/ martes 25 de agosto de 2020

Extraviados en la politización

Desde el sector empresarial, muchos hemos llamado la atención sobre la oportunidad irrepetible que las tensiones entre Estados Unidos y China han abierto para México. Empresas de todo el mundo, incluyendo chinas, tendrán que reubicar operaciones para ajustar sus cadenas de suministro a la nueva realidad geopolítica, y eso, para nosotros, puede significar la segunda gran ola de inversión e industrialización, tras la que se dio en los 90. Lamentablemente, en medio del estado de enajenación y polarización política en que estamos inmersos, podemos perder ese tren.

Por lo pronto, no estamos tomando las medidas necesarias para que las cosas efectivamente sucedan, ni hay una estrategia proactiva al respecto, en la que sumen fuerzas sector público y privado. Pareciera que temas como éste, que implica generar empleos y oportunidades económicas cuando más lo necesitamos, fueran algo secundario.

Ya tendríamos que haber asimilado la lección de la propia China: no habría conflicto con Estados Unidos si ese país no hubiera avanzado tanto y tan rápido. Con una estrategia económica proactiva y seguida con consistencia, de ser la fábrica del mundo, entre otras razones iniciales por su bajo costo de mano de obra, ha pasado a disputar la vanguardia tecnológica en varios sectores.

¿No podemos hacer algo similar, de acuerdo con las características y circunstancias de México, y a la par abatir la pobreza, tal como lo han conseguido los chinos? Si en nuestro país no se habla lo suficiente de esto, no son pocas las multinacionales que sí ven la oportunidad y ventajas para participar en un proceso de ese tipo. Deberíamos hacer lo necesario para que se decidan.

La prohibición en Estados Unidos de hacer transacciones con TikTok y WeChat no sólo llamó la atención por lo arbitrario de la medida, sino porque confirma la tendencia de escalamiento del antagonismo entre las dos potencias. El nuevo golpe a Huawei la reconfirma. Esto no es algo pasajero: desde el ámbito comercial se ha extendido incluso hasta el choque diplomático, con el cierre de consulados en ambos países y los desencuentros sobre la situación de Hong Kong.

México no debe permanecer indiferente. Hay que tener bien claro cuál es nuestra posición en el rompecabezas internacional que se perfila, y a partir de ello, hacer nuestro balance de oportunidades, amenazas, fortalezas y debilidades.

Menos debemos ser indiferentes al reporte que sacó, el 3 de agosto, el influyente Instituto Peterson de Economía Internacional, con un título que no sólo tendría que motivarnos, sino movilizarnos: “Vietnam y México podrían convertirse en jugadores mayores en las cadenas de suministro globales”.

Estaríamos hablando de las “próximas estrellas en ascenso”, como efecto de la sacudida provocada por la guerra comercial y la pandemia a las compañías que exportan desde China. Señalan que empresas como Apple o Microsoft están en planes para llevar líneas de producción a cualquiera de los dos países o a ambos, aprovechando los costos laborales y la proximidad, en cada caso, al mercado estadounidense y al chino.

Hay ejemplos concretos que pueden ser precursores. En 2019, Omnidex (fabricante de bombas industriales) llevó parte de sus líneas en China a Vietnam, mientras que GoPro (cámaras de imagen) hizo lo mismo en Guadalajara.

La pregunta que hacen los analistas es si es el principio de una tendencia de más alcance, lo cual dependerá de la eficacia con que ambos países aborden la oportunidad.

Sobre México destacan, de entrada, la necesidad de contener la pandemia y muestran preocupación de que, de no hacerlo con efectividad, empeore la inseguridad pública. Asimismo, llaman a adoptar políticas más favorables al comercio y la inversión, así como a trabajar más en infraestructura y educación.

En cuanto a los costos laborales, en el ramo de manufactura y por hora, para México lo ubican en 4.82 dólares y en Vietnam en 2.99 dólares, mientas que en China ya alcanza los 6.50 dólares.

Sobre todo, ponderan la gran flexibilidad que nuestro país ofrece como plataforma manufacturera y logística para servir e interconectar a tres regiones clave: América del Norte, Asia y Europa. Lo mismo como puente para el mercado de Estados Unidos que para que las empresas de este país accedan a China. Asimismo, los acuerdos de libre comercio, en particular el TMEC, el de la Unión Europea y la Alianza Transpacífica. En todo esto superamos a Vietnam, más atado a su región.

El dictamen del Instituto Peterson debería impulsarnos a la acción, ante el reto del creciente proteccionismo comercial: si los dos países no adoptan políticas favorables al comercio y la inversión, como simplificar la protección de los inversores, podríamos ver una revaloración de la relocalización en economías avanzadas.

En otras palabras, si no hacemos lo necesario, las inversiones que tienen a México como primera opción podrían optar por un plan B de relocalización: regresar a Estados Unidos. ¿No es más importante y urgente asegurarnos de no perder ese tren que muchos de los sucesos sin fondo que acaparan atención y energía? ¿No es algo en lo que deberíamos confluir gobiernos, empresas y sectores, más allá de diferencias políticas?



Empresario

Desde el sector empresarial, muchos hemos llamado la atención sobre la oportunidad irrepetible que las tensiones entre Estados Unidos y China han abierto para México. Empresas de todo el mundo, incluyendo chinas, tendrán que reubicar operaciones para ajustar sus cadenas de suministro a la nueva realidad geopolítica, y eso, para nosotros, puede significar la segunda gran ola de inversión e industrialización, tras la que se dio en los 90. Lamentablemente, en medio del estado de enajenación y polarización política en que estamos inmersos, podemos perder ese tren.

Por lo pronto, no estamos tomando las medidas necesarias para que las cosas efectivamente sucedan, ni hay una estrategia proactiva al respecto, en la que sumen fuerzas sector público y privado. Pareciera que temas como éste, que implica generar empleos y oportunidades económicas cuando más lo necesitamos, fueran algo secundario.

Ya tendríamos que haber asimilado la lección de la propia China: no habría conflicto con Estados Unidos si ese país no hubiera avanzado tanto y tan rápido. Con una estrategia económica proactiva y seguida con consistencia, de ser la fábrica del mundo, entre otras razones iniciales por su bajo costo de mano de obra, ha pasado a disputar la vanguardia tecnológica en varios sectores.

¿No podemos hacer algo similar, de acuerdo con las características y circunstancias de México, y a la par abatir la pobreza, tal como lo han conseguido los chinos? Si en nuestro país no se habla lo suficiente de esto, no son pocas las multinacionales que sí ven la oportunidad y ventajas para participar en un proceso de ese tipo. Deberíamos hacer lo necesario para que se decidan.

La prohibición en Estados Unidos de hacer transacciones con TikTok y WeChat no sólo llamó la atención por lo arbitrario de la medida, sino porque confirma la tendencia de escalamiento del antagonismo entre las dos potencias. El nuevo golpe a Huawei la reconfirma. Esto no es algo pasajero: desde el ámbito comercial se ha extendido incluso hasta el choque diplomático, con el cierre de consulados en ambos países y los desencuentros sobre la situación de Hong Kong.

México no debe permanecer indiferente. Hay que tener bien claro cuál es nuestra posición en el rompecabezas internacional que se perfila, y a partir de ello, hacer nuestro balance de oportunidades, amenazas, fortalezas y debilidades.

Menos debemos ser indiferentes al reporte que sacó, el 3 de agosto, el influyente Instituto Peterson de Economía Internacional, con un título que no sólo tendría que motivarnos, sino movilizarnos: “Vietnam y México podrían convertirse en jugadores mayores en las cadenas de suministro globales”.

Estaríamos hablando de las “próximas estrellas en ascenso”, como efecto de la sacudida provocada por la guerra comercial y la pandemia a las compañías que exportan desde China. Señalan que empresas como Apple o Microsoft están en planes para llevar líneas de producción a cualquiera de los dos países o a ambos, aprovechando los costos laborales y la proximidad, en cada caso, al mercado estadounidense y al chino.

Hay ejemplos concretos que pueden ser precursores. En 2019, Omnidex (fabricante de bombas industriales) llevó parte de sus líneas en China a Vietnam, mientras que GoPro (cámaras de imagen) hizo lo mismo en Guadalajara.

La pregunta que hacen los analistas es si es el principio de una tendencia de más alcance, lo cual dependerá de la eficacia con que ambos países aborden la oportunidad.

Sobre México destacan, de entrada, la necesidad de contener la pandemia y muestran preocupación de que, de no hacerlo con efectividad, empeore la inseguridad pública. Asimismo, llaman a adoptar políticas más favorables al comercio y la inversión, así como a trabajar más en infraestructura y educación.

En cuanto a los costos laborales, en el ramo de manufactura y por hora, para México lo ubican en 4.82 dólares y en Vietnam en 2.99 dólares, mientas que en China ya alcanza los 6.50 dólares.

Sobre todo, ponderan la gran flexibilidad que nuestro país ofrece como plataforma manufacturera y logística para servir e interconectar a tres regiones clave: América del Norte, Asia y Europa. Lo mismo como puente para el mercado de Estados Unidos que para que las empresas de este país accedan a China. Asimismo, los acuerdos de libre comercio, en particular el TMEC, el de la Unión Europea y la Alianza Transpacífica. En todo esto superamos a Vietnam, más atado a su región.

El dictamen del Instituto Peterson debería impulsarnos a la acción, ante el reto del creciente proteccionismo comercial: si los dos países no adoptan políticas favorables al comercio y la inversión, como simplificar la protección de los inversores, podríamos ver una revaloración de la relocalización en economías avanzadas.

En otras palabras, si no hacemos lo necesario, las inversiones que tienen a México como primera opción podrían optar por un plan B de relocalización: regresar a Estados Unidos. ¿No es más importante y urgente asegurarnos de no perder ese tren que muchos de los sucesos sin fondo que acaparan atención y energía? ¿No es algo en lo que deberíamos confluir gobiernos, empresas y sectores, más allá de diferencias políticas?



Empresario