/ jueves 7 de marzo de 2019

Fuera de Agenda | La CIA y el Ejército

En el verano de 1997 al interior de la Secretaría de la Defensa Nacional hubo un cambio en las alianzas geoestratégicas con Estados Unidos al que se le conoció como el tercer vínculo. A los acuerdos políticos y económicos se sumó entonces un lazo en materia de defensa nacional con una cooperación hasta ese momento inédita.

Hacia fuera estaba fresco el episodio que llevó a la detención del general de división Jesús Gutiérrez Rebollo, el militar de más alto rango acusado, procesado y exonerado tiempo después de supuestos vínculos con el narco. Hacia adentro lo que este episodio dejó fue una pausa en la colaboración del ejército con la DEA, la cual encabezó Rebollo, y el inicio de una relación más amplia con el Departamento de Defensa y Departamento de Estado, en particular con la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

La cooperación de la secretaría de la Defensa Nacional con la CIA, cuyo titular era el general Enrique Cervantes Aguirre, llevó a la creación del Centro de Inteligencia Antinarcóticos (CIAN), pensado como una copia del Central Intelligence Narcotics (CINC), un área de la agencia surgida tras el fin de la Guerra Fría y enfocada a seguir a las organizaciones trasnacionales de tráfico de drogas con intereses económicos y políticos e influencia en la agenda geopolítica en temas como el terrorismo.

El CIAN se creó con dos generales hoy retirados, el entonces coronel Augusto Moisés García Ochoa como jefe, y el entonces teniente coronel Miguel Ángel Patiño Canchola, como segundo comandante. Se integró con un reducido grupo de oficiales que fueron entrenados en las instalaciones de la CIA, en Langley, Virginia. Su preparación se dividió en dos áreas básicas: análisis e investigación. Las labores de investigación incluyeron tareas que por entonces no se hacían, en parte porque era muy caro realizarlas, como la creación de empresas “fachada” que implicaba renta de inmuebles, altas en hacienda, papelería y manejo de cuentas bancarias. Todo para ofrecer servicios y obtener información confidencial, como sucedió con varias compañías que eran tapadera de grupos del crimen en el aeropuerto y que fueron infiltradas.

Los primeros golpes del CIAN fueron contra el llamado Cártel del Golfo, la detención del entonces líder Oscar Malherbe de León en marzo de 1997 en un centro comercial de la Ciudad de México, ocurrió pocos días antes de que se diera la “certificación” del gobierno estadounidense en materia de combate al tráfico de drogas.

Oficiales que participaron en la creación del CIAN, cuentan que la CIA les presentó lo que llamaron “proyecto Caimán”, que después rebautizaron como “proyecto X”, que era donde se vaciaba toda la información generada durante las investigaciones.

Varios de estos oficiales formaron parte también del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del alto mando de la Defensa Nacional. Cuando en el año 2000 se dio la alternancia en la presidencia de la república con la derrota del PRI en las elecciones, hubo cambio en el mando del CIAN y el ya general brigadier García Ochoa dejo su lugar a su colega Roberto Aguilera Olivera.

Dos factores marcarían el devenir de las operaciones del CIAN y el papel de la CIA en los siguientes años: la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán en enero del 2001 del penal de Puente Grande en Jalisco, y el surgimiento de un grupo paramilitar al servicio del crimen que había sido un pelotón de soldados de fuerzas especiales comisionado en la Policía Judicial Federal.

En el verano de 1997 al interior de la Secretaría de la Defensa Nacional hubo un cambio en las alianzas geoestratégicas con Estados Unidos al que se le conoció como el tercer vínculo. A los acuerdos políticos y económicos se sumó entonces un lazo en materia de defensa nacional con una cooperación hasta ese momento inédita.

Hacia fuera estaba fresco el episodio que llevó a la detención del general de división Jesús Gutiérrez Rebollo, el militar de más alto rango acusado, procesado y exonerado tiempo después de supuestos vínculos con el narco. Hacia adentro lo que este episodio dejó fue una pausa en la colaboración del ejército con la DEA, la cual encabezó Rebollo, y el inicio de una relación más amplia con el Departamento de Defensa y Departamento de Estado, en particular con la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

La cooperación de la secretaría de la Defensa Nacional con la CIA, cuyo titular era el general Enrique Cervantes Aguirre, llevó a la creación del Centro de Inteligencia Antinarcóticos (CIAN), pensado como una copia del Central Intelligence Narcotics (CINC), un área de la agencia surgida tras el fin de la Guerra Fría y enfocada a seguir a las organizaciones trasnacionales de tráfico de drogas con intereses económicos y políticos e influencia en la agenda geopolítica en temas como el terrorismo.

El CIAN se creó con dos generales hoy retirados, el entonces coronel Augusto Moisés García Ochoa como jefe, y el entonces teniente coronel Miguel Ángel Patiño Canchola, como segundo comandante. Se integró con un reducido grupo de oficiales que fueron entrenados en las instalaciones de la CIA, en Langley, Virginia. Su preparación se dividió en dos áreas básicas: análisis e investigación. Las labores de investigación incluyeron tareas que por entonces no se hacían, en parte porque era muy caro realizarlas, como la creación de empresas “fachada” que implicaba renta de inmuebles, altas en hacienda, papelería y manejo de cuentas bancarias. Todo para ofrecer servicios y obtener información confidencial, como sucedió con varias compañías que eran tapadera de grupos del crimen en el aeropuerto y que fueron infiltradas.

Los primeros golpes del CIAN fueron contra el llamado Cártel del Golfo, la detención del entonces líder Oscar Malherbe de León en marzo de 1997 en un centro comercial de la Ciudad de México, ocurrió pocos días antes de que se diera la “certificación” del gobierno estadounidense en materia de combate al tráfico de drogas.

Oficiales que participaron en la creación del CIAN, cuentan que la CIA les presentó lo que llamaron “proyecto Caimán”, que después rebautizaron como “proyecto X”, que era donde se vaciaba toda la información generada durante las investigaciones.

Varios de estos oficiales formaron parte también del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del alto mando de la Defensa Nacional. Cuando en el año 2000 se dio la alternancia en la presidencia de la república con la derrota del PRI en las elecciones, hubo cambio en el mando del CIAN y el ya general brigadier García Ochoa dejo su lugar a su colega Roberto Aguilera Olivera.

Dos factores marcarían el devenir de las operaciones del CIAN y el papel de la CIA en los siguientes años: la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán en enero del 2001 del penal de Puente Grande en Jalisco, y el surgimiento de un grupo paramilitar al servicio del crimen que había sido un pelotón de soldados de fuerzas especiales comisionado en la Policía Judicial Federal.