/ miércoles 8 de septiembre de 2021

Extremismos peligrosos

Tan abominable es la ultraderecha como la ultraizquierda. Los extremos se tocan, pervierten ideologías y se transforman en un fundamentalismo atroz y peligroso. En la historia sobran ejemplos del daño provocado a tantas naciones, que terminan incluso, en una revolución.

El hartazgo popular, a causa de malos gobernantes, propicia que la sociedad se vuelque con quien ofrece el cambio. España sufre de una pérdida de credibilidad en los partidos tradicionales y sus últimas administraciones dejaron un mal sabor de boca. Ni el Partido Popular (PP) ni el PSOE (Partido Socialista) atraen a una ciudadanía, que busca un viraje de cien grados.

Empezaron por consagrar a una Izquierda radical, “Podemos” y a su líder, Pablo Iglesias, quienes crecieron como la espuma, con base a una gran estridencia, y lograron hacerse de altos cargos. Pronto vino la decepción, Iglesias se hizo a un lado y ahora intentan reestructurarse.

En cuanto a la Derecha, la corrupción de un buen número de sus políticos alejó a una sociedad asqueada de la podredumbre. Surgió otro organismo de ideología similar, “Ciudadanos”, que en sus albores cosechó escaños, pero también decepcionó. Es entonces que aparece “Vox”, como representante del pensamiento más rancio, arcaico y, en efecto, fascista.

Con el mentado Salvador Abascal, en las últimas elecciones se armaron con un número impresionante de asientos legislativos y podrían hacerse del gobierno completo, en los próximos comicios.

Inconcebible la enorme cantidad de seguidores, en un país en el que, parecía que ya no tenían cabida las ideas obsoletas de la larga dictadura franquista. El problema de la independencia de Cataluña y la persistencia del conservadurismo regresaron por sus fueros, a falta de un Régimen socialista sólido –como lo fue el de Felipe González-, desastroso en manos de un Pedro Sánchez, incompetente hasta las cachas.

En Vox también se anidan ideas mexicanas importadas: las del Yunque. La organización secreta, nacida en Puebla en los años cincuenta, cruzó el Atlántico y se afincó en sectores arcaicos y trasnochados.

Así llega el malhadado señor Abascal a firmar un “pacto por la democracia”, con un grupo de senadores panistas. Quienes pensaron que el Yunque había desaparecido se equivocaron. Perdió el vigor que tuvo en la década de los sesentas, pero tan había rezagos que sacan las narices en el organismo fundado por Gómez Morín.

Nunca pensé que Julen Rementería, líder de la fracción blanquiazul senatorial, pudiera dar al traste con una oposición, que más que nunca es indispensable. Acción Nacional tendría que haberlo renunciado ipso facto, pero, en manos del mediocre Marko Cortés –quien pelea por su reelección al frente del panismo, o de lo que reste- lo ocurrido parece que quedará en una vil anécdota.

La firma del “Pacto de Madrid” podría aniquilar la coalición PRI, PAN; PRD. Dio pie a la feroz crítica de AMLO, poco objetiva desde el momento en que él, a su vez, se alió con el Partido Encuentro Social, el corrupto Verde y es tan cercano a la dictadura Venezolana, Cubana y al Podemos español. Más de un morenaco es fiel asistente a los Foros de Sao Paulo, situados en la misma esfera del radicalismo, solo que de Izquierda.

Ninguno está para criticar al otro, pero, si Acción Nacional es oposición, tendrá que empezar por elegir a una nueva cúpula, con panistas que tengan la ideología de Centro Derecha que le dio origen.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Tan abominable es la ultraderecha como la ultraizquierda. Los extremos se tocan, pervierten ideologías y se transforman en un fundamentalismo atroz y peligroso. En la historia sobran ejemplos del daño provocado a tantas naciones, que terminan incluso, en una revolución.

El hartazgo popular, a causa de malos gobernantes, propicia que la sociedad se vuelque con quien ofrece el cambio. España sufre de una pérdida de credibilidad en los partidos tradicionales y sus últimas administraciones dejaron un mal sabor de boca. Ni el Partido Popular (PP) ni el PSOE (Partido Socialista) atraen a una ciudadanía, que busca un viraje de cien grados.

Empezaron por consagrar a una Izquierda radical, “Podemos” y a su líder, Pablo Iglesias, quienes crecieron como la espuma, con base a una gran estridencia, y lograron hacerse de altos cargos. Pronto vino la decepción, Iglesias se hizo a un lado y ahora intentan reestructurarse.

En cuanto a la Derecha, la corrupción de un buen número de sus políticos alejó a una sociedad asqueada de la podredumbre. Surgió otro organismo de ideología similar, “Ciudadanos”, que en sus albores cosechó escaños, pero también decepcionó. Es entonces que aparece “Vox”, como representante del pensamiento más rancio, arcaico y, en efecto, fascista.

Con el mentado Salvador Abascal, en las últimas elecciones se armaron con un número impresionante de asientos legislativos y podrían hacerse del gobierno completo, en los próximos comicios.

Inconcebible la enorme cantidad de seguidores, en un país en el que, parecía que ya no tenían cabida las ideas obsoletas de la larga dictadura franquista. El problema de la independencia de Cataluña y la persistencia del conservadurismo regresaron por sus fueros, a falta de un Régimen socialista sólido –como lo fue el de Felipe González-, desastroso en manos de un Pedro Sánchez, incompetente hasta las cachas.

En Vox también se anidan ideas mexicanas importadas: las del Yunque. La organización secreta, nacida en Puebla en los años cincuenta, cruzó el Atlántico y se afincó en sectores arcaicos y trasnochados.

Así llega el malhadado señor Abascal a firmar un “pacto por la democracia”, con un grupo de senadores panistas. Quienes pensaron que el Yunque había desaparecido se equivocaron. Perdió el vigor que tuvo en la década de los sesentas, pero tan había rezagos que sacan las narices en el organismo fundado por Gómez Morín.

Nunca pensé que Julen Rementería, líder de la fracción blanquiazul senatorial, pudiera dar al traste con una oposición, que más que nunca es indispensable. Acción Nacional tendría que haberlo renunciado ipso facto, pero, en manos del mediocre Marko Cortés –quien pelea por su reelección al frente del panismo, o de lo que reste- lo ocurrido parece que quedará en una vil anécdota.

La firma del “Pacto de Madrid” podría aniquilar la coalición PRI, PAN; PRD. Dio pie a la feroz crítica de AMLO, poco objetiva desde el momento en que él, a su vez, se alió con el Partido Encuentro Social, el corrupto Verde y es tan cercano a la dictadura Venezolana, Cubana y al Podemos español. Más de un morenaco es fiel asistente a los Foros de Sao Paulo, situados en la misma esfera del radicalismo, solo que de Izquierda.

Ninguno está para criticar al otro, pero, si Acción Nacional es oposición, tendrá que empezar por elegir a una nueva cúpula, con panistas que tengan la ideología de Centro Derecha que le dio origen.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq