Por Mariana Romo Ulloa
Este año presenciamos el Mundial femenil con grandes enfrentamientos, registrando un récord de 1,120 millones de espectadores (FIFA, 2023). Las mujeres finalmente tuvieron representación en el futbol. Un evento que cambió la perspectiva en este deporte, y enalteció la importancia de contar con mujeres representantes. Un evento que llenó estadios encendió la euforia, y valoró el esfuerzo de todas ellas que forman parte de esta disciplina.
A pesar del gran empoderamiento y el arduo camino que han construido las mujeres en el futbol, se suscitó un evento que estremeció a todos. En el auge de la celebración de las campeonAs del mundo, el presidente de la RFEF vulneró los derechos de una de las jugadoras, abusando de su cargo de poder. El beso de Rubiales a Jenni Hermoso no fue un acto de “emoción”. Fue un acto agresión sexual en contra de ella; dañando su dignidad, infravalorándola, y aprovechándose de la situación en el momento más importante de su carrera.
Justificar lo indefendible por parte de Rubiales se hizo a través de un llamado “falso feminismo”, significado que nos da un hombre, no aliado, y abusador, sobre lo que es el feminismo. Lamentablemente, esto va mucho más allá. Lo sucedido el pasado 20 de agosto demuestra el poco respeto que se sigue teniendo por las mujeres, por sus derechos y sus cuerpos.
Este suceso visibilizó la realidad que miles de mujeres sufren día a día. De acuerdo con el INGEI más del 54% de las mujeres han sufrido agresión sexual en sus trabajos. En 2022, 66 mil 581 mujeres se vieron obligadas a abandonar su trabajo por acoso laboral, esto sin contar con aquellas que se han visto forzadas a callar (INEGI, 2022). En pleno 2023, y a pesar de los grandes retos que las mujeres hemos enfrentado, se continúa persiguiendo la igualdad, ser tratadas con equidad, la defensa y protección de nuestros derechos. Continuamos luchando por ese llamado “falso feminismo” que busca erradicar todo tipo de violencias, abusos y acosos. Abandonar tu carrera, tus sueños y tu seguridad, cambiar y adaptar tu vida por miedos, acosos, violencias y violaciones, no es vivir.
Como mujeres sufrimos y vivimos diariamente discriminación y machismos, ante los cuales hemos aprendido a responder y continuar por las constantes indiferencias. A pesar de ser observado, la revictimización y justificación permea. Porque, tristemente, casos como estos suceden diariamente, y miles de personas mantienen su indiferencia. Porque, si no te incomoda una agresión así, es porque eres parte del problema. La normalización de un delito no exime el delito. Merecemos sentirnos seguras en nuestra vida diaria, en nuestro entorno, en nuestros trabajos. Se acabó.