/ jueves 8 de febrero de 2018

Francisco y pueblos originarios de Chile

En la mayoría de sus servicios informativos, los medios de comunicación lo que más resaltan son conflictos, problemas, denuncias, descalificaciones de los otros, accidentes, robos, etc. Unos subsisten económicamente porque a eso se dedican, y hay público al que le atrae consumir este tipo de noticias y comentarios.

Durante la reciente visita del Papa Francisco a Chile, ¿qué resaltaron? Casi en forma obsesiva y repetitiva, las inconformidades de algunos grupos, muy minoritarios por cierto, la quema de iglesias, las imputaciones contra un obispo a quien se acusa de encubrimiento de un sacerdote pederasta, las peticiones de perdón por los abusos clericales contra menores, los gastos del viaje, etc. Casi nada publicaron de lo que dijo el Papa sobre asuntos de suma trascendencia para la vida social, política y religiosa de esos países. Si usted le pregunta a alguien qué recuerda de esa visita, sólo le hablará de los problemas que se difundieron, y nada tendrá en cuenta del mensaje evangélico del Papa.

PENSAR

Podría traer a la memoria varios mensajes que tocaron situaciones muy delicadas, sobre todo el problema de la corrupción; pero sólo retomo algo que, por mi cargo en el CELAM para la pastoral con los pueblos originarios, me parece que se debe resaltar y no olvidar.

En Santiago, la capital, dijo a las autoridades civiles: “Es preciso escuchar a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación… La sabiduría de los pueblos originarios puede ser un gran aporte. De ellos podemos aprender que no hay verdadero desarrollo en un pueblo que dé la espalda a la tierra y a todo y a todos los que la rodean. Chile tiene en sus raíces una sabiduría capaz de ayudar a trascender la concepción meramente consumista de la existencia para adquirir una actitud sapiencial frente al futuro” (16-I-2018).

En Temuco, sur del país, con gran población indígena, expresó: “Quiero detenerme y saludar de manera especial a los miembros del pueblo Mapuche, así como también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes: rapanui, aymara, quechua, atacameños, y tantos otros. Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. Y recordando estas cosas nos quedamos un instante en silencio ante tanto dolor y tanta injusticia. Una de las peores amenazas que golpea y golpeará a los suyos y a la humanidad toda será la división y el enfrentamiento, el avasallamiento de unos sobre otros. ¡Cuántas lágrimas derramadas!” (17-I-2018).

Y en la Universidad Católica de Santiago, recalcó la necesidad de tomar en cuenta a la población indígena y no infravalorarla: “Es indispensable prestar atención a los pueblos originarios con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios” (17-I-2018).

ACTUAR

Estos mensajes valen para toda la Iglesia y para la sociedad. No los echemos en saco roto. Reflexionemos en su hondo contenido humano y cristiano, y aprendamos a respetar y valorar a nuestros muy variados pueblos originarios, que no son un lastre, sino una riqueza. ¡Conozcámoslos!

Y seamos críticos, para no dejarnos apabullar por el negativismo informativo de algunos medios.

Obispo Emérito de SCLC

 

En la mayoría de sus servicios informativos, los medios de comunicación lo que más resaltan son conflictos, problemas, denuncias, descalificaciones de los otros, accidentes, robos, etc. Unos subsisten económicamente porque a eso se dedican, y hay público al que le atrae consumir este tipo de noticias y comentarios.

Durante la reciente visita del Papa Francisco a Chile, ¿qué resaltaron? Casi en forma obsesiva y repetitiva, las inconformidades de algunos grupos, muy minoritarios por cierto, la quema de iglesias, las imputaciones contra un obispo a quien se acusa de encubrimiento de un sacerdote pederasta, las peticiones de perdón por los abusos clericales contra menores, los gastos del viaje, etc. Casi nada publicaron de lo que dijo el Papa sobre asuntos de suma trascendencia para la vida social, política y religiosa de esos países. Si usted le pregunta a alguien qué recuerda de esa visita, sólo le hablará de los problemas que se difundieron, y nada tendrá en cuenta del mensaje evangélico del Papa.

PENSAR

Podría traer a la memoria varios mensajes que tocaron situaciones muy delicadas, sobre todo el problema de la corrupción; pero sólo retomo algo que, por mi cargo en el CELAM para la pastoral con los pueblos originarios, me parece que se debe resaltar y no olvidar.

En Santiago, la capital, dijo a las autoridades civiles: “Es preciso escuchar a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación… La sabiduría de los pueblos originarios puede ser un gran aporte. De ellos podemos aprender que no hay verdadero desarrollo en un pueblo que dé la espalda a la tierra y a todo y a todos los que la rodean. Chile tiene en sus raíces una sabiduría capaz de ayudar a trascender la concepción meramente consumista de la existencia para adquirir una actitud sapiencial frente al futuro” (16-I-2018).

En Temuco, sur del país, con gran población indígena, expresó: “Quiero detenerme y saludar de manera especial a los miembros del pueblo Mapuche, así como también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes: rapanui, aymara, quechua, atacameños, y tantos otros. Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. Y recordando estas cosas nos quedamos un instante en silencio ante tanto dolor y tanta injusticia. Una de las peores amenazas que golpea y golpeará a los suyos y a la humanidad toda será la división y el enfrentamiento, el avasallamiento de unos sobre otros. ¡Cuántas lágrimas derramadas!” (17-I-2018).

Y en la Universidad Católica de Santiago, recalcó la necesidad de tomar en cuenta a la población indígena y no infravalorarla: “Es indispensable prestar atención a los pueblos originarios con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios” (17-I-2018).

ACTUAR

Estos mensajes valen para toda la Iglesia y para la sociedad. No los echemos en saco roto. Reflexionemos en su hondo contenido humano y cristiano, y aprendamos a respetar y valorar a nuestros muy variados pueblos originarios, que no son un lastre, sino una riqueza. ¡Conozcámoslos!

Y seamos críticos, para no dejarnos apabullar por el negativismo informativo de algunos medios.

Obispo Emérito de SCLC