/ lunes 6 de junio de 2022

Gobernanza del Agua

El tema de la gobernanza hídrica es hoy uno de los ejes rectores en política pública para la definición de reglas claras, con base en las cuales, al interior de un mismo sistema, puedan comunicarse y convivir las instituciones gubernamentales, las organizaciones no gubernamentales y actores diversos -del ámbito político, económico, administrativo y social-, con el objetivo de ir definiendo el destino del sistema hídrico en nuestro país; lo mismo ocurre a nivel internacional para la política mundial hídrica.

El desafío de la gobernanza del agua consiste en determinar cuál o cuáles grupos ponen sobre la mesa las mejores formas de cuidar y administrar el recurso hídrico, ante un escenario complicado por la inminente crisis, tanto de calidad como de cantidad, que se está viviendo en diferentes países del mundo, de los que lamentablemente México forma parte. En otras palabras, hacer en torno a las distintas fases de planificación, desarrollo, distribución y gestión del ciclo del agua, propuestas efectivas y eficientes, de mediano y largo plazo, que no comprometan ya a las generaciones futuras.

En México, el porcentaje más grande del agua se usa en la agricultura; alrededor de 70% del agua dulce se destina a la producción de alimentos, 19% al sector industrial y el porcentaje restante, 11%, al consumo humano.

Sin embargo, el agua dulce es el recurso indispensable para cualquier actividad que se realice para la vida humana; así, el suministro de agua de calidad se convierte en fuente vital de desarrollo. La paradoja es que a medida que más ciudadanos y sectores industriales necesitan satisfacer su demanda de agua, la tierra va presentando una situación severa de estrés hídrico debido a que las fuentes de recarga se están perdiendo y con ellas el equilibrio entre demanda de agua y capacidad de recarga, que va en caída, de forma tal que cada vez disminuye más la disponibilidad de agua dulce, no solo en México, sino en el mundo entero.

Se suma a esto, ahora, el problema global de cambio climático y el resultante incremento de las temperaturas en diferentes regiones del mundo, lo que empeora la situación. A nivel mundial se espera que para los siguientes años aumente la población y, por consiguiente, la demanda de agua; asimismo, se sabe que la escasez de agua será mayor. En conclusión, el escenario que se vislumbra es muy complejo. Hoy más que nunca es urgente tomar decisiones de política pública que nos eviten alcanzar el tan amenazante 1.5C de temperatura, ya que de lo contrario las vulnerabilidades en el sector aumentarán mucho más y se tendrán que redoblar las estrategias para frenar dicha amenaza.

Darle atención al estrés hídrico implica adoptar respuestas basadas en la naturaleza, soluciones tecnológicas, inversiones y un diálogo constante entre los diferentes actores involucrados en las distintas cadenas de valor del ciclo del agua y los usuarios diferenciados.

Se debe de trabajar con visión de cuenca, ya que como menciono arriba, sabemos que el estrés hídrico es resultado de un alto consumo del agua dulce, que además va en aumento, pero que, contrario a lo que debería de ocurrir, las tasas de reabastecimiento y recarga de los acuíferos son cada vez menores. Pensar en cuenca hidrológica significa brindarle atención a parte importante del problema, ya que los sistemas acuíferos están interconectados; por lo tanto, lo que se haga aquí traerá beneficios allá, es decir trabajar en diferentes puntos en la cuenta permite irle dando atención integral a la problemática.

La gobernanza se convierte en un criterio indispensable para evitar que el problema del agua se haga crónico. En otras palabras, disminuir su consumo desmedido de parte de varios usuarios, el compromiso del sector privado de reducir su huella o impacto hídrico, y el cumplimiento del sector público de invertir en infraestructura para mejorar los sistemas instalados y hacer una distribución más eficiente del recurso, son solo algunos de los compromisos que se deben de refrendar con hechos y recursos financieros. La gobernanza debe de encontrar las mejores prácticas para garantizar que se alcance un punto de equilibrio entre la demanda real de agua y la oferta real de la misma.

Desde hace 48 años se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo objetivo es garantizar que los países realicen diversas actividades para concientizar sobre distintos temas de la agenda ambiental, y desde ese mismo año, el 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua con el fin de mantener la relevancia del agua dulce como una prioridad del desarrollo mundial; así mismo, a nivel internacional, se plantearon los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) que incluyen el ODS6 agua y saneamiento para todos, antes del 2030. Además existe el Foro Mundial para el Agua y toda una serie de reuniones internacionales -multilaterales o regionales- que se celebran en torno al análisis de la problemática que enfrenta el sector para encontrar diferentes soluciones. No podemos quejarnos de que no hay espacios de análisis, diálogo y disertación; lo que sí debemos exigir a las autoridades y a los sectores involucrados, es que los compromisos se hagan efectivos. Ya no podemos seguir teniendo un sector solo de lápiz y papel; considero que no hay mejor celebración del Día Mundial del Medio Ambiente que lograr una concientización efectiva, cerrar la llave al agua que no sea necesaria, evitar su desperdicio y que TODOS los compromisos internacionales se vayan cumpliendo. De lo contrario, el escenario es caótico porque el agua es vida, y sin agua no hay futuro, más aún enfocándonos en UNA SOLA TIERRA.

