/ jueves 7 de noviembre de 2019

Fuera de Agenda | Falacias y realidades

La secuela del culiacanazo abrió un boquete al interior de las fuerzas armadas que exhibió las limitaciones del liderazgo que muchos esperaban tendría el comandante supremo. Si bien cada mañana el presidente de la república realiza un ejecicio de transparencia inédito hasta hace un año, con mensajes de propaganda incluidos, también es verdad que en sus conferencias de prensa “mañaneras” suele abrir frentes de confrontación innecesarios.

El jueves 31 de octubre de 2019 quedó marcado en el calendario del sexenio como el día en que Andrés Manuel López Obrador mostró ese rostro de su personalidad que lo hermana con su colega Donald Trump. Al arremeter con descalifiaciones burdas contra la prensa critica que le señaló errores y contradicciones tras el episodio de Culiacán, el presidente cometió otro error garrafal después de que ordenara al general Luis Crescencio Sandoval Gomzález, secretario de la Defensa Nacional, dar a conocer datos reservados, como el nombre y rango del responsable de la frustada operación para la detención de uno de los hijos de Joaquín “el Chapo” Guzmán.

López Obrador debería saber que en el medio militar en todas las operaciones de alto impacto, por doctrina, se guarda la disciplina del secreto. Esto significa que los datos que se puedan dar a conocer, como información sobre el lugar, la hora, efectivos que participan, armamento que se emplea, tácticas y detalles como la identidad de los comandantes de las unidades que participan no deben ser revelados.

Pudo ocurrir que el presidente ignorara que existe una doctrina al respecto, pero no así el secretario de la Defensa. El error al revelar la identidad del jefe militar a cargo de la operación de Culiacán, puso en riesgo la integridad física de los que participaron y se exhibieron tácticas militares con información que servirá a la delincuencia en el futuro para contrarrestar las aciones castrenses en este tipo de situaciones.

No acababa de digerirse esta pifia cuando una declaración del general retirado Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, ex subcretario de la Defensa en el sexenio calderonista, durante un desayuno efectuado dias atrás en apoyo al general Sandoval tras el culiacanazo, apareció en la “mañanera”.

Gaytán había pedido a los presentes en ese convivio “respaldo y solidaridad” con el general secretario, y ponía a sus disposición sus “conocimientos (…) y experiencia acumulada (…) para lo que bien tenga determinar”. El presidente descalificó al general ya que, dijo, formó parte de la adminstración que se embarcó en una “guerra” fallida contra el narco. Después vía Facebook aludió a la posibilidad de un “golpe de estado”, de los “conservadores” y sus aliados.

El presidente corrgió después de que entendió que un golpe de estado se da por la cúpula en el poder en activo, misma que le ha mostrado lealtad absoluta. Además un militar retirado no puede dar un golpe de estado porque no tiene mando de tropas, no está en servicio activo, y ya no pertenece a las fuerzas armadas. Su condición de jubilado lo convierte en alguien que goza de sus derechos sociales que su rango le confiere. Lo demás son falacias.

@velediaz424

La secuela del culiacanazo abrió un boquete al interior de las fuerzas armadas que exhibió las limitaciones del liderazgo que muchos esperaban tendría el comandante supremo. Si bien cada mañana el presidente de la república realiza un ejecicio de transparencia inédito hasta hace un año, con mensajes de propaganda incluidos, también es verdad que en sus conferencias de prensa “mañaneras” suele abrir frentes de confrontación innecesarios.

El jueves 31 de octubre de 2019 quedó marcado en el calendario del sexenio como el día en que Andrés Manuel López Obrador mostró ese rostro de su personalidad que lo hermana con su colega Donald Trump. Al arremeter con descalifiaciones burdas contra la prensa critica que le señaló errores y contradicciones tras el episodio de Culiacán, el presidente cometió otro error garrafal después de que ordenara al general Luis Crescencio Sandoval Gomzález, secretario de la Defensa Nacional, dar a conocer datos reservados, como el nombre y rango del responsable de la frustada operación para la detención de uno de los hijos de Joaquín “el Chapo” Guzmán.

López Obrador debería saber que en el medio militar en todas las operaciones de alto impacto, por doctrina, se guarda la disciplina del secreto. Esto significa que los datos que se puedan dar a conocer, como información sobre el lugar, la hora, efectivos que participan, armamento que se emplea, tácticas y detalles como la identidad de los comandantes de las unidades que participan no deben ser revelados.

Pudo ocurrir que el presidente ignorara que existe una doctrina al respecto, pero no así el secretario de la Defensa. El error al revelar la identidad del jefe militar a cargo de la operación de Culiacán, puso en riesgo la integridad física de los que participaron y se exhibieron tácticas militares con información que servirá a la delincuencia en el futuro para contrarrestar las aciones castrenses en este tipo de situaciones.

No acababa de digerirse esta pifia cuando una declaración del general retirado Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, ex subcretario de la Defensa en el sexenio calderonista, durante un desayuno efectuado dias atrás en apoyo al general Sandoval tras el culiacanazo, apareció en la “mañanera”.

Gaytán había pedido a los presentes en ese convivio “respaldo y solidaridad” con el general secretario, y ponía a sus disposición sus “conocimientos (…) y experiencia acumulada (…) para lo que bien tenga determinar”. El presidente descalificó al general ya que, dijo, formó parte de la adminstración que se embarcó en una “guerra” fallida contra el narco. Después vía Facebook aludió a la posibilidad de un “golpe de estado”, de los “conservadores” y sus aliados.

El presidente corrgió después de que entendió que un golpe de estado se da por la cúpula en el poder en activo, misma que le ha mostrado lealtad absoluta. Además un militar retirado no puede dar un golpe de estado porque no tiene mando de tropas, no está en servicio activo, y ya no pertenece a las fuerzas armadas. Su condición de jubilado lo convierte en alguien que goza de sus derechos sociales que su rango le confiere. Lo demás son falacias.

@velediaz424