusión de esa reunión en la que figuras como Francois Mitterrand expusieron los riesgos de una guerra que finalmente estalló en agosto de 1990 en el Golfo Pérsico por la intransigencia política de la Unión Americana.

De la manera menos diplomática, majadera y soberbia, en marzo de 2002 el presidente Vicente Fox pidió a Fidel Castro limitar su estancia en México al discurso programado para la reunión, en el marco de la OEA, sobre el financiamiento para el desarrollo. En el famoso “comes y te vas” contrastó la torpeza del presidente de México con el sarcasmo de Castro a responder a las peticiones de abandonar la reunión celebrada en Monterrey, una vez terminado el banquete ofrecido por el gobierno de México. Las exclusiones en el ámbito internacional en diferentes formas no son una novedad. En 1962, en la reunión de Punta del Este, Uruguay, la Organización de Estados Americanos decidió la expulsión de Cuba con el solo voto en contra del representante de México, el entonces canciller Manuel Tello. Por decisión del país anfitrión o de miembros de la OEA, Cuba no fue invitada a las cumbres de América salvo la celebrada en 2015 en Panamá a instancias, se dijo entonces, del presidente de los Estados Unidos Barack Obama. Pero en la cumbre celebrada en Lima, Perú en febrero de 2018, Venezuela fue excluida por la posición del grupo de países latinoamericanos contrarios a las políticas de la OEA y con el apoyo decidido de los Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ratificó el lunes pasado su determinación de no asistir a la Cumbre de las Américas que el presidente Joe Biden inaugurará hoy en la ciudad de Los Ángeles, California. En principio parece plausible la razón aducida por López Obrador ante la decisión confirmada por el presidente Biden de no girar invitación para la asistencia a esa Cumbre a Cuba, Nicaragua y Venezuela, no obstante las voces que demandaban la no exclusión de esos países en consideración a que son parte del Continente Americano. La petición del presidente de México, apoyada por otros gobernantes de América Latina de no excluir a esos países de la reunión cumbre que hoy comenzará en los Ángeles. Pero no obstante que el planteamiento de López Obrador está en línea con el concepto de integración y unidad del Continente y con el respeto a la soberanía y la autodeterminación de los países miembros, el extremo de la inasistencia a esa reunión parece excesivo si se tiene en cuenta que podrían encontrarse otras formas menos tajantes para expresar la desaprobación de México a la marginación decida por Biden.

Los presidentes de Cuba, de Nicaragua y Venezuela manifestaron que aun en el caso de recibir la invitación formal, no asistirían a la reunión convocada por el gobierno de los Estados Unidos. La decisión de México ha sido objeto de numerosas opiniones y análisis en los medios diplomáticos y políticos dentro y fuera de México. Uno de ellos es el de la ex embajadora de México ante el gobierno de Washington, Martha Bárcenas, quien acepta que con la delegación del presidente López Obrador en la persona del canciller Marcelo Ebrard Casaubon se garantiza una representación diplomática de alto nivel por el reconocimiento y la trayectoria del funcionario mexicano en los medios internacionales. No obstante, para evitar el daño que esa decisión podría ocasionar en la relación de López Obrador con el gobierno de Washington, el presidente de México podría haber asistido a la reunión de la Cumbre en la que de viva voz, personalmente, podría haber aprovechado para fijar su postura de desaprobación a la exclusión de esos tres países de manera clara y terminante. Así, sin llegar a la abstención de asistir a la Cumbre, López Obrador habría podido fijar su postura ante todos los miembros de la comunidad americana.

La postura de López Obrador es una parte de lo que considera la necesidad de cambios en las relaciones entre los países del Continente. Específicamente López Obrador ha expresado su idea de una transformación de la Organización de Estados Americanos en una entidad similar a la de la Unión Europea. El planteamiento de López Obrador no tiene en cuenta que aun en organismos como la Unión Europea existen condiciones como la cláusula democrática que las naciones de esa parte del mundo deben satisfacer si pretenden ser admitidos en ese organismo. La exclusión existe también en otras circunstancias y en otras relaciones entre países. Hay gobiernos que plantean la comprobación de observancia de la democracia como condición indispensable para celebrar convenios de libre comercio o de cooperación bilateral o multilateral. La exclusión en el mundo existe y opera.

sdelrio1934@gmail.com