El tema de la gobernanza hídrica es hoy uno de los ejes rectores en política pública para la definición de reglas claras, con base en las cuales, al interior de un mismo sistema, puedan comunicarse y convivir las instituciones gubernamentales, las organizaciones no gubernamentales y actores diversos -del ámbito político, económico, administrativo y social-, con el objetivo de ir definiendo el destino del sistema hídrico en nuestro país; lo mismo ocurre a nivel internacional para la política mundial hídrica.

El desafío de la gobernanza del agua consiste en determinar cuál o cuáles grupos ponen sobre la mesa las mejores formas de cuidar y administrar el recurso hídrico, ante un escenario complicado por la inminente crisis, tanto de calidad como de cantidad, que se está viviendo en diferentes países del mundo, de los que lamentablemente México forma parte. En otras palabras, hacer en torno a las distintas fases de planificación, desarrollo, distribución y gestión del ciclo del agua, propuestas efectivas y eficientes, de mediano y largo plazo, que no comprometan ya a las generaciones futuras.

En México, el porcentaje más grande del agua se usa en la agricultura; alrededor de 70% del agua dulce se destina a la producción de alimentos, 19% al sector industrial y el porcentaje restante, 11%, al consumo humano.

Sin embargo, el agua dulce es el recurso indispensable para cualquier actividad que se realice para la vida humana; así, el suministro de agua de calidad se convierte en fuente vital de desarrollo. La paradoja es que a medida que más ciudadanos y sectores industriales necesitan satisfacer su demanda de agua, la tierra va presentando una situación severa de estrés hídrico debido a que las fuentes de recarga se están perdiendo y con ellas el equilibrio entre demanda de agua y capacidad de recarga, que va en caída, de forma tal que cada vez disminuye más la disponibilidad de agua dulce, no solo en México, sino en el mundo entero.

Se suma a esto, ahora, el problema global de cambio climático y el resultante incremento de las temperaturas en diferentes regiones del mundo, lo que empeora la situación. A nivel mundial se espera que para los siguientes años aumente la población y, por consiguiente, la demanda de agua; asimismo, se sabe que la escasez de agua será mayor. En conclusión, el escenario que se vislumbra es muy complejo. Hoy más que nunca es urgente tomar decisiones de política pública que nos eviten alcanzar el tan amenazante 1.5C de temperatura, ya que de lo contrario las vulnerabilidades en el sector aumentarán mucho más y se tendrán que redoblar las estrategias para frenar dicha amenaza.

Darle atención al estrés hídrico implica adoptar respuestas basadas en la naturaleza, soluciones tecnológicas, inversiones y un diálogo constante entre los diferentes actores involucrados en las distintas cadenas de valor del ciclo del agua y los usuarios diferenciados.

Se debe de trabajar con visión de cuenca, ya que como menciono arriba, sabemos que el estrés hídrico es resultado de un alto consumo del agua dulce, que además va en aumento, pero que, contrario a lo que debería de ocurrir, las tasas de reabastecimiento y recarga de los acuíferos son cada vez menores. Pensar en cuenca hidrológica significa brindarle atención a parte importante del problema, ya que los sistemas acuíferos están interconectados; por lo tanto, lo que se haga aquí traerá beneficios allá, es decir trabajar en diferentes puntos en la cuenta permite irle dando atención integral a la problemática.

La gobernanza se convierte en un criterio indispensable para evitar que el problema del agua se haga crónico. En otras palabras, disminuir su consumo desmedido de parte de varios usuarios, el compromiso del sector privado de reducir su huella o impacto hídrico, y el cumplimiento del sector público de invertir en infraestructura para mejorar los sistemas instalados y hacer una distribución más eficiente del recurso, son solo algunos de los compromisos que se deben de refrendar con hechos y recursos financieros. La gobernanza debe de encontrar las mejores prácticas para garantizar que se alcance un punto de equilibrio entre la demanda real de agua y la oferta real de la misma.

Desde hace 48 años se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo objetivo es garantizar que los países realicen diversas actividades para concientizar sobre distintos temas de la agenda ambiental, y desde ese mismo año, el 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua con el fin de mantener la relevancia del agua dulce como una prioridad del desarrollo mundial; así mismo, a nivel internacional, se plantearon los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) que incluyen el ODS6 agua y saneamiento para todos, antes del 2030. Además existe el Foro Mundial para el Agua y toda una serie de reuniones internacionales -multilaterales o regionales- que se celebran en torno al análisis de la problemática que enfrenta el sector para encontrar diferentes soluciones. No podemos quejarnos de que no hay espacios de análisis, diálogo y disertación; lo que sí debemos exigir a las autoridades y a los sectores involucrados, es que los compromisos se hagan efectivos. Ya no podemos seguir teniendo un sector solo de lápiz y papel; considero que no hay mejor celebración del Día Mundial del Medio Ambiente que lograr una concientización efectiva, cerrar la llave al agua que no sea necesaria, evitar su desperdicio y que TODOS los compromisos internacionales se vayan cumpliendo. De lo contrario, el escenario es caótico porque el agua es vida, y sin agua no hay futuro, más aún enfocándonos en UNA SOLA TIERRA.