/ lunes 8 de junio de 2020

Giovanni López, un caso de tortura

Giovanni López muere a consecuencias de la golpiza que le propinaron al detenerlo policías del Municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, en el Estado de Jalisco, esto aconteció hace más de un mes -4 de mayo- y su hermano mencionó fue por motivo de no llevar cubrebocas. Su deceso es un hecho deleznable que se suma a los cientos y miles de casos que reiteradamente evidencian cómo el abuso de la autoridad al ejercer desmedidamente la fuerza pública, provoca daño físico y psicológico, o como en este hecho, le causa la muerte a su víctima. Nada justifica, la tortura padecida por Giovanni.


Al mes de su fallecimiento se realizan protestas exigiendo justicia, una demanda legítima que se ha visto empañada por presencia en las manifestaciones de gente no motivada por lograr justicia para esta víctima de la policía, sino para crearle una situación de animadversión al Gobernador Enrique Alfaro. Basta leer la carta que Dante Delgado le envía al Presidente para saber que esta antipatía contra Alfaro no es de ahora; incluso antes del caso Giovanni, ya había una confrontación pública desde la SEGOB y la SS por las decisiones que toma el gobierno de Jalisco, distintas a las que decide el gobierno federal, respecto de cómo enfrentar la pandemia del coronavirus.


Alfaro, junto con otros gobernantes de la oposición, señalaron desde abril la necesidad de ser tomados en cuenta por el Presidente para emprender un trabajo en equipo y que el ámbito local ser apoyado para atender las consecuencias del confinamiento, la atención de personas enfermas, la prevención de contagios a partir de realizar pruebas como ha acontecido en otros países, y además ser atendidos en su solicitud de refuerzos extraordinarios por la pérdida de empleos, la urgente reactivación económica y apoyo a las micro, pequeña y mediana empresas de las entidades federativas, solicitud hecha a la Hacienda Pública en manos del Presidente. Obvio decir que la Cámara de Diputados controlada por Morena, no manifiesta intención de escuchar y atender las solicitudes de los gobiernos estatales.


Y en medio de este debate, con el caso Giovanni López resurge el problema con las malas policías y sin posibilidades de resolución si no se le dedica presupuestos y políticas de profesionalización en los tres órdenes de gobierno y se elimina el enfoque de militarización que ha impuesto López Obrador. Por desgracia, no se prioriza este asunto desde un interés superior en función de lo que establece la Constitución y las leyes; una de ellas la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura.


La causa que provocó la muerte de Giovanni está configurada en la ley penal contra la tortura: servidores públicos faltos de preparación y sin controles, salvajemente le infringieron tal daño que le provocaron la muerte; como señala Ernesto López Portillo “Sacar a la calle a alguien con poderes sin someterlo a supervisión formal es tanto como tirar el estado de derecho a la basura”.


Las animadversiones en la política sólo provocan que los malosos se empoderen, ese es realmente el tigre al que todos deberíamos temerle. Ojalá lo entendieran todos, también quien cada mañana se pone bravucón contra quienes tienen otra idea de las cosas no para confrontar, sino para llegar al mismo fin: decidir lo mejor en salud, economía, seguridad y a favor del federalismo.

Giovanni López muere a consecuencias de la golpiza que le propinaron al detenerlo policías del Municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, en el Estado de Jalisco, esto aconteció hace más de un mes -4 de mayo- y su hermano mencionó fue por motivo de no llevar cubrebocas. Su deceso es un hecho deleznable que se suma a los cientos y miles de casos que reiteradamente evidencian cómo el abuso de la autoridad al ejercer desmedidamente la fuerza pública, provoca daño físico y psicológico, o como en este hecho, le causa la muerte a su víctima. Nada justifica, la tortura padecida por Giovanni.


Al mes de su fallecimiento se realizan protestas exigiendo justicia, una demanda legítima que se ha visto empañada por presencia en las manifestaciones de gente no motivada por lograr justicia para esta víctima de la policía, sino para crearle una situación de animadversión al Gobernador Enrique Alfaro. Basta leer la carta que Dante Delgado le envía al Presidente para saber que esta antipatía contra Alfaro no es de ahora; incluso antes del caso Giovanni, ya había una confrontación pública desde la SEGOB y la SS por las decisiones que toma el gobierno de Jalisco, distintas a las que decide el gobierno federal, respecto de cómo enfrentar la pandemia del coronavirus.


Alfaro, junto con otros gobernantes de la oposición, señalaron desde abril la necesidad de ser tomados en cuenta por el Presidente para emprender un trabajo en equipo y que el ámbito local ser apoyado para atender las consecuencias del confinamiento, la atención de personas enfermas, la prevención de contagios a partir de realizar pruebas como ha acontecido en otros países, y además ser atendidos en su solicitud de refuerzos extraordinarios por la pérdida de empleos, la urgente reactivación económica y apoyo a las micro, pequeña y mediana empresas de las entidades federativas, solicitud hecha a la Hacienda Pública en manos del Presidente. Obvio decir que la Cámara de Diputados controlada por Morena, no manifiesta intención de escuchar y atender las solicitudes de los gobiernos estatales.


Y en medio de este debate, con el caso Giovanni López resurge el problema con las malas policías y sin posibilidades de resolución si no se le dedica presupuestos y políticas de profesionalización en los tres órdenes de gobierno y se elimina el enfoque de militarización que ha impuesto López Obrador. Por desgracia, no se prioriza este asunto desde un interés superior en función de lo que establece la Constitución y las leyes; una de ellas la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura.


La causa que provocó la muerte de Giovanni está configurada en la ley penal contra la tortura: servidores públicos faltos de preparación y sin controles, salvajemente le infringieron tal daño que le provocaron la muerte; como señala Ernesto López Portillo “Sacar a la calle a alguien con poderes sin someterlo a supervisión formal es tanto como tirar el estado de derecho a la basura”.


Las animadversiones en la política sólo provocan que los malosos se empoderen, ese es realmente el tigre al que todos deberíamos temerle. Ojalá lo entendieran todos, también quien cada mañana se pone bravucón contra quienes tienen otra idea de las cosas no para confrontar, sino para llegar al mismo fin: decidir lo mejor en salud, economía, seguridad y a favor del federalismo.