/ jueves 17 de octubre de 2019

Fuera de Agenda | Mercenarios a la vista

Su “nicho de oportunidad” fue la privatización de los servicios de inteligencia que comenzó en el año 2001, con el desmantelamiento del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional. El impulso fue la ignorancia en la materia de Vicente Fox, quien designó a Eduardo Medina Mora, el hoy defenestrado ministro de la Suprema Corte, director del CISEN. La alternancia en la presidencia de la república abrió la puerta a un éxodo de agentes especializados en diferentes ramas de la inteligencia que buscaron emplearse en otros lados.

La primera mitad del sexenio de Fox se caracterizó por el surgimiento de equipos de espionaje, al servicio de gobernadores, conformados por ex agentes del CISEN. Otros fundaron empresas pivadas nutridas con información reservada que clonaron, como hicieron también con los métodos de trabajo. Durante aquel periodo y después con Felipe Calderón, proliferaron la difusión de grabaciones telefónicas donde políticos, empresarios y líderes sociales se convirtieron en objetivos de “intereses oscuros” a los que nunca se investigó.

El rasgo de la admnistración calderonista fue un sistema de inteligencia civil colapsado, donde el ejército estaba infiltrado por el narco, lo que abonó para una fractura en la seguridad del Estado. Un ejemplo son las causas no del todo claras detrás de los accidentes de aviación donde murieron dos ex secretarios de gobernación, Juan Camilio Mouriño y José Francisco Blake Mora.

El boquete que arrastra el aparato de inteligencia civil mexicano quedó de nuevo expuesto al conocerse cómo operaron de manera encubierta en el país empleados de la empresa israelí Black Cube Inc., quienes grabaron a altos funcionarios de Pemex del sexenio pasado cuando explicaban cómo se disfrazaban sobornos para obtener contratos, quiénes participaban y para qué sirvieron algunos de los miles de millones de pesos. En una conversación se menciona que fueron para la campaña presidencial en 2012 del priista Enrique Peña Nieto.

La empresa Black Cube, considerada “el Mossad del mundo de los negocios”, fue fundada en el año 2010 en Tel Aviv por dos oficiales retirados del ejército, Dan Zorella y Avi Yanus, quienes fueron destacados miembros de la inteligencia militar israelí.

Su equipo está conformado por veteranos del Mossad, especializados en investigaciones detrás de litigios entre entidades empresariales y multinacionales. Como sucedió con el juicio entre la empresa Oro Negro para la que trabajaron, propiedad del hoy prófugo Gonzalo Gil White –hijo de Francisco Gil Díaz ex titular de Hacienda en el sexenio foxista— contra Pemex.

Black Cube opera siguiendo el manual básico de cualquier servicio de inteligencia con recursos. Crean empresas fantasma y utilizan identidades falsas. Se disfrazaron de reporteros y activistas feministas en el caso del productor de cine Harvey Weinstein quien los contrató, o como envidos de jeques de Emiratos Arabes Unidos en el caso Pemex.

El diario The Wall Street Journal los llamó “los espías arrogantes del Mossad privado”. Presumen que la human intelligence (espionaje) que realizan es efectivo para exponer fraudes, sobornos, lavado de dinero y corrupción. Y ahí está el caso Oro Negro contra Pemex.

@velediaz424

Su “nicho de oportunidad” fue la privatización de los servicios de inteligencia que comenzó en el año 2001, con el desmantelamiento del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional. El impulso fue la ignorancia en la materia de Vicente Fox, quien designó a Eduardo Medina Mora, el hoy defenestrado ministro de la Suprema Corte, director del CISEN. La alternancia en la presidencia de la república abrió la puerta a un éxodo de agentes especializados en diferentes ramas de la inteligencia que buscaron emplearse en otros lados.

La primera mitad del sexenio de Fox se caracterizó por el surgimiento de equipos de espionaje, al servicio de gobernadores, conformados por ex agentes del CISEN. Otros fundaron empresas pivadas nutridas con información reservada que clonaron, como hicieron también con los métodos de trabajo. Durante aquel periodo y después con Felipe Calderón, proliferaron la difusión de grabaciones telefónicas donde políticos, empresarios y líderes sociales se convirtieron en objetivos de “intereses oscuros” a los que nunca se investigó.

El rasgo de la admnistración calderonista fue un sistema de inteligencia civil colapsado, donde el ejército estaba infiltrado por el narco, lo que abonó para una fractura en la seguridad del Estado. Un ejemplo son las causas no del todo claras detrás de los accidentes de aviación donde murieron dos ex secretarios de gobernación, Juan Camilio Mouriño y José Francisco Blake Mora.

El boquete que arrastra el aparato de inteligencia civil mexicano quedó de nuevo expuesto al conocerse cómo operaron de manera encubierta en el país empleados de la empresa israelí Black Cube Inc., quienes grabaron a altos funcionarios de Pemex del sexenio pasado cuando explicaban cómo se disfrazaban sobornos para obtener contratos, quiénes participaban y para qué sirvieron algunos de los miles de millones de pesos. En una conversación se menciona que fueron para la campaña presidencial en 2012 del priista Enrique Peña Nieto.

La empresa Black Cube, considerada “el Mossad del mundo de los negocios”, fue fundada en el año 2010 en Tel Aviv por dos oficiales retirados del ejército, Dan Zorella y Avi Yanus, quienes fueron destacados miembros de la inteligencia militar israelí.

Su equipo está conformado por veteranos del Mossad, especializados en investigaciones detrás de litigios entre entidades empresariales y multinacionales. Como sucedió con el juicio entre la empresa Oro Negro para la que trabajaron, propiedad del hoy prófugo Gonzalo Gil White –hijo de Francisco Gil Díaz ex titular de Hacienda en el sexenio foxista— contra Pemex.

Black Cube opera siguiendo el manual básico de cualquier servicio de inteligencia con recursos. Crean empresas fantasma y utilizan identidades falsas. Se disfrazaron de reporteros y activistas feministas en el caso del productor de cine Harvey Weinstein quien los contrató, o como envidos de jeques de Emiratos Arabes Unidos en el caso Pemex.

El diario The Wall Street Journal los llamó “los espías arrogantes del Mossad privado”. Presumen que la human intelligence (espionaje) que realizan es efectivo para exponer fraudes, sobornos, lavado de dinero y corrupción. Y ahí está el caso Oro Negro contra Pemex.

@velediaz424