/ jueves 4 de abril de 2019

Fuera de Agenda | Un mando para la Guardia Nacional

En noviembre, en la lista de los cinco militares que ascendieron a general de división, aparecía uno que en los últimos años construyó un perfil donde la experiencia operativa se cruzaba con el mundo civil basado en dos frentes: derechos humanos y comunicación política.

Pocos oficiales de alta graduación hoy día en el ejército, con el dato curricular de haber sido contemporáneos en el Colegio Militar del general Luis Crescencio Sandoval González secretario de la Defensa Nacional, tienen una hoja de servicios como la que tiene el divisionario Víctor Hugo Aguirre Serna, actual director de Educación Militar y rector de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea.

En las últimas semanas el nombre del general Aguirre Serna se ha mencionado como uno de los que más probabilidades tiene para ser nombrado al frente de la Guardia Nacional. En la ruta para los próximos tres meses, son varias razones que le dan el peso suficiente dentro de las fuerzas armadas para encabezar el arranque de este cuerpo de seguridad que dependerá de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana.

Una de ellas es que Aguirre Serna ha hecho su carrera militar en tareas operativas en zonas donde el fenómeno del tráfico y producción de droga le ha dado una base social a las organizaciones criminales con operaciones trasnacionales. Según su expediente militar, entre junio y noviembre de 1987 el entonces capitán Aguirre Serna estuvo en Badiraguato, Sinaloa, como oficial de información de la Fuerza de Tarea Marte. La anotación corresponde a una etapa donde así se conocía las campañas contra el narco, el concepto militar de fuerza de tarea se aplicaba para las operaciones en terreno donde las tropas se dividían en agrupamientos, y a cada uno se les asignaban sectores, como sucedía en la división territorial de la confluencia serrana de Sinaloa, Chihuahua y Durango.

Después reunió experiencia académica. Tras el Curso de Mando y Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra en los 80, donde se graduó como oficial de Estado Mayor, realizó el diplomado en “Escenarios Estratégicos Internacionales” en el ITAM, y otro en “Diseño de la Comunicación Política” en la Universidad Iberoamericana.

En el verano del año 2000 el entonces coronel Aguirre Serna, adscrito a la 35 zona militar con sede en Chilpancingo, Guerrero, fue uno de los militares que tomó conocimiento de lo ocurrido con los campesinos Teodoro Cabrera García y Rodolfo Montiel Flores, un caso paradigmático de violaciones a los derechos humanos donde se acusó a personal del 40 batallón de infantería de Ciudad Altamirano, de “detención arbitraria, tratos crueles y degradantes” luego de un enfrentamiento en la comunidad de Pizotla, municipio de Ajuchitlán del Progreso, en la Tierra Caliente guerrerense, donde ambos fueron retenidos. En esa ocasión por órdenes del comandante de la zona militar, se trasladó al lugar de los hechos para conocer el caso de primera mano.

Quizá por ello el general Aguirre Serna conoce bien los límites del uso de la fuerza armada. No por algo como parte de sus tareas académicas en los últimos años ha sido incorporar temas de derechos humanos en las aulas castrenses. Tanto en la agregaduría militar en Guatemala, donde fue agregado, como en la ayudantía del secretario de la Defensa Nacional donde estuvo asignado, sus superiores jerárquicos han destacado su “honestidad” y “calidad moral” en su desempeño.

En noviembre, en la lista de los cinco militares que ascendieron a general de división, aparecía uno que en los últimos años construyó un perfil donde la experiencia operativa se cruzaba con el mundo civil basado en dos frentes: derechos humanos y comunicación política.

Pocos oficiales de alta graduación hoy día en el ejército, con el dato curricular de haber sido contemporáneos en el Colegio Militar del general Luis Crescencio Sandoval González secretario de la Defensa Nacional, tienen una hoja de servicios como la que tiene el divisionario Víctor Hugo Aguirre Serna, actual director de Educación Militar y rector de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea.

En las últimas semanas el nombre del general Aguirre Serna se ha mencionado como uno de los que más probabilidades tiene para ser nombrado al frente de la Guardia Nacional. En la ruta para los próximos tres meses, son varias razones que le dan el peso suficiente dentro de las fuerzas armadas para encabezar el arranque de este cuerpo de seguridad que dependerá de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana.

Una de ellas es que Aguirre Serna ha hecho su carrera militar en tareas operativas en zonas donde el fenómeno del tráfico y producción de droga le ha dado una base social a las organizaciones criminales con operaciones trasnacionales. Según su expediente militar, entre junio y noviembre de 1987 el entonces capitán Aguirre Serna estuvo en Badiraguato, Sinaloa, como oficial de información de la Fuerza de Tarea Marte. La anotación corresponde a una etapa donde así se conocía las campañas contra el narco, el concepto militar de fuerza de tarea se aplicaba para las operaciones en terreno donde las tropas se dividían en agrupamientos, y a cada uno se les asignaban sectores, como sucedía en la división territorial de la confluencia serrana de Sinaloa, Chihuahua y Durango.

Después reunió experiencia académica. Tras el Curso de Mando y Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra en los 80, donde se graduó como oficial de Estado Mayor, realizó el diplomado en “Escenarios Estratégicos Internacionales” en el ITAM, y otro en “Diseño de la Comunicación Política” en la Universidad Iberoamericana.

En el verano del año 2000 el entonces coronel Aguirre Serna, adscrito a la 35 zona militar con sede en Chilpancingo, Guerrero, fue uno de los militares que tomó conocimiento de lo ocurrido con los campesinos Teodoro Cabrera García y Rodolfo Montiel Flores, un caso paradigmático de violaciones a los derechos humanos donde se acusó a personal del 40 batallón de infantería de Ciudad Altamirano, de “detención arbitraria, tratos crueles y degradantes” luego de un enfrentamiento en la comunidad de Pizotla, municipio de Ajuchitlán del Progreso, en la Tierra Caliente guerrerense, donde ambos fueron retenidos. En esa ocasión por órdenes del comandante de la zona militar, se trasladó al lugar de los hechos para conocer el caso de primera mano.

Quizá por ello el general Aguirre Serna conoce bien los límites del uso de la fuerza armada. No por algo como parte de sus tareas académicas en los últimos años ha sido incorporar temas de derechos humanos en las aulas castrenses. Tanto en la agregaduría militar en Guatemala, donde fue agregado, como en la ayudantía del secretario de la Defensa Nacional donde estuvo asignado, sus superiores jerárquicos han destacado su “honestidad” y “calidad moral” en su desempeño.