/ lunes 27 de septiembre de 2021

Ganar la paz

Con una personalidad forjada en la entereza y carácter, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, la primera mujer al frente de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, fue enfática en la Glosa del Tercer Informe de Gobierno en el Senado de la República, “no venimos a ganar la guerra, sino la paz”. El acompañamiento revestido de simbolismo, el Gabinete de Seguridad la flanqueaba. Ahí estaba la presencia de los secretarios de Gobernación, Defensa Nacional, Marina, así como los titulares de la Guardia Nacional y la Unidad de Inteligencia Financiera.

En el burdo histrionismo y el estridente discurso, carente de argumento, cual reality show, espectáculo de la ridiculez, la senadora neoderechista cuestionaba la política de seguridad. Al entregar “El Padrino” de Mario Puzo, vociferó: “le voy a entregar un libro que trata sobre una relación entre el poder político y el crimen organizado”. Omisión deliberada, Genaro García Luna y el contubernio con los cárteles no fue mencionado.

Previo a la comparecencia, tuve la oportunidad de entablar diálogo con Rosa Icela. En el intercambio de ideas, la charla se encaminó al terreno de la franqueza. Al plantearle la cruenta realidad de Zacatecas, encontré en ella los atributos necesarios para el diálogo: receptividad, compromiso, honestidad y empatía.

Así se lo externé desde tribuna, sin matices, Zacatecas es el estado de las fosas clandestinas, los colgados en los puentes, balaceras y desplazados. El millón 600 mil habitantes de mi entidad han padecido de manera directa la violencia. Un hermano, una hermana; un hijo, una hija han perdido a un ser querido, han sido secuestrados, desaparecidos, violados, mutilados, masacrados.

Por igual, empresarios y campesinos, tuvieron que abandonar su patrimonio. Su fuente de ingresos fue arrebatada por la delincuencia. Padres y madres siguen en busca de sus seres queridos. A las inenarrables escenas de enfrentamientos, asesinatos y masacres, hoy añadimos el drama del desplazamiento forzado en comunidades con alto índice de marginación. En resumen, ocho de diez zacatecanos se sienten inseguros.

De igual manera, las cifras nacionales son pasmosas. Tres de diez hogares, han sido víctimas de algún delito. En la llamada cifra negra, el 93.3% de los delitos, no se presentó denuncia o se inició una carpeta de investigación. En 2020, más de 21 millones de personas fueron víctimas de algún ilícito, detalla la reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del Inegi.

No se requieren de bufonadas. Rosa Icela lo asume, la seguridad sigue siendo el reto pendiente.

Con una personalidad forjada en la entereza y carácter, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, la primera mujer al frente de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, fue enfática en la Glosa del Tercer Informe de Gobierno en el Senado de la República, “no venimos a ganar la guerra, sino la paz”. El acompañamiento revestido de simbolismo, el Gabinete de Seguridad la flanqueaba. Ahí estaba la presencia de los secretarios de Gobernación, Defensa Nacional, Marina, así como los titulares de la Guardia Nacional y la Unidad de Inteligencia Financiera.

En el burdo histrionismo y el estridente discurso, carente de argumento, cual reality show, espectáculo de la ridiculez, la senadora neoderechista cuestionaba la política de seguridad. Al entregar “El Padrino” de Mario Puzo, vociferó: “le voy a entregar un libro que trata sobre una relación entre el poder político y el crimen organizado”. Omisión deliberada, Genaro García Luna y el contubernio con los cárteles no fue mencionado.

Previo a la comparecencia, tuve la oportunidad de entablar diálogo con Rosa Icela. En el intercambio de ideas, la charla se encaminó al terreno de la franqueza. Al plantearle la cruenta realidad de Zacatecas, encontré en ella los atributos necesarios para el diálogo: receptividad, compromiso, honestidad y empatía.

Así se lo externé desde tribuna, sin matices, Zacatecas es el estado de las fosas clandestinas, los colgados en los puentes, balaceras y desplazados. El millón 600 mil habitantes de mi entidad han padecido de manera directa la violencia. Un hermano, una hermana; un hijo, una hija han perdido a un ser querido, han sido secuestrados, desaparecidos, violados, mutilados, masacrados.

Por igual, empresarios y campesinos, tuvieron que abandonar su patrimonio. Su fuente de ingresos fue arrebatada por la delincuencia. Padres y madres siguen en busca de sus seres queridos. A las inenarrables escenas de enfrentamientos, asesinatos y masacres, hoy añadimos el drama del desplazamiento forzado en comunidades con alto índice de marginación. En resumen, ocho de diez zacatecanos se sienten inseguros.

De igual manera, las cifras nacionales son pasmosas. Tres de diez hogares, han sido víctimas de algún delito. En la llamada cifra negra, el 93.3% de los delitos, no se presentó denuncia o se inició una carpeta de investigación. En 2020, más de 21 millones de personas fueron víctimas de algún ilícito, detalla la reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del Inegi.

No se requieren de bufonadas. Rosa Icela lo asume, la seguridad sigue siendo el reto pendiente.