/ viernes 11 de marzo de 2022

Género y medio ambiente 

Por trillado que se escuche, las mujeres tenemos, por naturaleza, una relación especial con el medio ambiente y en gran medida se debe al valor que representa la creación y la conservación de la vida; pero lo cierto es que la naturaleza encuentra en nosotras un aura de protección. Ahora que la agenda ambiental global tiene como focos rojos el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la crisis hídrica, las mujeres son las más afectadas, según datos de la Organizaciones de las Naciones Unidas, y lo presenta como ejemplo de la desigualdad, ya que las mujeres sufren de manera más contundente las consecuencias del calentamiento global en áreas específicas como la alimentación, el hogar y los medios de vida en general. Esto es resultado de la conexión existente entre género y clima.

Pero las mujeres no se quedan de brazos cruzados. Cada vez es más frecuente escuchar cómo alzan la voz exigiendo acciones que deben ser impulsadas para revertir, frenar y prevenir las problemáticas ambientales.

Si analizamos la evolución que ha tenido el tema de mujeres y medio ambiente, o género y medio ambiente, podemos constatar con evidencias puntuales cómo se han ido forjando generaciones de mujeres valientes que actúan para fortalecer el cuidado ambiental, mujeres preocupadas por transmitir la importancia de proteger y conservar los recursos naturales, tanto en zonas rurales como urbanas, ya que son los que nos garantizan una mejor calidad de vida.

Cada vez son más las mujeres responsables de atender los temas ambientales desde la academia, en las organizaciones no gubernamentales, en las organizaciones defensoras del medio y también, las que ocupan posiciones en las instituciones, en los tres niveles de gobierno y en organismos internacionales. En otras palabras, cada vez encontramos un mayor número de mujeres con incidencia en la política pública ambiental.

En términos institucionales, la importancia del género se plasma en los cambios emanados de la creación de las direcciones de género al interior de las dependencias, lo que obliga a adoptar, cada vez más, una política transversal en la construcción de la agenda política de medio ambiente.

Sin embargo, no pretendo con estas líneas transmitir la idea de que los aportes de las mujeres se manifiestan solo en foros o en la elaboración de las política públicas ambientales, sino también quiero reconocer la importancia de muchas mujeres en el diseño e implementación de proyectos ambientales que involucran además decisiones financieras, de relaciones comunitarias, de conservación en territorio, de educación ambiental, por citar solo algunas de las acciones que se implementan día con día. Miles de mujeres en el campo y en la ciudad han sido ejemplo a seguir en la construcción de la agenda ambiental, como es el caso de Julia Carabias (ex Secretaria federal), Alicia Bárcena (Secretaria Ejecutiva de CEPAL), Cristina Mittermeier (fotógrafa ambiental / embajadora de la ONU en ODS) y Pati Ruíz Corzo (activista ambiental); estos son solo algunos nombres de mujeres que han alcanzado reconocimiento nacional e internacional, y que son un orgullo para México.

No podemos olvidar el tema ideológico, que en gran medida se define como feminismo y medio ambiente, o como ecofeminismo y que constituye una propuesta teórica sobre la importancia de la mujer y su entorno. Las mujeres se organizan en redes o tribus para utilizar argumentos tan contundentes como afirmar que la naturaleza es fuente de vida y es la única que puede garantizar una buena calidad de vida a las generaciones presentes y a las que vienen, y para alcanzar el derecho humano a un medio ambiente sano asegurando, en primer lugar, el cuidado ambiental y los recursos naturales. Sin embargo, el tema necesita del aporte de distintos sectores, lo que obliga a generar canales de articulación o políticas de transversalidad donde género y medio ambiente sean la punta de lanza.

En términos de sororidad se reconoce a las mujeres sus aportes, su valor, su acción, sus palabras, que resuenan principalmente en cuanto a frenar el deterioro e impulsar la conservación ambiental. Las redes de mujeres adquieren cada vez más fuerza para robustecer la agenda ambiental.

Lamentablemente, como inicié este artículo es como lo cierro: la urgencia de reconocer que los problemas ambientales globales hoy encienden un foco rojo a la humanidad. El aumento de las catástrofes ambientales cada vez más evidente, y la desaparición alarmante de diversas especies de flora y fauna o bien la gran contaminación que afecta al agua en el mundo, eliminando la posibilidad de que toda la humanidad pueda gozar de un medio ambiente sano, hacen que el papel de las mujeres, en ese sentido, sea clave y desde cualquiera que sea la trinchera, deberán ayudar a sensibilizar sobre la urgencia de atender la agenda ambiental o no se podrá garantizar el desarrollo sustentable.

Las mujeres debemos de seguir alzando la voz, escribiendo para crear conciencia, seguir formando nuevas generaciones, continuar con los presagios científicos de la importancia del cuidado ambiental. Las mujeres estamos presentes en todos los sectores y niveles de la sociedad, por lo que la agenda ambiental tiene en el género un gran aliado. Debemos de seguir impulsando las tareas ambientales para alcanzar la vida que todos deseamos, una vida con calidad.


