/ martes 25 de mayo de 2021

Feminismo, ¿estrategia electoral o de largo plazo?

Por: Daniela Villegas


A pocos días de la elección más grande en la historia de México, la ciudadanía se ha visto bombardeada por innumerables campañas electorales, como cada vez que hay comicios a nivel nacional. Sin embargo, la diferencia con elecciones anteriores es que en las presentes existe una abierta apropiación del lenguaje incluyente y agenda feminista en los discursos políticos de quienes contienden por diputaciones y gobernaturas en distintas coaliciones y partidos políticos.

Desde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) asumiéndose “el partido más feminista de México”; el Partido Acción Nacional (PAN) como un “partido humanista y feminista”; Movimiento Regeneración Nacional (Morena) con sus disputas internas en cuanto a cómo aproximarse a los movimientos feministas; Movimiento Ciudadano modificando la frase que se ha escuchado en las marchas feministas “Y tiemblen. Y tiemblen. Y tiemblen los machistas, que América Latina será toda Feminista” para convertirla en “México será feminista o no será”, hasta el uso de la x para señalar el uso conjunto del masculino y femenino o de subjetividades no binarias en frases tales como “Derechos para Todxs” o “Rompamos Todxs el Pacto” por parte de candidaturas de Fuerza por México.

En una suerte de domesticación de las frases y discursos de los feminismos contemporáneos y de sus luchas en el país, la política institucional con sus partidos políticos se apropia de las frases, de los eslóganes de las marchas feministas y del lenguaje incluyente sin realmente integrarlos como principios rectores al ethos de sus partidos políticos.

El hecho que el PAN tiene una política en contra del aborto, es incongruente con el pronunciarse feminista. El PRI por mucho morado que tiña sus pancartas no hará que olvidemos uno de tantos casos de abuso hacia las mujeres como el que protagonizó el ex líder del partido Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre con su red de prostitución. O el muy polémico caso de denuncias por abuso sexual contra el ex candidato de Morena, Félix Salgado Macedonio. El que partidos de más reciente creación se inscriban en un discurso feminista y con vistas a ser incluyentes nos hace mucho pensar ¿mero oportunismo político o genuino compromiso?

Escribe Joan Wallach Scott que “no son los individuos los que tienen la experiencia, sino los sujetos los que son constituidos por medio de la experiencia”, de este modo la experiencia es el preámbulo en la producción de conocimiento, de un conocimiento situado. De igual forma refiere la historiadora feminista que la “experiencia es, a la vez, siempre una interpretación y requiere una interpretación. Lo que cuenta como experiencia no es ni evidente ni claro y directo: está siempre en disputa, y por lo tanto siempre es político”.

Si aplicamos esta cita textual a las más recientes posturas de los partidos políticos mexicanos en torno a los discursos feministas me pregunto ¿en qué momento modificaron su postura? ¿qué experiencia (s) les hicieron cuestionar, cambiar su agenda? ¿qué fue lo que detonó ese cambio? ¿cuál fue su proceso, su experiencia? ¿qué pasó en ese inter?

¿En caso de que pudiéramos convertirnos en un tris en feministas dónde quedaría la experiencia? ¿dónde queda ese puente de poder ser otra cosa? ¿ipso facto se puede ser feminista?

El que los partidos políticos tradicionales o de más reciente creación hablen a favor de los derechos de las mujeres e incluso, en algunas ocasiones, llamándose feministas, cuando se les conoce de sus actitudes y comportamientos de sometimiento hacia los cuerpos femeninos y feminizados, me resulta oportunista.

Cuando pienso, leo, escucho, veo a las mujeres tomar las calles, la pluma, el micrófono, el esténcil, denunciando las muchas violencias de las que son víctimas, sé que lo que expresan y expresamos proviene desde sus y nuestras muy particulares y variadas experiencias y espacios de acción. Ya sea que asuman un discurso abiertamente feminista o tomen nota de responsabilidades propias y ajenas en este mundo que ha sido primordialmente patriarcal.

No cabe duda que el movimiento feminista en México es una gran fuerza política que marca la agenda de las presentes elecciones. ¿Acaso podría ser una oportunidad para que las luchas feministas realmente se conviertan en parte importante del ethos de los partidos políticos y no en mera manipulación de coyuntura política?

