/ martes 7 de diciembre de 2021

Geopolítica, inseguridad global y otras linduras

Por Nydia Egremy*

Es cierto: la geopolítica es un fascinante juego de potencias con sus tácticas y estrategias. Descifrar las causas y efectos de los acontecimientos y observar cómo proyectan su poder e influencia los actores globales, es ejercicio cardinal en estos Años Veintes. De la mano de esa ciencia, constatamos la implacable batalla por el control de recursos, rutas y mercados, entre mega-potencias y corporaciones, con las naciones que aspiran a ser soberanas. Ahí está la clave de la seguridad global.

Tal dinámica impacta en la vida y seguridad de 7.8 mil millones de habitantes de la Tierra. Y es que, en la Era COVID19, la incertidumbre es multidimensiona: los estrategas admiten que los escenarios a futuro son de inseguridad: sanitaria, político-social económico-financiera, energética, hídrica y climática. No obstante, con el gran angular geopolítico es posible atisbar algunas certidumbres. Como que en el próximo lustro, atestiguaremos un pulso más intenso entre Washington y Beijing por el control de la tecnología de 5ª generación, que en última instancia, es el control de la Inteligencia Artificial y de lo que resta del siglo XXI.

Ese encontronazo entre mega-potencias es -quizás - el mayor desafío geopolítico que hoy se disputa en el planeta y por el que escalarían las tensiones estatales y regionales. Así pues, veamos ¿Cómo se comportan ambos actores en el ajedrez planetario? El coloso asiático, que hace un siglo vivía el pleno feudalismo y bajo ocupación occidental, es hoy el actor global de mejor desempeño. Pese a ser cuna del nuevo coronavirus SARS-CoV2, es el único país que crece; y en febrero, el presidente de China, Xi Jinping, anunció el fin de la pobreza extrema en su país.

Así, 100 millones de personas gozan de vivienda, educación, salud digna y mejores condiciones. El líder chino, atribuyó ese logro a la economía de socialismo de mercado del Partido Comunista y el plan de acción de 2013, refirió BBC World.Entretanto, resultado del feroz modelo capitalista en su fase corporativa, Estados Unidos, la potencia que hoy preside Joseph Robinette Biden, enfrenta serios desafíos socio-políticos. Si bien recupera su economía, también detenta la inflación más alta en 13 años. Además, sufre la peligrosa escasez de insumos básicos para su desarrollo – en particular, de semi-conductores – por alteraciones en las cadenas globales de suministro,

Es menos visible que en el país más rico del mundo, la pobreza infantil supere la media de países desarrollados - se sitúa en 15 por ciento, según la Oficina del Censo -. Es decir, entre 11 millones y 13 millones de menores viven en condiciones de pobreza, refiere la investigadora del Centro para el Progreso Americano, Areeba Haider. A la vez, en Estados Unidos el consumo de drogas opioides ya es una epidemia; tan letal, que causó la muerte de más de 100 000 personas sólo entre abril de 2020 y abril de 2021 según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades. A ello se suma la rispidez entre republicanos y demócratas se añade la polarización de globalifóbicos y Grupos de Odio racistas y xenófobos que secundan a Donald J. Trump, contra la estrategia de Biden. El futuro de esa pugna impactará en México, ni qué decir.

El gran angular geopolítico enciende otras alertas rojas para la seguridad internacional. En principio, el fin de la certidumbre al acceso a la energía suficiente y de buen precio en el horizonte europeo.

Así ocurrió este otoño cuando las tarifas de gas se elevaron a la estratósfera en la Unión Europea (UE). Esa ‘tormenta perfecta’ se debió a tres factores: la histórica dependencia europea de fuentes fósiles desde Rusia, Argelia y Noruega; la imprevisión en renovar contratos y las sanciones impuestas a Moscú. De escalar esa crisis, detonará una verdadera Guerra Energética. Otro foco de inseguridad es el imparable éxodo mundial de millones de migrantes. Su destino son los países ricos - paradójicamente causantes de conflictos y crisis en sus países de origen por el saqueo de recursos y afán de mercados por potencias y corporaciones -.

El rechazo a esas víctimas, viola compromisos de albergue humanitario y genera focos de tensión local y regional. Tal es el trasfondo de la crisis entre Polonia, la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Bielorrusia. La rica Europa no quiere más migrantes de Siria, Libia, Irak o África subsahariana, donde incursionó militarmente y hoy deja varados a miles en los gélidos bosques de la frontera polaco-bielorrusa. En el tablero de ajedrez global, donde los jugadores combinan estrategias de hardpower y softpower, quedan latentes otros conflictos que se eternizan: el bloqueo a Cuba, la puja entre potencias por el petróleo de Venezuela, la aspiración palestina a un Estado propio y el futuro de Haití, hoy ingobernable pese a haber sido primera nación de América Latina en independizarse en 1810).

Transitar con éxito hacia una Era Post-COVID19 con certidumbre y seguridad, pasa impulsar un nuevo orden internacional que trascienda el status quo y quite el oxigeno a mafias de todo tipo. Los 5,1 millones de decesos por la pandemia y los 258 millones de contagios confirman las fallas estructurales del modelo desigual de nuestra civilización y la actual inseguridad. En México ese análisis geopolítico debe privilegiar la visión de futuro y diseñar el hoy para la próxima generación El tiempo se acaba, advierten estrategas globales.

