/ jueves 20 de junio de 2019

Fuera de Agenda | Policía de migración

Aseguran que con “engaños” fueron trasladados a las zona militares de Veracruz, Oaxaca y Chiapas. Se trata de un grupo de 235 agentes de la Policía Federal división Gendarmería que el pasado 14 de junio fueron notificados que pasarían comisionados al Instituto Nacional de Migración (INM).

En las instalaciones militares de estas entidades, cuyas vías son usadas por las caravanas de migrantes que vienen de Centroamérica para buscar llegar a la frontera con Estados Unidos, fueron sometidos a evaluaciones y enviados al día siguiente a la línea divisoria con Guatemala, donde recibieron un oficio que les informaba su ya pertenencia al INM.

La decisión forma parte de la estrategia de seguridad fronteriza para que en la línea sur del país exista un “cuerpo especial”, que funcione de puente entre la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración. Este cuerpo nace con la crisis migratoria escalando en el escenario geopolítico, y forma parte de la “letra pequeña” de los acuerdos signados por el gobierno de México y el de los Estados Unidos para contener los flujos de personas que buscan llegar a territorio estadounidense.

Sin embargo su gestación se da en medio de una total confusión y falta de protocolos de operación para los agentes que están siendo comisionados. No saben bien cuál será su labor, en qué consiste la estrategia ni cuales son los objetivos.

Varios de ellos comentaron que las instalaciones físicas donde están siendo enviados “son sumamente deplorables”, y no son aptas para desempeñar cualquier función relacionado con la seguridad. Exhibieron fotos de baños en ruinas, locales abandonados, sucios y sin mobiliario. Se quejan de que van comisionados a su nuevo destino sin equipo básico y sin armamento.

Todo ello abona al descontrol y negligencia con la que se da la desarticulación de las distintas divisiones de la Policía Federal que pasarán a control de la Gendarmería Nacional.

Han existido casos, se habla de por lo menos 40 en este primer contingente, que se negaron a firmar los oficios de alta en el INM, y fueron enviados al área de “seguridad física” de la Policía Federal donde los concentraron a espera de conocer su situación laboral.

Pese a ello, el plan es dotar del mayor número de agentes de la Policía Federal que asumirían las labores que hacían los elementos de migración. Por estos días el INM está sometido a una serie de cambios donde algunas de sus funciones serán realizadas en la práctica por la Guardia Nacional.

El objetivo es contener el tráfico de migrantes, formar un “escudo” en las vías y rutas que vienen de Chiapas y pasan por Oaxaca y Veracruz. Y para ello las zonas militares en estas entidades serán clave para apoyar el despliegue en la geografía que abarca sus jurisdicciones. El cambio al interior del INM comenzó el mismo día en que renunció a su titularidad Tonatiuh Guillén López, quien fue sustituido por el anterior responsable del sistema penitenciario federal, Francisco Garduño. La transformación no es menor, se inscribe dentro de la nueva directriz geopolítica que llevará a formar una “frontera invisible” en el istmo de Tehuantepec para todo flujo migratorio desde el sur.

Aseguran que con “engaños” fueron trasladados a las zona militares de Veracruz, Oaxaca y Chiapas. Se trata de un grupo de 235 agentes de la Policía Federal división Gendarmería que el pasado 14 de junio fueron notificados que pasarían comisionados al Instituto Nacional de Migración (INM).

En las instalaciones militares de estas entidades, cuyas vías son usadas por las caravanas de migrantes que vienen de Centroamérica para buscar llegar a la frontera con Estados Unidos, fueron sometidos a evaluaciones y enviados al día siguiente a la línea divisoria con Guatemala, donde recibieron un oficio que les informaba su ya pertenencia al INM.

La decisión forma parte de la estrategia de seguridad fronteriza para que en la línea sur del país exista un “cuerpo especial”, que funcione de puente entre la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración. Este cuerpo nace con la crisis migratoria escalando en el escenario geopolítico, y forma parte de la “letra pequeña” de los acuerdos signados por el gobierno de México y el de los Estados Unidos para contener los flujos de personas que buscan llegar a territorio estadounidense.

Sin embargo su gestación se da en medio de una total confusión y falta de protocolos de operación para los agentes que están siendo comisionados. No saben bien cuál será su labor, en qué consiste la estrategia ni cuales son los objetivos.

Varios de ellos comentaron que las instalaciones físicas donde están siendo enviados “son sumamente deplorables”, y no son aptas para desempeñar cualquier función relacionado con la seguridad. Exhibieron fotos de baños en ruinas, locales abandonados, sucios y sin mobiliario. Se quejan de que van comisionados a su nuevo destino sin equipo básico y sin armamento.

Todo ello abona al descontrol y negligencia con la que se da la desarticulación de las distintas divisiones de la Policía Federal que pasarán a control de la Gendarmería Nacional.

Han existido casos, se habla de por lo menos 40 en este primer contingente, que se negaron a firmar los oficios de alta en el INM, y fueron enviados al área de “seguridad física” de la Policía Federal donde los concentraron a espera de conocer su situación laboral.

Pese a ello, el plan es dotar del mayor número de agentes de la Policía Federal que asumirían las labores que hacían los elementos de migración. Por estos días el INM está sometido a una serie de cambios donde algunas de sus funciones serán realizadas en la práctica por la Guardia Nacional.

El objetivo es contener el tráfico de migrantes, formar un “escudo” en las vías y rutas que vienen de Chiapas y pasan por Oaxaca y Veracruz. Y para ello las zonas militares en estas entidades serán clave para apoyar el despliegue en la geografía que abarca sus jurisdicciones. El cambio al interior del INM comenzó el mismo día en que renunció a su titularidad Tonatiuh Guillén López, quien fue sustituido por el anterior responsable del sistema penitenciario federal, Francisco Garduño. La transformación no es menor, se inscribe dentro de la nueva directriz geopolítica que llevará a formar una “frontera invisible” en el istmo de Tehuantepec para todo flujo migratorio desde el sur.