/ sábado 10 de julio de 2021

Gas Bienestar una buena idea, fuera de tiempo

Si un gobierno controlara al 100 por ciento la extracción, producción y distribución de los energéticos, se volvería un Estado autoritario y sería posible que el mandatario en turno pudiera beneficiar a sus allegados, como ya ha ocurrido.

Empero, dejar en manos de la iniciativa privada el control total de esas tres funciones, también representa un grave peligro para cualquier país, porque intereses tanto nacionales como extranjeros, podrían controlar el mercado y ocasionar aumentos desmedidos en los precios, situación que también ha sucedido.

Ante ambos escenarios, debe encontrarse el justo equilibrio. Por una parte, el gobierno en turno debe vigilar la correcta explotación de los bienes naturales de la nación, al tiempo que cuida la explotación y garantiza un precio justo para los ciudadanos y las empresas.

Durante décadas, México explotó adecuadamente sus energéticos, lo que se extraía en aguas nacionales se procesaba y producían todos los insumos necesarios a precios relativamente accesibles, incluso se exportaba la producción restante. Hubo algún atrevido que relacionó la forma de la República Mexicana con el cuerno de la abundancia.

Hasta que llegaron los gobiernos neoliberales, sí esos mismo de los que ahora nadie quiere hablar, los mismos a quienes se les hizo más fácil vender todos los bienes de la nación, concesionar cuanto pudieron, porque no querían responsabilidades y preferían que familiares y amigos se enriquecieran al amparo de su sexenio.

Indudablemente, Miguel de la Madrid (1982-1988) fue el primer Presidente de la República en empezar a rematar el país; le siguieron Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), continuó Ernesto Zedilllo (1994-2000) y lo mantuvieron durante la “docena trágica” Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012). Lo poco que quedaba lo ofreció el priismo resurgido en el 2012 con Enrique Peña Nieto.

Con la llegada de la Cuarta Transformación a Palacio Nacional, se prometió que no habría más “gasolinazos”, ni aumento indiscriminado en los energético, lo cual no ha ocurrido, incluso AMLO dijo que, incumplir esa promesa, lo ha hecho ver como un demagogo y mentiroso.

AMLO NO LO SABÍA O LO I GNORÓ

A su llegada a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a que no subiría el precio de los energético, pero “olvidó” (o así lo quiso hacer) que dicho control ya no dependía de su gobierno, sino a la libre flotación, al valor internacional del mercado, porque sus antecesores así lo habían aprobado en las reformas energéticas privatizadoras durante sus gobiernos.

Meses antes del 1 de diciembre de 2018, cuando López Obrador asumió el cargo, la Comisión Federal de Competencia Económica, difundió un estudio en el que hacía varias recomendaciones como la venta de cilindros de gas en tiendas de autoservicios y la venta de gas LP (el de mayor consumo en las casas) a la población más vulnerable en las tiendas Diconsa, que actualmente opera la Secretaría del Bienestar.

Ahora que el presidente López Obrador presentó (como idea suya) la creación de Gas Bienestar, para hacer llegar el energético a los más pobres a un precio accesible y eficaz, los opositores se dicen sorprendidos e, incluso, se burlan de la propuesta.

Quienes compramos gas frecuentemente, sabemos del monopolio que ejercen unas cuantas compañías y no sería extraño que estuvieran coludidas para regular el precio y abasto del consumible en ciertas zonas, principalmente las de mayor poder adquisitivo.

López Obrador aseguró que en tres meses, Gas Bienestar comenzará a distribuir el energético en cilindros por todo el país, y que “pronto” tendrá un proyecto para garantizar la distribución y el costo del combustible.

Obviamente la pregunta es ¿de dónde se obtendrán los recursos? Pues de lo que no ha gastado el gobierno lopezobradorista (porque siendo sinceros no es que en la 4T hayan ahorrado, sino que no han gastado, que es muy distinto).

Sólo falta que esta ocasión sí cumpla con lo que dice, porque se ha vuelto costumbre que en la conferencia matutina ofrezca alguna ayuda o programa social que, a la hora de revisar, resulta que es inapropiado, inconstitucional o imposible de ejecutar.

AUMENTO DEL 34% DEL PRECIO DE GAS

Salomón Jara, senador de Morena afirmó que si hoy el gobierno federal debe intervenir en el mercado del gas para incidir en los precios y aliviar el bolsillo de millones de hogares mexicanos, es consecuencia de la inmoral apertura del sector energético que el PRI y el PAN impusieron en los tres últimos sexenios neoliberales y es muy cierto, porque desde hace más de una década el costo sube mensualmente y parece que nunca va a detenerse.

En una nota del Sol de México, señala que de acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), al cierre del primer semestre el precio del gas LP se incrementó 34 por ciento anual. El precio promedio por kilo, en el segmento de cilindros donde Gas Bienestar competiría, pasó de 18.21 a 24.14 pesos.

Los más afectados, como siempre, son la clase baja y media, porque las empresas aumentan el precio de sus productos o servicios ante cualquier alza, ellos no están dispuestos a cubrir los sobreprecios, bajo ninguna circunstancia, incluso prefieren cerrar antes que perder su margen de ganancia.

