/ viernes 2 de diciembre de 2022

Flores que se nutrieron de cenizas  

Por Stefany Rocha Del Litto


Los aniversarios, esas fechas importantes que pasan una vez al año y nos hacen conmemorar de todo: cumpleaños, relaciones, festejos nacionales y algunas veces esos días que nos dejaron un golpe fuerte en nuestra vida. El viernes pasado se conmemoró el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la mujer. Y, para serte honesta queridx lectxr, no fue un día muy grato para ésta que está escribiendo.

“Violencia”, una palabra que significa tantas cosas, pero más allá de meternos a los tipos y las ramificaciones que pueden haber, hoy quiero hablar sobre lo que prevalece. Ese halo y camino que deja a su paso, que sí, aparentemente puede ser un trazo de dolor, angustia y moho. Pero que también, tiene la posibilidad de dejar sanación, compasión y un camino de vegetación que nace después de un momento así.

Piensa en las mujeres de tu vida: mamás, tías, amigas, hijas, abuelas, parejas. De ellas, siete han sufrido algún tipo de violencia. SIETE. ¿Quiénes son?, ¿qué cara tienen?, ¿cuáles son sus historias? Siete mujeres que tienen cosas que contar para esta simple estadística que arroja el INEGI y que en sus ojos puedes ver estos rezagos que dejó algún tipo de violencia, ya sea psicológica, física y/o sexual (2021).

Construir paz es de las cosas más difíciles y ésto empieza cuando podemos dejar de ver la violencia como un ente o solo un concepto, para así comenzar a ver las narrativas que deja a su paso. Hoy escuché una frase “Stef, hay que darle espacio también al dolor”. Vaya frase. Porque la violencia nos obliga a ver cara a cara ese dolor en el pecho, esa angustia y miedo en el corazón, y esa impotencia en el alma. Y así, a su vez, nos muestra al mismo tiempo la gran compasión al vernos al espejo, ese apoyo de los que nos aman y ese cuidado y amor personal que puedes vivir después de un acto violento.

Es imposible pensar que en México vayamos a poder construir paz para las mujeres si no nos detenemos a ver esto: las historias que quedan después de la violencia. Porque no es solo el hecho, el momento y la situación. Al contrario, son las secuelas y las sensaciones que pasan después. Porque así sí podemos ver la paz que viene después de la violencia, evitando que esto vuelva a pasar.

Así que, para conmemorar este día, abre el espacio no solo ahora, sino siempre para que estas siete mujeres puedan contarte sus historias, sus miedos y también su sanación y su autocompasión. Porque vivir violencia como mujer muchas veces se siente como un hueco negro, lleno de ceniza que, cuando se comparte y sana, hace que emergan flores nutridas de ceniza que reflejan pura resiliencia y valentía.

Por Stefany Rocha Del Litto


Los aniversarios, esas fechas importantes que pasan una vez al año y nos hacen conmemorar de todo: cumpleaños, relaciones, festejos nacionales y algunas veces esos días que nos dejaron un golpe fuerte en nuestra vida. El viernes pasado se conmemoró el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la mujer. Y, para serte honesta queridx lectxr, no fue un día muy grato para ésta que está escribiendo.

“Violencia”, una palabra que significa tantas cosas, pero más allá de meternos a los tipos y las ramificaciones que pueden haber, hoy quiero hablar sobre lo que prevalece. Ese halo y camino que deja a su paso, que sí, aparentemente puede ser un trazo de dolor, angustia y moho. Pero que también, tiene la posibilidad de dejar sanación, compasión y un camino de vegetación que nace después de un momento así.

Piensa en las mujeres de tu vida: mamás, tías, amigas, hijas, abuelas, parejas. De ellas, siete han sufrido algún tipo de violencia. SIETE. ¿Quiénes son?, ¿qué cara tienen?, ¿cuáles son sus historias? Siete mujeres que tienen cosas que contar para esta simple estadística que arroja el INEGI y que en sus ojos puedes ver estos rezagos que dejó algún tipo de violencia, ya sea psicológica, física y/o sexual (2021).

Construir paz es de las cosas más difíciles y ésto empieza cuando podemos dejar de ver la violencia como un ente o solo un concepto, para así comenzar a ver las narrativas que deja a su paso. Hoy escuché una frase “Stef, hay que darle espacio también al dolor”. Vaya frase. Porque la violencia nos obliga a ver cara a cara ese dolor en el pecho, esa angustia y miedo en el corazón, y esa impotencia en el alma. Y así, a su vez, nos muestra al mismo tiempo la gran compasión al vernos al espejo, ese apoyo de los que nos aman y ese cuidado y amor personal que puedes vivir después de un acto violento.

Es imposible pensar que en México vayamos a poder construir paz para las mujeres si no nos detenemos a ver esto: las historias que quedan después de la violencia. Porque no es solo el hecho, el momento y la situación. Al contrario, son las secuelas y las sensaciones que pasan después. Porque así sí podemos ver la paz que viene después de la violencia, evitando que esto vuelva a pasar.

Así que, para conmemorar este día, abre el espacio no solo ahora, sino siempre para que estas siete mujeres puedan contarte sus historias, sus miedos y también su sanación y su autocompasión. Porque vivir violencia como mujer muchas veces se siente como un hueco negro, lleno de ceniza que, cuando se comparte y sana, hace que emergan flores nutridas de ceniza que reflejan pura resiliencia y valentía.