Ambientalista

Por trillado que se escuche, las mujeres tenemos, por naturaleza, una relación especial con el medio ambiente y en gran medida se debe al valor que representa la creación y la conservación de la vida; pero lo cierto es que la naturaleza encuentra en nosotras un aura de protección. Ahora que la agenda ambiental global tiene como focos rojos el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la crisis hídrica, las mujeres son las más afectadas, según datos de la Organizaciones de las Naciones Unidas, y lo presenta como ejemplo de la desigualdad, ya que las mujeres sufren de manera más contundente las consecuencias del calentamiento global en áreas específicas como la alimentación, el hogar y los medios de vida en general. Esto es resultado de la conexión existente entre género y clima.

Pero las mujeres no se quedan de brazos cruzados. Cada vez es más frecuente escuchar cómo alzan la voz exigiendo acciones que deben ser impulsadas para revertir, frenar y prevenir las problemáticas ambientales.

Si analizamos la evolución que ha tenido el tema de mujeres y medio ambiente, o género y medio ambiente, podemos constatar con evidencias puntuales cómo se han ido forjando generaciones de mujeres valientes que actúan para fortalecer el cuidado ambiental, mujeres preocupadas por transmitir la importancia de proteger y conservar los recursos naturales, tanto en zonas rurales como urbanas, ya que son los que nos garantizan una mejor calidad de vida.

Cada vez son más las mujeres responsables de atender los temas ambientales desde la academia, en las organizaciones no gubernamentales, en las organizaciones defensoras del medio y también, las que ocupan posiciones en las instituciones, en los tres niveles de gobierno y en organismos internacionales. En otras palabras, cada vez encontramos un mayor número de mujeres con incidencia en la política pública ambiental.

En términos institucionales, la importancia del género se plasma en los cambios emanados de la creación de las direcciones de género al interior de las dependencias, lo que obliga a adoptar, cada vez más, una política transversal en la construcción de la agenda política de medio ambiente.

Sin embargo, no pretendo con estas líneas transmitir la idea de que los aportes de las mujeres se manifiestan solo en foros o en la elaboración de las política públicas ambientales, sino también quiero reconocer la importancia de muchas mujeres en el diseño e implementación de proyectos ambientales que involucran además decisiones financieras, de relaciones comunitarias, de conservación en territorio, de educación ambiental, por citar solo algunas de las acciones que se implementan día con día. Miles de mujeres en el campo y en la ciudad han sido ejemplo a seguir en la construcción de la agenda ambiental, como es el caso de Julia Carabias (ex Secretaria federal), Alicia Bárcena (Secretaria Ejecutiva de CEPAL), Cristina Mittermeier (fotógrafa ambiental / embajadora de la ONU en ODS) y Pati Ruíz Corzo (activista ambiental); estos son solo algunos nombres de mujeres que han alcanzado reconocimiento nacional e internacional, y que son un orgullo para México.

No podemos olvidar el tema ideológico, que en gran medida se define como feminismo y medio ambiente, o como ecofeminismo y que constituye una propuesta teórica sobre la importancia de la mujer y su entorno. Las mujeres se organizan en redes o tribus para utilizar argumentos tan contundentes como afirmar que la naturaleza es fuente de vida y es la única que puede garantizar una buena calidad de vida a las generaciones presentes y a las que vienen, y para alcanzar el derecho humano a un medio ambiente sano asegurando, en primer lugar, el cuidado ambiental y los recursos naturales. Sin embargo, el tema necesita del aporte de distintos sectores, lo que obliga a generar canales de articulación o políticas de transversalidad donde género y medio ambiente sean la punta de lanza.

En términos de sororidad se reconoce a las mujeres sus aportes, su valor, su acción, sus palabras, que resuenan principalmente en cuanto a frenar el deterioro e impulsar la conservación ambiental. Las redes de mujeres adquieren cada vez más fuerza para robustecer la agenda ambiental.

Lamentablemente, como inicié este artículo es como lo cierro: la urgencia de reconocer que los problemas ambientales globales hoy encienden un foco rojo a la humanidad. El aumento de las catástrofes ambientales cada vez más evidente, y la desaparición alarmante de diversas especies de flora y fauna o bien la gran contaminación que afecta al agua en el mundo, eliminando la posibilidad de que toda la humanidad pueda gozar de un medio ambiente sano, hacen que el papel de las mujeres, en ese sentido, sea clave y desde cualquiera que sea la trinchera, deberán ayudar a sensibilizar sobre la urgencia de atender la agenda ambiental o no se podrá garantizar el desarrollo sustentable.

Las mujeres debemos de seguir alzando la voz, escribiendo para crear conciencia, seguir formando nuevas generaciones, continuar con los presagios científicos de la importancia del cuidado ambiental. Las mujeres estamos presentes en todos los sectores y niveles de la sociedad, por lo que la agenda ambiental tiene en el género un gran aliado. Debemos de seguir impulsando las tareas ambientales para alcanzar la vida que todos deseamos, una vida con calidad.


Ambientalista