/ jueves 21 de marzo de 2019

Fuera de Agenda | Sinaloa y la Guardia Nacional

El primer boceto de lo que será el despliegue de la Guardia Nacional en el estado de la república donde están asentados los clanes que dominan el mercado de la droga del país y Sudamérica, lo dejó entrever el teniente coronel Cristóbal Castañeda Camarillo, un oficial de infantería con licencia que se desempeña desde el año pasado como secretario de Seguridad Pública en Sinaloa.

En esta entidad el general Salvador Cienfuegos Zepeda, quien fuera hasta noviembre pasado secretario de la Defensa Nacional, puso especial atención en la inversión física para construir nuevas instalaciones castrenses, además de enviar por espacio de dos años a los militares mejor capacitados en labores de inteligencia y operaciones contra el narco. Sabía de la importancia estratégica del territorio sinaloense, como lo sabe su sucesor Luis Crescencio Sandoval González, quien en los años 80 fue oficial de información en la Fuerza de Tarea Marte, como se le llamó a la operación contra la siembra y tráfico d estupefacientes que se realizó durante varios años en Badiraguato.

En Sinaloa la Guardia Nacional tendrá siete bases donde quedarán desplegados dos mil 100 efectivos, cada una con 300 elementos. El proceso se prevé que sea paulatino, se contempla que tengan cuarteles en Ahome, El Fuerte, Guasave, al norte de la entidad; Salvador Alvarado, Navolato y Culiacán en el centro, y al sur en Mazatlán.

A los dos mil 100 efectivos se les sumarían los tres mil 500 policías militares que tienen su base en El Sauz, a las afueras de la capital del estado, en un complejo castrense inaugurado a finales del sexenio pasado, que vino a reforzar la presencia militar en el centro del estado.

Camarillo no lo dijo, pero en el medio militar se sabe que el surgimiento de la Guardia Nacional implicará una mayor canalización de recursos de la federación que hará que las unidades de arma en labores de seguridad como regimientos de caballería, batallones de infantería y de arma blindada, pasen operativamente a segundo plano.

No sólo la orgánica de cada batallón que integrará la Guardia Nacional será similar a la de cualquier unidad de infantería, es decir divididos por pelotones y compañías, también la estructura de cada comandancia regional tendrá un Estado Mayor son sus tres secciones básicas, que serían recursos humanos, inteligencia militar y operaciones.

El reto que se vislumbra es cómo hacer que la organización de esta unidad funcione, cómo se fusionará la Policía Federal, y cómo será la integración de ésta con la Policía Militar y la Naval.

Una vez que se aprobó la Guardia Nacional por los 32 congresos locales de cada entidad federativa, y que en San Lázaro se promulgó su creación, el siguiente paso es elaborar el andamiaje jurídico que quedará plasmado en la ley y reglamento respectivo. Ahí habrá que poner la lupa porque se podrá vislumbrar no solo los alcances sino las posibles omisiones que podrían traducirse en los primeros fallos.

Hoy día al interior de la Policía Federal la incertidumbre impera, nadie sabe cuál será su condición, es decir si quedarán como policías civiles o se les dará de alta como militares.

Tampoco qué pasará con las unidades operativas como las fuerzas federales de apoyo. Y lo que para muchos es básico ¿cómo se van a blindar frente a la corrupción?

El primer boceto de lo que será el despliegue de la Guardia Nacional en el estado de la república donde están asentados los clanes que dominan el mercado de la droga del país y Sudamérica, lo dejó entrever el teniente coronel Cristóbal Castañeda Camarillo, un oficial de infantería con licencia que se desempeña desde el año pasado como secretario de Seguridad Pública en Sinaloa.

En esta entidad el general Salvador Cienfuegos Zepeda, quien fuera hasta noviembre pasado secretario de la Defensa Nacional, puso especial atención en la inversión física para construir nuevas instalaciones castrenses, además de enviar por espacio de dos años a los militares mejor capacitados en labores de inteligencia y operaciones contra el narco. Sabía de la importancia estratégica del territorio sinaloense, como lo sabe su sucesor Luis Crescencio Sandoval González, quien en los años 80 fue oficial de información en la Fuerza de Tarea Marte, como se le llamó a la operación contra la siembra y tráfico d estupefacientes que se realizó durante varios años en Badiraguato.

En Sinaloa la Guardia Nacional tendrá siete bases donde quedarán desplegados dos mil 100 efectivos, cada una con 300 elementos. El proceso se prevé que sea paulatino, se contempla que tengan cuarteles en Ahome, El Fuerte, Guasave, al norte de la entidad; Salvador Alvarado, Navolato y Culiacán en el centro, y al sur en Mazatlán.

A los dos mil 100 efectivos se les sumarían los tres mil 500 policías militares que tienen su base en El Sauz, a las afueras de la capital del estado, en un complejo castrense inaugurado a finales del sexenio pasado, que vino a reforzar la presencia militar en el centro del estado.

Camarillo no lo dijo, pero en el medio militar se sabe que el surgimiento de la Guardia Nacional implicará una mayor canalización de recursos de la federación que hará que las unidades de arma en labores de seguridad como regimientos de caballería, batallones de infantería y de arma blindada, pasen operativamente a segundo plano.

No sólo la orgánica de cada batallón que integrará la Guardia Nacional será similar a la de cualquier unidad de infantería, es decir divididos por pelotones y compañías, también la estructura de cada comandancia regional tendrá un Estado Mayor son sus tres secciones básicas, que serían recursos humanos, inteligencia militar y operaciones.

El reto que se vislumbra es cómo hacer que la organización de esta unidad funcione, cómo se fusionará la Policía Federal, y cómo será la integración de ésta con la Policía Militar y la Naval.

Una vez que se aprobó la Guardia Nacional por los 32 congresos locales de cada entidad federativa, y que en San Lázaro se promulgó su creación, el siguiente paso es elaborar el andamiaje jurídico que quedará plasmado en la ley y reglamento respectivo. Ahí habrá que poner la lupa porque se podrá vislumbrar no solo los alcances sino las posibles omisiones que podrían traducirse en los primeros fallos.

Hoy día al interior de la Policía Federal la incertidumbre impera, nadie sabe cuál será su condición, es decir si quedarán como policías civiles o se les dará de alta como militares.

Tampoco qué pasará con las unidades operativas como las fuerzas federales de apoyo. Y lo que para muchos es básico ¿cómo se van a blindar frente a la corrupción?