* Experta e Geopolítica, periodista de investigación e integrante del CASEDE

Por Nydia Egremy*

Es cierto: la geopolítica es un fascinante juego de potencias con sus tácticas y estrategias. Descifrar las causas y efectos de los acontecimientos y observar cómo proyectan su poder e influencia los actores globales, es ejercicio cardinal en estos Años Veintes. De la mano de esa ciencia, constatamos la implacable batalla por el control de recursos, rutas y mercados, entre mega-potencias y corporaciones, con las naciones que aspiran a ser soberanas. Ahí está la clave de la seguridad global.

Tal dinámica impacta en la vida y seguridad de 7.8 mil millones de habitantes de la Tierra. Y es que, en la Era COVID19, la incertidumbre es multidimensiona: los estrategas admiten que los escenarios a futuro son de inseguridad: sanitaria, político-social económico-financiera, energética, hídrica y climática. No obstante, con el gran angular geopolítico es posible atisbar algunas certidumbres. Como que en el próximo lustro, atestiguaremos un pulso más intenso entre Washington y Beijing por el control de la tecnología de 5ª generación, que en última instancia, es el control de la Inteligencia Artificial y de lo que resta del siglo XXI.

Ese encontronazo entre mega-potencias es -quizás - el mayor desafío geopolítico que hoy se disputa en el planeta y por el que escalarían las tensiones estatales y regionales. Así pues, veamos ¿Cómo se comportan ambos actores en el ajedrez planetario? El coloso asiático, que hace un siglo vivía el pleno feudalismo y bajo ocupación occidental, es hoy el actor global de mejor desempeño. Pese a ser cuna del nuevo coronavirus SARS-CoV2, es el único país que crece; y en febrero, el presidente de China, Xi Jinping, anunció el fin de la pobreza extrema en su país.

Así, 100 millones de personas gozan de vivienda, educación, salud digna y mejores condiciones. El líder chino, atribuyó ese logro a la economía de socialismo de mercado del Partido Comunista y el plan de acción de 2013, refirió BBC World.Entretanto, resultado del feroz modelo capitalista en su fase corporativa, Estados Unidos, la potencia que hoy preside Joseph Robinette Biden, enfrenta serios desafíos socio-políticos. Si bien recupera su economía, también detenta la inflación más alta en 13 años. Además, sufre la peligrosa escasez de insumos básicos para su desarrollo – en particular, de semi-conductores – por alteraciones en las cadenas globales de suministro,

Es menos visible que en el país más rico del mundo, la pobreza infantil supere la media de países desarrollados - se sitúa en 15 por ciento, según la Oficina del Censo -. Es decir, entre 11 millones y 13 millones de menores viven en condiciones de pobreza, refiere la investigadora del Centro para el Progreso Americano, Areeba Haider. A la vez, en Estados Unidos el consumo de drogas opioides ya es una epidemia; tan letal, que causó la muerte de más de 100 000 personas sólo entre abril de 2020 y abril de 2021 según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades. A ello se suma la rispidez entre republicanos y demócratas se añade la polarización de globalifóbicos y Grupos de Odio racistas y xenófobos que secundan a Donald J. Trump, contra la estrategia de Biden. El futuro de esa pugna impactará en México, ni qué decir.

El gran angular geopolítico enciende otras alertas rojas para la seguridad internacional. En principio, el fin de la certidumbre al acceso a la energía suficiente y de buen precio en el horizonte europeo.

Así ocurrió este otoño cuando las tarifas de gas se elevaron a la estratósfera en la Unión Europea (UE). Esa ‘tormenta perfecta’ se debió a tres factores: la histórica dependencia europea de fuentes fósiles desde Rusia, Argelia y Noruega; la imprevisión en renovar contratos y las sanciones impuestas a Moscú. De escalar esa crisis, detonará una verdadera Guerra Energética. Otro foco de inseguridad es el imparable éxodo mundial de millones de migrantes. Su destino son los países ricos - paradójicamente causantes de conflictos y crisis en sus países de origen por el saqueo de recursos y afán de mercados por potencias y corporaciones -.

El rechazo a esas víctimas, viola compromisos de albergue humanitario y genera focos de tensión local y regional. Tal es el trasfondo de la crisis entre Polonia, la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Bielorrusia. La rica Europa no quiere más migrantes de Siria, Libia, Irak o África subsahariana, donde incursionó militarmente y hoy deja varados a miles en los gélidos bosques de la frontera polaco-bielorrusa. En el tablero de ajedrez global, donde los jugadores combinan estrategias de hardpower y softpower, quedan latentes otros conflictos que se eternizan: el bloqueo a Cuba, la puja entre potencias por el petróleo de Venezuela, la aspiración palestina a un Estado propio y el futuro de Haití, hoy ingobernable pese a haber sido primera nación de América Latina en independizarse en 1810).

Transitar con éxito hacia una Era Post-COVID19 con certidumbre y seguridad, pasa impulsar un nuevo orden internacional que trascienda el status quo y quite el oxigeno a mafias de todo tipo. Los 5,1 millones de decesos por la pandemia y los 258 millones de contagios confirman las fallas estructurales del modelo desigual de nuestra civilización y la actual inseguridad. En México ese análisis geopolítico debe privilegiar la visión de futuro y diseñar el hoy para la próxima generación El tiempo se acaba, advierten estrategas globales.

* Experta e Geopolítica, periodista de investigación e integrante del CASEDE