/ lunes 14 de septiembre de 2020

Fiscalización sin recuperación, un contrasentido

Sin duda, uno de los temas más importantes del momento es el Paquete Económico para el ejercicio 2021, que básicamente contiene los cómos: cómo el gobierno va a obtener recursos para financiar el funcionamiento gubernamental, cómo va a gastar el recurso público disponible y bajo qué criterios macroeconómicos se está planeando el próximo año.

Formalmente, lo que el Ejecutivo Federal presentó ante el Legislativo Federal el pasado 8 de septiembre, fueron la iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación (LIF); los Criterios Generales de Política Económica y la Miscelánea Fiscal; esta última hay que revisarla con mayor detalle ya que resume la Política Hacendaria del próximo año e implica todas las reformas propuestas a las leyes de Impuesto Sobre la Renta (ISR), Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Código Fiscal de la Federación (CFF), la Ley Federal de Derechos (LFD), el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) y por supuesto, el Presupuesto de Egresos de la Federación. A todas las personas que trabajamos, consumimos, producimos y tributamos en México, nos debe interesar este tema.

Octubre y noviembre son los meses críticos en los que la Cámara de Diputados deberá discutir, modificar y aprobar dicho Paquete Económico. Por ello, en días pasados hemos visto a destacados miembros de los sectores productivos reunirse con la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Legislativo para hacerles saber las preocupaciones de quienes generamos empleos formales y pagamos impuestos.

Especialmente con una Legislatura cuya mayoría es la del partido en el poder, es muy importante recordar que las malentendidas lealtades políticas ya no tienen cabida. Este Congreso tiene la gran responsabilidad de analizar el Paquete Económico post-pandemia que deberá poner las bases legales de la recuperación económica integral; que puede ser la diferencia entre acrecentar las filas de la pobreza o sacar adelante al país.

No omito mencionar que seguramente muchos ciudadanos les tomaremos muy en cuenta sus decisiones, especialmente a menos de un año de las primeras elecciones donde muchas diputadas y diputados buscarán volver a postularse para su cargo actual. Y es que de eso se trata la reelección: permitir a la ciudadanía ratificar a quienes trabajan por sacar adelante a México y castigar a quienes no dan el ancho para resolver los problemas nacionales.

Volviendo al contenido del Paquete Económico, si bien no hay nuevos impuestos, tampoco hay deducciones interesantes para incentivar la liquidez de personas físicas y morales (especialmente de las Mipymes, que claramente han sido las más golpeadas por la pandemia). En realidad, las disposiciones fiscales propuestas parecen orientadas a fortalecer el proceso de fiscalización, no ha generar incentivos económicos y menos parecen proponer medidas contra-cíclicas frente a la crisis.

Y para no entrar en falsos debates, es importante aclarar que cuando se habla de medidas contra-cíclicas, nos referimos a que la intervención estatal, mediante la política fiscal, vaya en sentido contrario al ciclo económico. Es decir que si se aproxima una crisis económica derivada de la crisis sanitaria, es momento de que la política fiscal sea flexible, que haya más estímulos fiscales y se reduzcan las tasas de interés para incentivar el consumo, y que el recurso público se use para generar liquidez.

Y la liquidez no se resuelve con ayudas gubernamentales sino con inversión productiva de la mano de inversión en los igualadores sociales (como la educación o la salud). Si esta fórmula no se cumple exactamente así entonces no es inversión, son dádivas. Y las dádivas en año electoral siempre son sospechosas.

En resumen, dejemos la fiscalización para los momentos de abundancia económica y hoy pongamos en el centro del Paquete Económico a la reactivación económica, que dicho sea de paso, no se va a lograr en un par de meses sino que es un proyecto de largo aliento que, si no se hace bien, puede hacernos retroceder décadas.

Sin duda, uno de los temas más importantes del momento es el Paquete Económico para el ejercicio 2021, que básicamente contiene los cómos: cómo el gobierno va a obtener recursos para financiar el funcionamiento gubernamental, cómo va a gastar el recurso público disponible y bajo qué criterios macroeconómicos se está planeando el próximo año.

Formalmente, lo que el Ejecutivo Federal presentó ante el Legislativo Federal el pasado 8 de septiembre, fueron la iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación (LIF); los Criterios Generales de Política Económica y la Miscelánea Fiscal; esta última hay que revisarla con mayor detalle ya que resume la Política Hacendaria del próximo año e implica todas las reformas propuestas a las leyes de Impuesto Sobre la Renta (ISR), Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Código Fiscal de la Federación (CFF), la Ley Federal de Derechos (LFD), el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) y por supuesto, el Presupuesto de Egresos de la Federación. A todas las personas que trabajamos, consumimos, producimos y tributamos en México, nos debe interesar este tema.

Octubre y noviembre son los meses críticos en los que la Cámara de Diputados deberá discutir, modificar y aprobar dicho Paquete Económico. Por ello, en días pasados hemos visto a destacados miembros de los sectores productivos reunirse con la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Legislativo para hacerles saber las preocupaciones de quienes generamos empleos formales y pagamos impuestos.

Especialmente con una Legislatura cuya mayoría es la del partido en el poder, es muy importante recordar que las malentendidas lealtades políticas ya no tienen cabida. Este Congreso tiene la gran responsabilidad de analizar el Paquete Económico post-pandemia que deberá poner las bases legales de la recuperación económica integral; que puede ser la diferencia entre acrecentar las filas de la pobreza o sacar adelante al país.

No omito mencionar que seguramente muchos ciudadanos les tomaremos muy en cuenta sus decisiones, especialmente a menos de un año de las primeras elecciones donde muchas diputadas y diputados buscarán volver a postularse para su cargo actual. Y es que de eso se trata la reelección: permitir a la ciudadanía ratificar a quienes trabajan por sacar adelante a México y castigar a quienes no dan el ancho para resolver los problemas nacionales.

Volviendo al contenido del Paquete Económico, si bien no hay nuevos impuestos, tampoco hay deducciones interesantes para incentivar la liquidez de personas físicas y morales (especialmente de las Mipymes, que claramente han sido las más golpeadas por la pandemia). En realidad, las disposiciones fiscales propuestas parecen orientadas a fortalecer el proceso de fiscalización, no ha generar incentivos económicos y menos parecen proponer medidas contra-cíclicas frente a la crisis.

Y para no entrar en falsos debates, es importante aclarar que cuando se habla de medidas contra-cíclicas, nos referimos a que la intervención estatal, mediante la política fiscal, vaya en sentido contrario al ciclo económico. Es decir que si se aproxima una crisis económica derivada de la crisis sanitaria, es momento de que la política fiscal sea flexible, que haya más estímulos fiscales y se reduzcan las tasas de interés para incentivar el consumo, y que el recurso público se use para generar liquidez.

Y la liquidez no se resuelve con ayudas gubernamentales sino con inversión productiva de la mano de inversión en los igualadores sociales (como la educación o la salud). Si esta fórmula no se cumple exactamente así entonces no es inversión, son dádivas. Y las dádivas en año electoral siempre son sospechosas.

En resumen, dejemos la fiscalización para los momentos de abundancia económica y hoy pongamos en el centro del Paquete Económico a la reactivación económica, que dicho sea de paso, no se va a lograr en un par de meses sino que es un proyecto de largo aliento que, si no se hace bien, puede hacernos retroceder décadas.