/ jueves 9 de mayo de 2019

Fuera de Agenda | Bomba en Policía Federal

El episodio sucedió el último fin de semana de abril en el sexto agrupamiento de la división de Gendarmería de la Policía Federal, ubicado en Puebla. El pasaje fue corroborado por distintas fuentes al interior de la corporación, e ilustra el proceso de desintegración de la unidad creada en el sexenio pasado, en un momento donde cientos de elementos “hacen su agosto” previo a solicitar su baja antes de que se fusionen con la Guardia Nacional y los militares tomen el control.

Eran varios agentes entre las que había mujeres que estaban reunidos en un convivio donde bebían alcohol. Una de ellas reportó hasta el lunes 29 que había perdido su arma de cargo en esa reunión. En compañía de una suboficial y varios elementos comenzaron a investigar. Se reportó el caso ante sus superiores y se dio la orden de que nadie saliera de la base.

Todos los integrantes de esa área fueron llamados a revisión y pasaron en grupos de cinco con sus maletas personales en busca del arma. La revisión terminó el martes 30 de abril alrededor de las 2 de la mañana. Se inspeccionó también los celulares en particular los chats de mensajería.

De ahí de desprendió que Jorge Alberto Barrón Martínez, Gustavo Pérez Silva y Dolores Sánchez Perea, tenían una serie de conversaciones donde planearon cómo sacar el arma de la base. Lo harían desarmándola, en partes, para evitar ser descubiertos. Se buscaron las piezas y solo faltó por ubicar el resorte y el seguro.

Horas después de que los descubrieron apareció el comisario Benjamín Grajeda Regalado, capitán de fragata de la Armada de México que se desempeña como titular de la división de Gendarmería. De inmediato dio la orden de presentarlos acusados de robo ante el ministerio público federal, pero al paso de las horas se desistió. Dijo delante de varios de los agentes que no los iba a exponer porque hacerlo, dañaría la buena imagen de la institución.

El pasaje ilustra lo que se vive por estos días en las distintas áreas de la Policía Federal, donde el caos y la anarquía son un retrato fiel de los “pasos con pies de barro” que dan los mandos encabezados por el comisionado de la corporación Arturo Jiménez Martínez.

En las últimas semanas diversos testimonios señalan de que comenzó el desmantelamiento del área de investigación, se traspasó a todo el personal a fuerzas federales, y se cubrieron sus lugares con personal afín a Jiménez Martínez.

El comisionado, ex policía de caminos que estuvo fuera de servicio más de tres lustros, regresó hace unos meses y parece ser que su fama de “honesto” no le alcanza para actuar contra la ola de extorsiones que se han desatado en varias carreteras del país donde esta actividad se le conoce como como “cuarentear”.

Si la ley y reglamentos autorizan a los agentes de seguridad regional como los únicos para infraccionar en carretera, ahora lo está haciendo todo mundo, dice un oficial que está al tanto de todo lo que ocurre dentro de la corporación.

Se vislumbra en el mediano y corto plazo que la Guardia Nacional tome el control de las operaciones de la Policía Federal, y a la par se ha desatado una “bomba” donde el robo de armamento, las extorsiones, seguido de las bajas voluntarias se presentan como una constante. Es el caos que presagia su extinción.

El episodio sucedió el último fin de semana de abril en el sexto agrupamiento de la división de Gendarmería de la Policía Federal, ubicado en Puebla. El pasaje fue corroborado por distintas fuentes al interior de la corporación, e ilustra el proceso de desintegración de la unidad creada en el sexenio pasado, en un momento donde cientos de elementos “hacen su agosto” previo a solicitar su baja antes de que se fusionen con la Guardia Nacional y los militares tomen el control.

Eran varios agentes entre las que había mujeres que estaban reunidos en un convivio donde bebían alcohol. Una de ellas reportó hasta el lunes 29 que había perdido su arma de cargo en esa reunión. En compañía de una suboficial y varios elementos comenzaron a investigar. Se reportó el caso ante sus superiores y se dio la orden de que nadie saliera de la base.

Todos los integrantes de esa área fueron llamados a revisión y pasaron en grupos de cinco con sus maletas personales en busca del arma. La revisión terminó el martes 30 de abril alrededor de las 2 de la mañana. Se inspeccionó también los celulares en particular los chats de mensajería.

De ahí de desprendió que Jorge Alberto Barrón Martínez, Gustavo Pérez Silva y Dolores Sánchez Perea, tenían una serie de conversaciones donde planearon cómo sacar el arma de la base. Lo harían desarmándola, en partes, para evitar ser descubiertos. Se buscaron las piezas y solo faltó por ubicar el resorte y el seguro.

Horas después de que los descubrieron apareció el comisario Benjamín Grajeda Regalado, capitán de fragata de la Armada de México que se desempeña como titular de la división de Gendarmería. De inmediato dio la orden de presentarlos acusados de robo ante el ministerio público federal, pero al paso de las horas se desistió. Dijo delante de varios de los agentes que no los iba a exponer porque hacerlo, dañaría la buena imagen de la institución.

El pasaje ilustra lo que se vive por estos días en las distintas áreas de la Policía Federal, donde el caos y la anarquía son un retrato fiel de los “pasos con pies de barro” que dan los mandos encabezados por el comisionado de la corporación Arturo Jiménez Martínez.

En las últimas semanas diversos testimonios señalan de que comenzó el desmantelamiento del área de investigación, se traspasó a todo el personal a fuerzas federales, y se cubrieron sus lugares con personal afín a Jiménez Martínez.

El comisionado, ex policía de caminos que estuvo fuera de servicio más de tres lustros, regresó hace unos meses y parece ser que su fama de “honesto” no le alcanza para actuar contra la ola de extorsiones que se han desatado en varias carreteras del país donde esta actividad se le conoce como como “cuarentear”.

Si la ley y reglamentos autorizan a los agentes de seguridad regional como los únicos para infraccionar en carretera, ahora lo está haciendo todo mundo, dice un oficial que está al tanto de todo lo que ocurre dentro de la corporación.

Se vislumbra en el mediano y corto plazo que la Guardia Nacional tome el control de las operaciones de la Policía Federal, y a la par se ha desatado una “bomba” donde el robo de armamento, las extorsiones, seguido de las bajas voluntarias se presentan como una constante. Es el caos que presagia su extinción.