Es urgente la intervención del Estado en asuntos prioritarios como el precio del gas LP, también debe revisar los contratos celebrados en anteriores gobiernos y cancelar los que sean usureros y eso a nadie debe molestarle.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com

Si un gobierno controlara al 100 por ciento la extracción, producción y distribución de los energéticos, se volvería un Estado autoritario y sería posible que el mandatario en turno pudiera beneficiar a sus allegados, como ya ha ocurrido.

Empero, dejar en manos de la iniciativa privada el control total de esas tres funciones, también representa un grave peligro para cualquier país, porque intereses tanto nacionales como extranjeros, podrían controlar el mercado y ocasionar aumentos desmedidos en los precios, situación que también ha sucedido.

Ante ambos escenarios, debe encontrarse el justo equilibrio. Por una parte, el gobierno en turno debe vigilar la correcta explotación de los bienes naturales de la nación, al tiempo que cuida la explotación y garantiza un precio justo para los ciudadanos y las empresas.

Durante décadas, México explotó adecuadamente sus energéticos, lo que se extraía en aguas nacionales se procesaba y producían todos los insumos necesarios a precios relativamente accesibles, incluso se exportaba la producción restante. Hubo algún atrevido que relacionó la forma de la República Mexicana con el cuerno de la abundancia.

Hasta que llegaron los gobiernos neoliberales, sí esos mismo de los que ahora nadie quiere hablar, los mismos a quienes se les hizo más fácil vender todos los bienes de la nación, concesionar cuanto pudieron, porque no querían responsabilidades y preferían que familiares y amigos se enriquecieran al amparo de su sexenio.

Indudablemente, Miguel de la Madrid (1982-1988) fue el primer Presidente de la República en empezar a rematar el país; le siguieron Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), continuó Ernesto Zedilllo (1994-2000) y lo mantuvieron durante la “docena trágica” Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012). Lo poco que quedaba lo ofreció el priismo resurgido en el 2012 con Enrique Peña Nieto.

Con la llegada de la Cuarta Transformación a Palacio Nacional, se prometió que no habría más “gasolinazos”, ni aumento indiscriminado en los energético, lo cual no ha ocurrido, incluso AMLO dijo que, incumplir esa promesa, lo ha hecho ver como un demagogo y mentiroso.

AMLO NO LO SABÍA O LO I GNORÓ

A su llegada a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a que no subiría el precio de los energético, pero “olvidó” (o así lo quiso hacer) que dicho control ya no dependía de su gobierno, sino a la libre flotación, al valor internacional del mercado, porque sus antecesores así lo habían aprobado en las reformas energéticas privatizadoras durante sus gobiernos.

Meses antes del 1 de diciembre de 2018, cuando López Obrador asumió el cargo, la Comisión Federal de Competencia Económica, difundió un estudio en el que hacía varias recomendaciones como la venta de cilindros de gas en tiendas de autoservicios y la venta de gas LP (el de mayor consumo en las casas) a la población más vulnerable en las tiendas Diconsa, que actualmente opera la Secretaría del Bienestar.

Ahora que el presidente López Obrador presentó (como idea suya) la creación de Gas Bienestar, para hacer llegar el energético a los más pobres a un precio accesible y eficaz, los opositores se dicen sorprendidos e, incluso, se burlan de la propuesta.

Quienes compramos gas frecuentemente, sabemos del monopolio que ejercen unas cuantas compañías y no sería extraño que estuvieran coludidas para regular el precio y abasto del consumible en ciertas zonas, principalmente las de mayor poder adquisitivo.

López Obrador aseguró que en tres meses, Gas Bienestar comenzará a distribuir el energético en cilindros por todo el país, y que “pronto” tendrá un proyecto para garantizar la distribución y el costo del combustible.

Obviamente la pregunta es ¿de dónde se obtendrán los recursos? Pues de lo que no ha gastado el gobierno lopezobradorista (porque siendo sinceros no es que en la 4T hayan ahorrado, sino que no han gastado, que es muy distinto).

Sólo falta que esta ocasión sí cumpla con lo que dice, porque se ha vuelto costumbre que en la conferencia matutina ofrezca alguna ayuda o programa social que, a la hora de revisar, resulta que es inapropiado, inconstitucional o imposible de ejecutar.

AUMENTO DEL 34% DEL PRECIO DE GAS

Salomón Jara, senador de Morena afirmó que si hoy el gobierno federal debe intervenir en el mercado del gas para incidir en los precios y aliviar el bolsillo de millones de hogares mexicanos, es consecuencia de la inmoral apertura del sector energético que el PRI y el PAN impusieron en los tres últimos sexenios neoliberales y es muy cierto, porque desde hace más de una década el costo sube mensualmente y parece que nunca va a detenerse.

En una nota del Sol de México, señala que de acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), al cierre del primer semestre el precio del gas LP se incrementó 34 por ciento anual. El precio promedio por kilo, en el segmento de cilindros donde Gas Bienestar competiría, pasó de 18.21 a 24.14 pesos.

Los más afectados, como siempre, son la clase baja y media, porque las empresas aumentan el precio de sus productos o servicios ante cualquier alza, ellos no están dispuestos a cubrir los sobreprecios, bajo ninguna circunstancia, incluso prefieren cerrar antes que perder su margen de ganancia.

Es urgente la intervención del Estado en asuntos prioritarios como el precio del gas LP, también debe revisar los contratos celebrados en anteriores gobiernos y cancelar los que sean usureros y eso a nadie debe molestarle.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com