Por: Daniela Villegas


A pocos días de la elección más grande en la historia de México, la ciudadanía se ha visto bombardeada por innumerables campañas electorales, como cada vez que hay comicios a nivel nacional. Sin embargo, la diferencia con elecciones anteriores es que en las presentes existe una abierta apropiación del lenguaje incluyente y agenda feminista en los discursos políticos de quienes contienden por diputaciones y gobernaturas en distintas coaliciones y partidos políticos.

Desde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) asumiéndose “el partido más feminista de México”; el Partido Acción Nacional (PAN) como un “partido humanista y feminista”; Movimiento Regeneración Nacional (Morena) con sus disputas internas en cuanto a cómo aproximarse a los movimientos feministas; Movimiento Ciudadano modificando la frase que se ha escuchado en las marchas feministas “Y tiemblen. Y tiemblen. Y tiemblen los machistas, que América Latina será toda Feminista” para convertirla en “México será feminista o no será”, hasta el uso de la x para señalar el uso conjunto del masculino y femenino o de subjetividades no binarias en frases tales como “Derechos para Todxs” o “Rompamos Todxs el Pacto” por parte de candidaturas de Fuerza por México.

En una suerte de domesticación de las frases y discursos de los feminismos contemporáneos y de sus luchas en el país, la política institucional con sus partidos políticos se apropia de las frases, de los eslóganes de las marchas feministas y del lenguaje incluyente sin realmente integrarlos como principios rectores al ethos de sus partidos políticos.

El hecho que el PAN tiene una política en contra del aborto, es incongruente con el pronunciarse feminista. El PRI por mucho morado que tiña sus pancartas no hará que olvidemos uno de tantos casos de abuso hacia las mujeres como el que protagonizó el ex líder del partido Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre con su red de prostitución. O el muy polémico caso de denuncias por abuso sexual contra el ex candidato de Morena, Félix Salgado Macedonio. El que partidos de más reciente creación se inscriban en un discurso feminista y con vistas a ser incluyentes nos hace mucho pensar ¿mero oportunismo político o genuino compromiso?

Escribe Joan Wallach Scott que “no son los individuos los que tienen la experiencia, sino los sujetos los que son constituidos por medio de la experiencia”, de este modo la experiencia es el preámbulo en la producción de conocimiento, de un conocimiento situado. De igual forma refiere la historiadora feminista que la “experiencia es, a la vez, siempre una interpretación y requiere una interpretación. Lo que cuenta como experiencia no es ni evidente ni claro y directo: está siempre en disputa, y por lo tanto siempre es político”.

Si aplicamos esta cita textual a las más recientes posturas de los partidos políticos mexicanos en torno a los discursos feministas me pregunto ¿en qué momento modificaron su postura? ¿qué experiencia (s) les hicieron cuestionar, cambiar su agenda? ¿qué fue lo que detonó ese cambio? ¿cuál fue su proceso, su experiencia? ¿qué pasó en ese inter?

¿En caso de que pudiéramos convertirnos en un tris en feministas dónde quedaría la experiencia? ¿dónde queda ese puente de poder ser otra cosa? ¿ipso facto se puede ser feminista?

El que los partidos políticos tradicionales o de más reciente creación hablen a favor de los derechos de las mujeres e incluso, en algunas ocasiones, llamándose feministas, cuando se les conoce de sus actitudes y comportamientos de sometimiento hacia los cuerpos femeninos y feminizados, me resulta oportunista.

Cuando pienso, leo, escucho, veo a las mujeres tomar las calles, la pluma, el micrófono, el esténcil, denunciando las muchas violencias de las que son víctimas, sé que lo que expresan y expresamos proviene desde sus y nuestras muy particulares y variadas experiencias y espacios de acción. Ya sea que asuman un discurso abiertamente feminista o tomen nota de responsabilidades propias y ajenas en este mundo que ha sido primordialmente patriarcal.

No cabe duda que el movimiento feminista en México es una gran fuerza política que marca la agenda de las presentes elecciones. ¿Acaso podría ser una oportunidad para que las luchas feministas realmente se conviertan en parte importante del ethos de los partidos políticos y no en mera manipulación de coyuntura política?